¿Fracasó Donald Trump en su intento de aislar a China? / Análisis de Mauricio Vargas

hace 3 horas 16

“Como estudioso de la historia que soy –y he revisado todo–, lo primero que uno aprende es que Rusia y China no deben acercarse”, dijo hace unos días el presidente Donald Trump, en una reunión con sus colaboradores, según reporte del semanario francés L’Express. Era la misma tesis expuesta en octubre, antes de ganar las elecciones, en una entrevista con el expresentador vedette de Fox News, Tucker Carlson, cuando dio a entender que “desunir” a Pekín y Moscú era su objetivo estratégico.

Los gestos de Trump hacia Putin, incluido el guiño cuando el republicano retomó algunos argumentos del líder del Kremlin para justificar la invasión a Ucrania, fueron leídos “como un intento de poner a andar ese plan”, tal como lo explicó el editor internacional de L’Express, Cyrille Puyette, experto en China. La idea era, agregó Puyette, “reutilizar, de manera inversa, el golpe diplomático de Richard Nixon, que, hábilmente aconsejado por Henry Kissinger, en 1972 restableció las relaciones con la China de Mao para así aislar a la Unión Soviética de Leonid Brezhnev”.

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El presidente ruso, Vladimir Putin, y su homólogo chino, Xi Jinping, tras la firma de un acuerdo. Foto:AFP

Pero esta vez la jugada salió mal. Lo evidencian las imágenes del jueves de la semana pasada, cuando el líder chino, Xi Jinping, apareció en la tribuna de la Plaza Roja, como invitado de honor de Putin al desfile militar para conmemorar los 80 años de la victoria de los aliados contra Hitler. Washington recibió una cachetada tras otra, pues, aparte de la imagen de ambos líderes que bromeaban en el palco como grandes amigos, las televisiones oficiales rusa y china divulgaron videos de Putin y Xi cocinando juntos, comiendo caviar y brindando con vodka.

David Pierson, experto en asuntos chinos de The New York Times, habló de “bromance” (romance entre hermanos) y sentenció que ambos líderes están “más cercanos que nunca”. La pregonada “amistad sin límites” que Putin y Xi proclamaron en un comunicado conjunto a inicios de 2022 luce ahora aún más sólida, en contra de los deseos de Trump.

“La Casa Blanca de hoy olvida que cuando Nixon fue a ver a Mao, la ruptura entre chinos y soviéticos, que marcó una profunda división en el comunismo mundial, llevaba ya una década”, le explicó a EL TIEMPO un diplomático europeo desde Bruselas, sede de la Unión Europea. Según él, “Trump le tendió la mano a Putin mientras le declaraba la guerra a Xi, buscando dividirlos, y lo que consiguió fue fortalecer al líder ruso y acercar al líder chino aún más a Moscú, un balance muy negativo para la diplomacia estadounidense”.

El gobierno de Trump parece haber comprendido su grave error, que, además, golpeó la economía estadounidense, muy en especial al mercado de valores, que cayó estrepitosamente por la guerra comercial. Tras semanas de agresividad verbal y arancelaria (elevó algunas de las tasas aduaneras a las importaciones chinas hasta 145 por ciento), delegados de Washington y de Pekín se reunieron de manera reservada en Ginebra este fin de semana.

Al final, hubo humo blanco: en la madrugada del lunes ambas delegaciones anunciaron un acuerdo para rebajar la gran mayoría de los aranceles a un rango de entre 10 y 30 por ciento, por 90 días, mientras intentan llegar a un acuerdo comercial definitivo. A mediados de abril, Trump había dicho que esperaba que Pekín se comunicara con Washington y pidiera abrir negociaciones, pero eso nunca pasó. La reunión de Ginebra se dio a pedido de Estados Unidos.

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Donald Trump llegó a la presidencia para su segundo mandato el 20 de enero. Foto:Getty Images via AFP

¿Autoaislamiento de Estados Unidos?

El problema para Trump no se limita a haber empujado a Xi a consolidar su alianza con Putin. El agravante es que, en el entretanto y por cuenta de su empeño en subir los aranceles a los productos importados a Estados Unidos desde casi todo el planeta, la Unión Europea y decenas de países del tercer mundo se han sentido ultrajados por Trump y se han acercado a China.

A los aranceles se agregan actitudes políticas y en el campo de la cooperación, por parte de la administración Trump, que han resultado abiertamente inamistosas hacia sus aliados y hacia decenas de países del tercer mundo. El 14 de febrero, en la conferencia anual de seguridad en Múnich, el vicepresidente J. D. Vance la emprendió contra la Unión Europea y contra los gobiernos de varios países del Viejo Continente.

En un tono ácido y desobligante, Vance leyó el más antieuropeo de los discursos que un alto dignatario estadounidense haya pronunciado en más de un siglo.

En cuanto al tercer mundo, aparte de la ola de deportaciones de inmigrantes ilegales, algunas de las cuales han sido frenadas por los jueces estadounidenses, Trump usó un tono despectivo hacia América Latina, en una charla con periodistas reunidos en el Despacho Oval, al día siguiente de asumir su segundo mandato. Los países de Centro y Suramérica, dijo Trump, “nos necesitan mucho más de lo que nosotros los necesitamos”. Y remató: “No los necesitamos; nos necesitan, todos nos necesitan”.

