A estas alturas nadie, ni el más arriesgado de los videntes, se atreve predecir el resultado de las próximas elecciones presidenciales entre Kamala Harris y Donald Trump previstas para este martes 5 de noviembre.
Conforme a los criterios de
Lo que sí ven venir, o por lo menos eso creen muchos, es la pesadilla de hace cuatro años cuando el entonces presidente (Trump) intentó, usando métodos legales e ilegales, mantenerse en el poder a sangre y fuego alegando un inexistente fraude en su contra.
Aunque en esta ocasión las apuestas son diferentes -Trump ya no está en poder y se aprobaron leyes para prevenir un nuevo descalabro electoral- el expresidente, junto con buena parte del partido republicano, lleva meses preparándose para una larga batalla legal con el fin de disputar los resultados en caso de que no le sean favorables.
Trump, de hecho, sigue sin comprometerse a reconocer un veredicto en las urnas diferente a su triunfo y ha prometido un ¨baño de sangre¨ de no ganar.
El guion es muy similar al del 2020 cuando Joe Biden lo derrotó por más de 8 millones de votos y en 5 estados que le dieron la victoria ante el Colegio Electoral, el órgano del sistema electoral estadounidense que elige al nuevo ocupante de la Casa Blanca.
No tenemos idea de cuáles son los planes. Pero, por la retórica del expresidente y lo que venimos escuchando de su campaña, todo indica que vamos para el mismo desenlace. La amenaza es más que latente
Tras la votación, que tardó más de una semana en confirmarse mientras se terminaban de contar todos los sufragios de quienes lo hicieron de manera anticipada y por correo, el expresidente exigió el recuento de votos en estos estados, de hecho, solo en Georgia se realizaron tres reconteos, pues, a su juicio, se habían cometido irregularidades.
Pero, la realidad no le dio la razón. Pese a que en muchos de ellos las autoridades electorales -y funcionarios encargados de certificar los resultados- eran republicanos, todos confirmaron la victoria de Joe Biden.
En paralelo, Trump también elevó más de 60 demandas judiciales ante los estrados judiciales del país que fueron desechadas una a una por superfluas y ausencia de evidencia.
Bloqueados ambos caminos -el de los recuentos y las demandas- el expresidente y su equipo de asesores armaron un entramado para reemplazar a los miembros del Colegio Electoral, encargados de certificar el triunfo de Biden, por otros dispuestos a desconocer la voluntad popular.
Entonces, cuando eso también falló, Trump convocó a una multitudinaria marcha a Washington el día que el Congreso debía certificar la victoria del hoy presidente, un mero proceso de trámite, que entonces terminó en la violenta toma del Capitolio el 6 de enero del 2021, cuando una turba de sus simpatizantes ingresó al recinto para tratar de impedir la votación final.
¿Qué podría hacer Donald Trump si pierde contra Kamala Harris?
“No tenemos idea de cuáles son los planes. Pero, por la retórica del expresidente y lo que venimos escuchando de su campaña, todo indica que vamos para el mismo desenlace. La amenaza es más que latente”, sostiene Tim Heaphy, el abogado que lideró la investigación legislativa tras los incidentes del 2021 y que condujo a un juicio de destitución contra el mandatario.
En el caso actual, mucho va a depender del resultado mismo de las elecciones. Sería impresentable, por ejemplo, que, tras una nítida victoria de Harris, Trump y sus aliados intentaran conducir nuevamente al país a semejante drama. Pero, el problema, y de allí los temores, es que todo indica que los comicios se definirán por un puñado de votos y dependerá de siete estados. Es decir, el escenario perfecto para cuestionar y disputar el resultado.
La batalla, de hecho, ya comenzó y por varios frentes. A la fecha, de acuerdo con el proyecto del abogado Marc Elias, los republicanos han presentado al menos 180 demandas judiciales alegando supuestas irregularidades.
Las demandas son de todo tipo: algunas alegan que se han realizado cambios a las normas electorales que son inconstitucionales. Otras, que millones de migrantes ilegales van a votar en estas elecciones.
Si bien no hay pruebas -y probablemente la mayoría sean desechadas por las cortes- la idea, afirma Elias, no es tanto obtener una victoria judicial sino sembrar dudas entre la población y detener el proceso de certificación para que no se pueda nombrar a un presidente.
Las normas que los republicanos están aprobando en los estados más críticos
Así mismo, en varios de los estados más críticos, los republicanos han utilizado sus mayorías legislativas para introducir cambios de última hora que podrían ser explosivos.
En el ciclo electoral pasado el ‘negacionismo’ fue algo improvisado. El de ahora, es estratégico y está muy bien financiado
En Georgia, por ejemplo, aprobaron una norma que le da poder a las autoridades electorales -que son de este partido- para postergar o negar la certificación de los resultados si sospechan que se pudo cometer un fraude y que exige un recuento manual y automático de todos los votos para verificar que es idéntico al de las máquinas tabuladoras.
Hace algunos días, un juez del estado tumbó la norma alegando que no solo es inconstitucional, sino que causaría el caos electoral. Pero, los republicanos ya apelaron su decisión y cualquier cosa podría pasar.
Hay, además, reportes en estados como Arizona donde las autoridades han retirado cajas de votación móviles donde residen votantes demócratas con la intención, dicen sus críticos, de suprimir el voto en esta colectividad.
Para Michael Waldman, presidente del Centro Brennan para la Justicia, lo que diferencia este esfuerzo del que se realizó en 2020 es que está mucho mejor organizado.
“En el ciclo electoral pasado el ‘negacionismo’ fue algo improvisado. El de ahora, es estratégico y está muy bien financiado”, anota Waldman.
¿Por qué, pese a no tener pruebas, republicanos insisten en que a Trump le robaron las elecciones pasadas?
A eso se suma otro factor que genera alarma. Pese a que nunca surgieron evidencias del supuesto fraude -y Trump aún enfrenta un proceso criminal por interferencia electoral- una gran mayoría de republicanos – a fuerza de repetición- está convencido de que al expresidente le robaron los comicios del 2020.
Una nueva encuesta publicada por The Economist y Yougov revela que dos de cada tres republicanos creen que los resultados de las próximas elecciones no serán justos si Trump pierde.
Adicionalmente, se trata de una cruzada en la que hoy lo acompaña el grueso de un partido donde los pocos funcionarios y representantes legislativos que se le opusieron ya no están en sus cargos.
¿Tienen algún plan los demócratas?
Los demócratas, por su parte, también han contratado ejércitos de abogados para contrarrestar las demandas actuales y en anticipo de lo podría suceder a partir de este 5 de noviembre. Y se da por descontado, además, que si Harris pierde por un estrecho margen también usarán las cortes para desafiar los resultados.
Pese a todo, Waldman cree que, así como el esfuerzo por litigar las elecciones es más serio, lo mismo puede decirse de los controles que se han elevado desde entonces para impedir otro cataclismo.
En particular, una ley que aprobó el Congreso en 2022 y que hace más difícil que las autoridades de un estado se nieguen a certificar los resultados de las urnas.
Lo que nadie duda, particularmente por el caldeado ambiente político que se respira en el país desde hace años, es que el sistema electoral estadounidense y la estabilidad de su misma democracia van directo hacia una nueva prueba de fuego de muy incierto desenlace.
SERGIO GÓMEZ MASERI - Corresponsal de EL TIEMPO - Washington