Tanto el agua como otras bebidas contribuyen a descomponer los alimentos, facilitando que el cuerpo absorba los nutrientes. Además, ayuda a suavizar las heces, lo que previene el estreñimiento. Siempre que sea posible, opte por agua en lugar de bebidas azucaradas, aconseja la clínica.
Sumado a ello, recomienda llevar un estilo de vida saludable, incrementando el consumo de frutas, verduras y cereales integrales.
Incorporar productos lácteos bajos en grasa o sin grasa, como la leche y el yogur, así como carnes magras ayudan a una buena digestión y a mantener un peso adecuado. También mencionan la importancia de realizar actividad física la mayoría de los días de la semana.
Beber agua, importante para una buena digestión. Foto:iStock
El mineral esencial para la digestión que pocas personas consumen en cantidad suficiente
Según los Institutos Nacionales de la Salud de Estados Unidos (NIH, por sus siglas en inglés), el yodo es esencial para la producción de las hormonas tiroideas, que regulan el metabolismo y ayudan al buen funcionamiento del sistema digestivo.
Cuando los niveles de yodo son insuficientes, pueden surgir alteraciones digestivas como metabolismo lento, estreñimiento y dificultad para absorber los nutrientes.
Este mineral es necesario para que el cuerpo produzca tiroxina (T4) y triyodotironina (T3), las principales hormonas de la tiroides. Estas hormonas son responsables de regular el metabolismo basal, es decir, la velocidad con la que el cuerpo transforma los alimentos en energía.
“El yodo cumple una función crucial en el control del metabolismo y, por lo tanto, en los procesos digestivos”, señaló la doctora Patricia López, endocrinóloga experta en enfermedades tiroideas.
Cuando hay una deficiencia de yodo, la producción hormonal disminuye, lo que puede ralentizar la digestión y causar molestias como inflamación abdominal y problemas para asimilar nutrientes esenciales.
Este mineral se encuentra naturalmente en ciertos alimentos, pero su consumo suele ser insuficiente. Las fuentes más comunes de yodo incluyen:
- Pescados y mariscos como el bacalao, el atún, los camarones y las algas marinas.
- Productos lácteos como la leche, el yogur y el queso.
- Huevos.
- Sal yodada (aunque no siempre se utiliza en productos procesados).