'Sigo siendo el niño que sueña con el Carnaval de Negros y Blancos': Edwin Ramos

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A Edwin Fernando Ramos casi lo mata un veredicto de unos jueces de artes cuando tenía 12 años, recuerda su madre Sara Ramos. En ese entonces vivían en Santiago (Putumayo) y construyó su primera carroza, la cual era una comunidad indígena con máscaras dando yagé, en la que se inspiró con los vehículos del Carnaval de Negros y Blancos de Pasto debido a que este era su mayor anhelo.

Ese sueño lo materializó a una corta edad. Sin embargo, cuando la presentó ante los jurados dieron su dictamen: un niño de 12 años no podía ser capaz de construir algo tan grande. Para que pudiera ser un hecho factible, les pidieron que suministraran fotos del proceso, pero en aquella época no tenían acceso de manera fácil a una cámara.

La decisión lapidó el sueño que construyeron durante meses: Edwin quedó descalificado. En silencio regresaron a su hogar. Al llegar estaban todas las evidencias necesarias: restos de materiales regados por cada esquina. Las primeras lágrimas en el rostro de ambos rodaron por primera vez, tan solo unos minutos después de la catástrofe.

Al día siguiente, entonces, su madre le dijo a Edwin:

-Hijo, vaya para El Encano (Nariño) con mis primas y yo me quedo recogiendo todo-.

Una vez regresó y tuvo tiempo de procesar lo sucedido, su madre le prometió que no participarían más en el carnaval de Santiago y que lo llevaría al de Pasto. Unos meses después, en junio de 2008, la ilusión hizo de las suyas: lanzaría una nueva carroza.

Lo primero que hicieron fue pedirle a su vecino, quien era el personero, que realizara todos los registros fotográficos. Al principio se negó, pero los ojos llenos de esperanza de Edwin lo convencieron. Cuando aceptó, las primeras palabras que salieron del pequeño fueron “mamá, este año quedaré primero”. Lo logró.

Su origen

La creatividad, asegura el artista, proviene de su familia. “Tengo un tío que es carpintero y él aprendió a hacer sus muebles de manera empírica, entonces esa parte creativa creo que está dentro de nosotros”, dice.

El taller de su tío se convirtió en un refugio cuando era niño. Allí, junto a él, construyó su primer año viejo de dos metros de alto. “Lo que él me dijo cuando iba a usar las herramientas fue: ‘los médicos aprendieron matando, así que hágale’”, recuerda entre risas, sentado en una silla de su taller en el que estaba construyendo una carroza inspirada en el Lago de la Cocha para el Carnaval de 2025, con un imponente rostro de una mujer.

“Mi mayor inspiración es nuestra cultura, nuestros aborígenes y ancestros”, asegura. Su mito favorito es el de las dos perdices, el cual también fue un trabajo que realizó en 2022 y es un relato de la dualidad de la vida, de lo blanco, lo negro, el bien y el mal “pero que simplemente nosotros, los seres humanos, vivimos en una armonía, no estamos de un lado o de otro, estamos en el centro. Tomo esto como una filosofía que nos dejaron nuestros antepasados. No existe lo bueno ni lo malo, simplemente hay opciones y nosotros decidimos el camino por el que queremos andar”.

Esos caminos se marcaron en Edwin desde muy pequeño. Cuando tenía 4 años, con la tierra –que convertía en barro– se dedicaba a construir pequeños carros que luego complementaba con su primo –que ahora es ingeniero–, quien se encargaba de hacer los puentes por los cuales cruzaban los vehículos artesanales.

No cualquier persona puede concursar en el Carnaval para realizar carrozas. Antes de ello hay unos requisitos. La primera prueba que deben pasar es realizar un disfraz individual para estas festividades y si queda entre los primeros lugares, puede pasar hacia comparsa.

Gustavo

El equipo de trabajo que construyó la carroza 'Encanto' para el Carnaval en Pasto. Foto:Gustavo Molina

En caso de aprobar este requisito posteriormente tendrá que realizar una mini carroza y si nuevamente está entre los primeros puestos, al año siguiente ya podrá concursar con una carroza. Es decir, si avanza en todas las pruebas de manera consecutiva, puede tardar hasta cuatro años en llegar al final.

Este carnaval en Pasto, que se realiza anualmente, abre sus inscripciones a los maestros en unos días, cuando deben entregar una maqueta de la carroza a realizar y posteriormente los jueces dan el veredicto de los 20 vehículos que participarán, los cuales empiezan obras, por lo general, en octubre. “El carnaval es un ritual al que llegan familiares y amigos para celebrar la vida. En el taller construimos esos sueños, los cuales les damos vida a mundos que son posibles. Soñamos con los pies en la tierra”, asegura.

Vida en Pasto

Tras recorrer ese periplo en Santiago, decidió estudiar Artes Visuales en la Universidad de Nariño en Pasto, donde conoció a su amigo y actual compañero para las carrozas Andrés Castro, y en el 2015 presentaron la primera propuesta para el Carnaval de Negros y Blancos.

“Más que un amigo se convirtió en un hermano. Llevamos 11 años trabajando juntos y me ha dado la confianza, además de tener la oportunidad de expresar lo que siento mediante la pintura”, comenta Castro.

Cinco años después, Edwin tuvo la oportunidad de participar por primera vez en el concurso de carrozas, la cual llamó ‘Un sueño de Carnaval’ en honor a “la vivencia que había tenido de que algún día iba a poder participar”.

