¿Por qué Donald Trump 'les declaró la guerra' a Harvard y a otras universidades élite en Estados Unidos?

hace 2 días 95

Sobre el papel, la guerra que acaba de desatar el presidente Donald Trump en contra de las universidades de élite en Estados Unidos es en oposición a las protestas estudiantiles que ocurrieron en varios centros educativos del país en el 2023 tras el estallido de la guerra entre Israel y Hamás, movilizaciones que el mandatario catalogó de antisemitas.

Pero, en el fondo, como también lo ha demostrado en su embate contra la fuerza federal, los centros de pensamiento, el arte, la ciencia y la cultura, lo que parece haber detrás es una estrategia muy elaborada para penetrar y controlar instituciones que, a su juicio, llevan décadas dominadas por los liberales en detrimento del pensamiento conservador.

El último capítulo en esta disputa hizo erupción esta semana luego de que el presidente ordenó congelar más de 2.200 millones de dólares en asistencia federal para la Universidad de Harvard, la más prestigiosa del país y quizá del mundo.

¿Qué está pasando realmente en esta batalla por el alma de Harvard? Trump, al igual que Mao Zedong en China hace más de 50 años, se ha embarcado en una revolución cultural que busca derrocar a las élites burocráticas y culturales que cree están arraigadas en las grandes universidades del país y otros centros de pensamiento

Donald Trump, presidente de Estados Unidos.

Donald Trump, presidente de Estados Unidos. Foto:AFP

Esto, luego de que las directivas de la entidad rechazaron una lista de exigentes demandas, redactadas por la administración republicana, como precondición para continuar recibiendo asistencia del Gobierno.

Algo que ya habían hecho con otras universidades, como la de Columbia en Nueva York, que hace poco firmó un acuerdo para evitar la suspensión de más de 400 millones de dólares.

En ese acuerdo, Columbia se comprometió a mejorar la seguridad de los estudiantes (con una fuerza de agentes especiales que vigilarán el campus), aceptó redefinir el término antisemitismo para que ahora incluya “celebrar cualquier acto de violencia contra Israel o manejar un doble estándar contra el país” y transformar su departamento para los estudios sobre Oriente Medio y África, cuyo pénsum está bajo revisión.

Otras 60 universidades del país, entre ellas las de Pensilvania, Cornell, Brown, Johns Hopkins y la de Northwestern, también están en la mira de Trump y un “equipo de trabajo” que se creó para evaluar a los centros académicos del país.

Pero en el caso de Harvard, las exigencias fueron aún más radicales.

Harvard y Donald Trump

Harvard y Donald Trump. Foto:iStock-AFP

Las exigencias que le hizo Donald Trump a Harvard y la respuesta de la universidad

En una carta enviada a la universidad la semana pasada, la administración afirma que la "inversión" federal, a través de miles de millones de dólares en becas de investigación, no era un "derecho" y que para mantener esa relación financiera esta debía modificar su gobernanza, reducir el poder de estudiantes y profesores, y eliminar cualquier preferencia racial o de otro tipo.

Además de acabar con los programas de diversidad y equidad y evaluar a los estudiantes internacionales que "apoyan el terrorismo o el antisemitismo".

Más polémica aún fue la exigencia de la administración de que Harvard aceptara una auditoría externa de sus estudiantes, profesores, personal y directivos para garantizar la "diversidad de puntos de vista", y que muchos entendieron como un vehículo para instalar voces pro-Trump en el centro docente.

Desde hace varias semanas, y viendo lo que se venía, Harvard ya había adoptado medidas para mejorar la seguridad en el campus y responder a muchas de las quejas de Trump.

Pero, de acuerdo con la universidad, las exigencias del presidente atravesaron una “línea roja” y por eso optaron por dar la batalla.

“La universidad no renunciará a su independencia ni a sus derechos constitucionales. Ningún gobierno, independientemente del partido en el poder, debería dictar qué pueden enseñar las universidades privadas, a quiénes pueden admitir y contratar, y qué áreas de estudio e investigación pueden desarrollar”, dijo este lunes Alan M. Garber, su presidente.

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Protestas en Universidades de Estados Unidos. Foto:Getty Images

Trump, que no suele dar marcha atrás, respondió con el congelamiento de la ayuda y la amenaza de suspender otros 7.000 millones de dólares pendientes en ayuda federal para los próximos cuatro años.

¿Cómo pueden afectar los recortes federales a Harvard y a otras universidades de Estados Unidos?

Adicionalmente, la administración le pidió al Servicio de Ingresos Internos (IRS, por su sigla en inglés), que revoque su estatus como entidad libre de impuestos y que en Estados Unidos cobija a organizaciones sin ánimo de lucro, grupos religiosos, centros educativos y otros.

La exención tributaria se otorga siempre y cuando la entidad en cuestión se abstenga de participar en ciertas actividades políticas.

Se trata de otro fuerte golpe contra Harvard, que solo en 2024 se ahorró más de 160 millones de dólares en impuestos gracias a ese estatus.

