Los viejos aliados parecen cada vez más lejanos a Nicolás Maduro. Los presidentes de Colombia y Brasil, Gustavo Petro y Lula Da Silva, mantienen una postura casi impensable: el no reconocimiento del mandatario venezolano como ganador de las elecciones presidenciales del pasado 28 de julio.
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Esto ha molestado a Caracas, que veía a sus vecinos como aliados indiscutibles. Aún así, el Ejecutivo de Maduro no se atreve a señalar directamente a los presidentes sino a las cancillerías y a un “enemigo mayor”: Estados Unidos.
Washington y Caracas se han enfrentado desde hace más de 20 años y, por lo general, la administración venezolana culpa a la estadounidense de los males en el país caribeño. Desde la imposición de sanciones económicas en 2017, Maduro ha justificado la crisis de su país culpando a Barack Obama, Donald Trump y Joe Biden.
El nuevo episodio de tensión entre Caracas y Bogotá
“Parece que el canciller Murillo actuó de manera pusilánime al momento de abordar la realidad en nuestro encuentro bilateral, siempre apegado al respeto a la soberanía e independencia de Venezuela mientras repasábamos la cooperación entre ambos países. Sin embargo, ante los micrófonos de la prensa, aflora el chantaje que recibe desde la ultraderecha y de los Estados Unidos de Norteamérica, atacando por la espalda, con falsas narrativas que no es capaz de discutir frente a frente. Venezuela le responderá en su momento y se arrepentirá, de la constante intromisión en nuestros asuntos internos”, dijo este miércoles el canciller venezolano Yván Gil.
La respuesta se dio porque el canciller colombiano Luis Gilberto Murillo insiste en que Maduro no ha sido claro con los resultados. "La presentación de las actas debe realizarse antes de que culmine el actual período presidencial, el 10 de enero de 2025", dijo el funcionario.
Pero Brasil también se ha enfocado en la misma petición. El martes, Celso Amorim, principal asesor de Lula, dijo que “el principio de la transparencia no fue respetado” en las elecciones del 28 de julio. Además, se ha quejado de que Maduro ha “roto la confianza” entre las partes al comprometerse a mostrar las actas y luego no hacerlo.
Ante los micrófonos de la prensa, aflora el chantaje que recibe desde la ultraderecha y de los Estados Unidos de Norteamérica
“Itamaraty (Ministerio de Exteriores de Brasil) ha sido un poder dentro del poder en Brasil. Es una Cancillería muy vinculada al Departamento de Estado de los Estados Unidos. La conocemos bien. Siempre ha conspirado contra Venezuela. Todas las escuelas de formación diplomática han sido influenciadas por los Estados Unidos, así se ha mantenido siempre. Es una mancha en la diplomacia brasileña”, insistió Maduro a principios de semana.
Llegado el 10 de enero, la juramentación de Maduro para otros cuatro años como presidente podría romper o fracturar aún más las relaciones Colombia -Venezuela - Brasil, fortaleciendo el triángulo Cuba-Venezuela -Nicaragua.
Por los momentos, Maduro prefiere culpar a Estados Unidos de que sus aliados mantengan una posición firme sobre las elecciones antes de atacar directamente a Petro o a Lula.
“Es evidente que los gobiernos de Brasil y Colombia, quienes tienen ideológicamente quizás cierta afinidad con el presidente Maduro, no tienen desde el punto de vista jurídico cómo defender la postura de Caracas en virtud de que no han publicado el resultado desglosado mesa por mesa y por centro de votación”, dice a EL TIEMPO el politólogo Carlos Zambrano.
Para Zambrano, Maduro intenta no dar explicaciones de las actas acusando a EE. UU., pero a Brasil y Colombia “les conviene mantener su postura democrática y saben que en Venezuela el proceso electoral no cumplió con los estándares de elecciones libres, justas y transparentes. No pueden defender lo indefendible”.
El 11 de enero, de seguir las cosas como van, Petro y Lula decidirán si seguir apoyando a Maduro o en qué términos será su relación con Venezuela.
ANA MARÍA RODRÍGUEZ BRAZÓN - CORRESPONSAL EL TIEMPO - CARACAS