Esa carroza, de tres personajes y un dragón, con diferentes tonos de verde, azul y naranja, obtuvo el segundo puesto. “Fue la primera vez que debía manejar un equipo de trabajo, tener los materiales a tiempo e intentar acomodar los cronogramas para que todo saliera bien. Eso representó una responsabilidad muy grande pese a mi corta edad”.

Pero las carrozas no las realiza solamente con su madre. Entre cinco a diez voluntarios también se encargan del montaje de la estructura, soldar los ‘huesos’ que sostienen a las enormes figuras y que pueden soportar, en total, hasta media tonelada.

El primer paso antes de realizar una carroza es la investigación. La carroza ‘Encanto’ de Ramos, la cual ocupó el segundo lugar en la premiación del Carnaval. “Este año el tema era sobre El Encano y decidimos ir allá, interactuar con la gente, hacer entrevistas y llenarnos de conocimiento para poder reflejar todo en la maqueta”, asegura.

Carroza ‘Encanto’

Una vez realizan la maqueta, esta debe ser presentada a Corpocarnaval, donde deciden si debe pasar a la siguiente fase, la cual es la elaboración de la misma.

“Es un reto porque trabajamos entre 17 a 20 horas al día. Quisiéramos tener unas condiciones y espacios de trabajos más dignos porque invertimos mucho tiempo en esto”, comenta el maestro, quien tiene dos hijos.

Su inspiración para la carroza ‘Encanto’ fue ‘mamá Cocha’, la cual representó con una “mujer muy bonita en la parte de adelante, donde está acompaña de personajes de los mitos y leyendas de este lugar. En la parte superior está ‘mamá conchita’ o María Matabanchoy, quien ganó el premio a la mujer de Cafam en 2005 y fue una mujer protectora de este territorio”. También, en la parte posterior, representó a Fidelio Tulcán, un músico que le canta a la naturaleza.

Entre los requisitos para las 20 carrozas participantes está que pueden medir hasta 16 metros de largo y ocho de ancho. El precio de su realización, según diversos maestros, oscila entre los 60.000.000 pesos hasta los 100.000.000 pesos. En el caso de Edwin, la carroza superó los 125.000.000 pesos, según aseguró.

Algunos de ellos, además, venden cupos para subirse en la carroza durante el destino, los cuales varían entre los 400.000 pesos hasta los 800.000 pesos.

“El Carnaval de Pasto es un museo que no está cerrado sino que es abierto para la sociedad y poder transmitir un mensaje, recapacitar sobre temas, generar conocimiento y sensibilidad a las nuevas generaciones. Es importante que el arte esté en espacios sociales, no como un elemento cerrado sino como una galería abierta al público”, dice Ramos.

Pato Donald

Sentado en su taller, cerca a la iglesia de Canchala en Pasto, Edwin rememora cuando tenía 10 años. El 7 de enero de 2007 se le ocurrió, en medio de la tarde, hacer desde cero el disfraz del Pato Donald para que, al día siguiente, pudiera desfilarlo.

Su madre y su hermano se pusieron también manos a la obra. El disfraz lo logró realizar con cartón, panales, las cáscaras de huevo hicieron de ojos y el papelillo de vestido.

Al día siguiente desfiló su disfraz de Pato Donald junto a ellos. “Ese día llovió excesivamente duro y dañó todo el disfraz que habíamos construido, pero me sentía feliz de estar acompañado de ellos. Pude mostrar que tenía esas capacidades artísticas”, rememora el artista.

La inspiración para Ramos, como lo mencionó, se basa en sus raíces y aborígenes, pero su mayor bastión es su madre, quien es su fiel compañera en cada paso. Pese a que estuvo un año ausente en su infancia porque trabajó en Venezuela, siempre incentivó a que el paso de los años no mataran a su niño interior.

Gustavo

Edwin Ramos trabajando en una de las partes de la carroza. Foto:Gustavo Molina

Edwin continúa viviendo en su infancia. Su cuarto, en el taller, está plagado de dibujos y maquetas, el piso está revoloteado con los restos de material y sus ojos brillan al compás de su creatividad.

El amor de madre lo protegió al punto de que los daños de la vida no corrompieron su esencia y los brillos fugaces de las victorias no lo alejaron del camino. Vive rodeado de amigos, quienes impulsan sus ideas y lo acompañan en el trayecto. Ramos es un artista que es capaz de sacar de la fantasía al mundo real los personajes que viven en sueños.

-¿Edwin, considera que ha cumplido su sueño de cuando era niño?- pregunto.

-Sí, sigo siendo ese niño pequeño que sueña y continúa creando para el Carnaval de Negros y Blancos-, responde Ramos. Mira a su madre, quien acompaña de lejos la entrevista y lo escucha atentamente. Segundos después se adentran en el taller, toman sus herramientas y siguen puliendo el anhelo que viven a diario. 

A Edwin Fernando Ramos casi lo mata un veredicto de unos jueces de artes cuando tenía 12 años, recuerda su madre Sara Ramos. En ese entonces vivían en Santiago (Putumayo) y construyó su primera carroza, la cual era una comunidad indígena con máscaras dando yagé, en la que se inspiró con las carrozas del Carnaval de Negros y Blancos de Pasto debido a que este era su mayor anhelo.

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