Síndrome de Fortunata: qué dice la psicología sobre aquellos que se enamoran de personas casadas o con pareja

hace 1 semana 85

“Tu marido es mío y te lo tengo que quitar… Pinturera… santurrona… ya te diré yo si eres ángel o lo que eres… Tu marido es mío; me lo has robado… como se puede robar un pañuelo. Dios es testigo, y si no, pregúntale… Ahora mismo lo sueltas o verás, verás quién soy…”, dice un fragmento de la emblemática novela 'Fortunata y Jacinta' de Benito Pérez Galdós.

En la historia, Fortunata se enamora de Juan Santa Cruz, un hombre casado, y ambos inician un vínculo clandestino, sin que Jacinta —la esposa— lo sepa. Con el tiempo, Fortunata se casa con otro hombre, pero la relación secreta con Juan continúa. Su deseo es que él deje a Jacinta, y llega a convencerse de que él debería ser su esposo legítimo.

¿Qué es el síndrome de Fortunata?

A partir de este relato nace lo que la psicología llama 'síndrome de Fortunata': un patrón emocional que afecta tanto a hombres como a mujeres, y que se caracteriza por desarrollar vínculos de dependencia afectiva con personas que ya tienen pareja, están comprometidas o casadas.

“Fortunata no solo ama a un hombre casado, sostiene una espera y una ilusión romántica en paralelo a su invisibilización“, explica Victoria Almiroty, licenciada en Psicología. La clave no está solo en el triángulo amoroso, sino en la lógica psíquica que lo sostiene: amar desde la carencia, desde el margen.

Las personas infieles pueden desarrollar apego inseguro.

Crean vínculos de dependencia afectiva. Foto:iStock

Para Almiroty, una de las razones por las que alguien permanece en el rol de amante está ligada al deseo de habitar un lugar marginal. “El amante es deseo puro, sin logística, sin rutina. Pero es una imagen: lo que se idealiza no es la persona, sino el espacio que representa“, señala.

Desde la mirada clínica, más que amor, este tipo de vínculos suelen buscar validación, reconocimiento o una ilusión de exclusividad simbólica. Almiroty destaca una diferencia importante: “Gabor Maté nos recuerda que no repetimos lo que fue placentero, sino lo que fue familiar. Y, a veces, eso familiar es el lugar del segundo plano”.

Sucedió en Tucumán, Argentina.

Les gusta permanecer en un segundo plano. Foto:iStock

Estos son algunos de los patrones frecuentes en personas que se vinculan con parejas no disponibles:

1. Vínculos familiares disfuncionales

Sigmund Freud hablaba de “repetir en lugar de recordar”, una frase que Almiroty retoma para explicar cómo algunas personas reviven sin saberlo experiencias infantiles traumáticas o de amor inconstante. Así, el amor que no está del todo presente puede representar a figuras como una madre absorbida o un padre ausente.

Carina Mitrani, psicóloga y especialista en Ensueño Dirigido y EMDR, complementa: “Esta persona empieza a repetir el patrón de la infancia en la que no se sintió amada, ya sea por su madre o su padre”. También menciona casos donde uno de los progenitores impidió el vínculo con el otro, generando una imagen de amor idealizado pero inalcanzable.

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Crean imágenes de amor idealizado. Foto:Istock

2. Autoimagen deteriorada

“Sentirse merecedor de un lugar pleno en el deseo del otro es lo que marca una autoestima real”, sostiene Almiroty. Si alguien siente que tiene que competir o esperar para ser elegido, está atrapado en el deseo del otro, no en el propio.

Mitrani agrega que quienes adoptan el rol de amante buscan validación constante, como si estuvieran ensayando su valor personal. “Aceptan quedar en las sombras, sin que los presenten en sociedad, porque no se creen dignos de algo mejor”.

3. Ilusión de control

Almiroty afirma que muchas veces el amante siente que tiene el poder, que maneja los tiempos y que es quien realmente es amado, mientras la pareja oficial “vive engañada”. Pero se trata de una fantasía que refuerza la idea de que algún día esa persona elegirá a la amante.

Aseguran que prefieren relaciones sin etiquetas.

El amante siente que tiene el poder. Foto:iStock

4. Competencia emocional

Desde la infancia puede arrastrarse la necesidad de ganarse el afecto de una figura distante, como un padre o madre inaccesible. “Muchas veces no se desea al otro en sí, sino ganarle a alguien más", explica Almiroty. La motivación está más en la competencia que en el vínculo real.

5. Victimización

Según Mitrani, hay un goce inconsciente en adoptar el rol de víctima. “Está estudiado que el papel de víctima y la actitud de quejarse producen y se segregan endorfinas”, dice. Aunque desde fuera parezca que esa persona sufre, en lo profundo hay un placer oculto en mantenerse en ese rol, aunque moleste a quienes la rodean.

6. Atracción por lo prohibido

Ambas especialistas coinciden en que lo prohibido estimula los neurotransmisores del deseo. “El deseo es el deseo del otro y si el otro ya está tomado, más deseable se vuelve”, una idea central del psicoanálisis de Jacques Lacan.

Infidelidad

Es una atracción por lo prohibido. Foto:iStock

¿Se puede romper este patrón?

Las profesionales coinciden en que el primer paso no es juzgar, sino preguntarse qué necesidad está en juego. “No se trata de decir ‘esto está mal’, sino de indagar en lo que se busca allí”, plantea Almiroty. El psicoanálisis puede ayudar a reconocer la repetición, poner en palabras el goce oculto y abrir la posibilidad de elegir desde otro lugar. “Hacer consciente la estructura es el primer paso para correrse de ella”, enfatiza.

Mitrani, por su parte, cree que solo cuando se toca fondo es posible comenzar a salir. “Hay que pasar por la noche oscura del alma para que este individuo se conecte con su verdadero sufrimiento y decida pedir ayuda”. La herramienta que ella recomienda es la Terapia de Ensueño Dirigido, que permite acceder a los patrones inconscientes relacionados con el desamor y la victimización.

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SOFÍA ARIAS MARTÍNEZ

REDACCIÓN ALCANCE DIGITAL

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