Se suma a lo anterior el desmonte de la agencia de cooperación Usaid, que desde hace seis décadas brindaba ayuda a las poblaciones de más de 130 países, al financiar planes de salud, educación, justicia y otros programas sociales por un valor que, en 2023, superó los 70.000 millones de dólares. “¿Existe alguna potencia que pueda llenar el vacío?”, se preguntaba en marzo el Brookings Institute, afamado centro de pensamiento con sede en Washington. “Y la respuesta –según dijo el mes pasado el diario mexicano El Economista– era obvia: China”.

A inicios de abril, el jefe de las fuerzas estadounidenses presentes en África, el general Michael Langley, sostuvo ante una comisión del Congreso en el Capitolio de Washington que China estaba trabajando para explotar el desmantelamiento de Usaid en ese continente, incluido el gigantesco plan de prevención del sida, que beneficiaba a 20 millones de africanos. “Hay una serie de programas que vemos que el Partido Comunista de China está tratando de replicar”, dijo Langley, según un reporte de la agencia Reuters.

Donald Trump

Trump pone en riesgo recursos en todo el mundio por cierre de Usaid. Foto:Archivo EL TIEMPO / Agencias

Entre Europa y China, el acercamiento parece evidente. El 11 de abril, Xi había invitado a la UE a “resistir juntos toda coerción unilateral”. La semana pasada, y tras años de distanciamiento, aterrizó en Pekín una nutrida delegación procedente de Bruselas, para conmemorar los 50 años de las relaciones. Las negociaciones comerciales ya arrancaron, y China invitó a Antonio Costa, presidente del Consejo Europeo, y a Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión de la UE, para una próxima visita de alto nivel a Pekín, que permita avanzar hacia un gran acuerdo.

“Los diferendos no son fáciles de sortear, le explicó a EL TIEMPO la fuente diplomática en Bruselas–, pero ahora hay un aliciente, pues los ataques de la administración Trump empujan a unos y otros a entenderse, a hacer negocios que puedan remplazar aquellos que ya no sean viables con Estados Unidos”. A pesar de desacuerdos en temas como los carros eléctricos con los que China ha querido invadir a Europa, se trata de un intercambio comercial con mucho potencial que, por encima de muchos obstáculos, ya vale casi 800.000 millones de dólares al año.

Todos quieren con China

Y eso no solo pasa entre Europa y China. “Esta semana lo veremos en Pekín, a donde llegaron varios mandatarios de América Latina y otras regiones del tercer mundo, entre ellos los presidentes Lula da Silva, de Brasil; Gabriel Boric, de Chile, y Gustavo Petro, de Colombia, para estrechar lazos comerciales y culturales, con acuerdos de cooperación como los que incluye el gigantesco programa chino La Ruta de la Seda”.

Corea del Sur y Japón, por más de 70 años aliados de gran valía de Washington, también se han sentido agredidos por la guerra comercial de Trump. Y sus gobiernos, históricamente enfrentados a Pekín, asumieron pronto que, ante los ataques de Washington, había llegado el momento de negociar con China.

El 30 de marzo, y tras una cumbre de sus ministros de Comercio en Seúl, anunciaron en un comunicado conjunto que estaban “listos para acelerar las negociaciones para lograr un acuerdo de libre comercio trilateral” para crear “un entorno predecible de negocios e inversiones”.

Esta última frase del comunicado de Japón, China y Corea del Sur está cargada de veneno, pues muchos analistas críticos de la ofensiva arancelaria de Trump han señalado que, con ello y por el hecho de desconocer en muchos casos tratados de libre comercio vigentes, Estados Unidos ha demostrado que no es un socio confiable.

Trump puede tener razón de manera puntual en algunos de sus reclamos en temas comerciales en los que su país se encuentra en posición de desventaja. También puede ser válida su crítica a los aliados europeos en la Otán, porque no invierten lo suficiente en defensa y seguridad.

Día de la Victoria, Putin

En Moscú se realizó un desfile militar en conmemoración del Día de la Victoria en Rusia. Foto:EFE

Incluso, es probable que muchos programas de Usaid requirieran una revisión. Es cierto, además, que su país tiene un problema con la inmigración ilegal que demanda soluciones.

Pero haber lanzado, con un lenguaje agresivo y muchas veces desobligante hacia países históricamente amigos de Washington, todas estas guerras al mismo tiempo terminó resultando contraproducente y favoreciendo al país que Trump pretendía aislar, China.

De paso, con paciencia, buenas maneras y estrategia, Xi está aprovechando la ocasión para acercarse a Europa, Latinoamérica, África y los demás países asiáticos, ganar terreno e incluso copar los vacíos que Estados Unidos está dejando.

Saber esperar, priorizar los objetivos y evitar desgastes innecesarios son armas que la diplomacia de Pekín ha usado por décadas, como expertos que son el tradicional juego de estrategia chino Go. Por eso, la potencia asiática parece ganar un pulso que hace poco, en el diario parisino Le Monde, el economista francés Claude Meyer describió con agudeza: “El impulsivo Trump lanza golpes de póquer, mientras Xi despliega metódicamente sus jugadas de Go”.

Mauricio Vargas - Especial para EL TIEMPO

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