Una movida que también es controvertida, pues se supone que el IRS es una agencia independiente, no recibe órdenes del presidente, y tiene procedimientos muy estrictos para evitar que su poderoso músculo pueda ser usado con fines políticos o para castigar a rivales.

Si bien Harvard promete resistir y es una de las universidades más ricas de Estados Unidos, con una dotación o “endowment” avaluado en casi 60.000 millones de dólares, se trata de un golpe devastador a sus finanzas.

Solo el año pasado, casi el 20 por ciento de su presupuesto operacional -cifrado en unos 6.000 millones de dólares-, llegó de las cuentas del gobierno federal. Aunque la universidad anunció un préstamo de 750 millones de dólares para poder financiar el posible faltante, es claro que no será suficiente para amortizar el golpe a su presupuesto.

Desde que comenzaron las protestas en universidades estadounidenses se han producido ya más de 2.000 detenciones.

Detenidos en Universidad de Columbia. Foto:Selcuk Acar / Getty

Las implicaciones de la ‘guerra’ de Trump contra las universidades para el desarrollo tecnológico y científico de Estados Unidos

Pero lo más grave, o lo que más preocupa a los entendidos, es el impacto que eso tendrá en sus programas de investigación e innovación. Más que un centro docente -que también lo es- tanto Harvard como muchas otras universidades privadas en el país son consideradas la punta de lanza de Estados Unidos en estos frentes, particularmente en medicina, ciencia y tecnología.

Para ponerlo en contexto, Harvard ha producido 163 premios Nobel y sus investigadores trabajan a diario en curas para el cáncer, trasplantes de órganos, diabetes, y otras áreas.

Fue un investigador de Harvard, por ejemplo, quien descubrió la molécula base de los nuevos medicamentos para bajar de peso y que han revolucionado el tratamiento contra la obesidad.

Al igual que muchos campus del país, Harvard recibe financiación federal como parte de una colaboración entre el gobierno y las universidades que lleva más de 80 años en vigencia y que arrancó en el gobierno de Harry Truman en 1945.

Según Truman, el gobierno federal debía impulsar la innovación canalizando subvenciones a universidades e instituciones de investigación, idea audaz para una época en la que la mayor parte de la investigación era financiada por universidades, fundaciones filantrópicas y empresas privadas.

Una colaboración que desde entonces ha dado enormes frutos, pero que ahora está en entredicho.

Para Donald E. Ingber, director y fundador del Instituto Wyss de Ingeniería Biológica en Harvard, lo que está haciendo Trump es una “locura punitiva” que tendrá profundas consecuencias.

Manifestantes propalestinos en el campus de la Universidad de Columbia.

Manifestantes propalestinos en el campus de la Universidad de Columbia. Foto:Getty Images via AFP

“Se está tratando de asesinar a la gallina de los huevos de oro en ciencia, tecnología y educación. Y va en contra de todo lo que esta administración dice sobre la competitividad internacional. Estamos rechazando a la futura fuerza laboral. La fuga de cerebros ya ha comenzado”, afirma Ingber al explicar cómo el golpe a la academia forzará el éxodo de las mejores mentes.

Pero según Martin Wolf, experto del Financial Times, lo que hay en el fondo es una apuesta más profunda.

“¿Qué está pasando realmente en esta batalla por el alma de Harvard? Trump, al igual que Mao Zedong en China hace más de 50 años, se ha embarcado en una revolución cultural que busca derrocar a las élites burocráticas y culturales que cree están arraigadas en las grandes universidades del país y otros centros de pensamiento”, afirma Wolf.

De hecho, el presidente – y mucho antes de las protestas universitarias del 2023- llevaba años despotricando contra las universidades, a las que llama “nidos de izquierdosos” que censuran a los conservadores.

Y J.D. Vance, su vicepresidente, hasta las ha catalogado como “el enemigo”.

Trump, en cierto sentido, tiene razón. De acuerdo con encuestas internas de Harvard, más del 80 por ciento de sus profesores se identifican como “liberales” y algo similar sucede en otras universidades de élite e instituciones dedicadas al arte, la cultura y la ciencia.

Sin embargo, dice David Ignatius, columnista del Washington Post, lo que es un error es utilizar el presupuesto del estado para torcer el pescuezo de instituciones que son privadas.

“Uno puede tener una opinión sobre la composición ideológica de Harvard y otras universidades, que claramente se inclinan en cierta dirección. Pero ese no es un problema que deba corregir el gobierno, o que le corresponda. Permitir que el Estado intervenga a las universidades para imponer su ideología no solo es antidemocrático, sino que abre toda una caja de Pandora”, dice el analista.

La pelea, como muchas de las que ha cazado Trump, apenas está comenzando.

Tanto Harvard como Columbia han elevado demandas ante las cortes y habrá que esperar mientras se resuelven.

De lo que sí no hay dudas es que Trump está utilizando todo el arsenal que le otorga el poder de la presidencia –en algunos casos de manera controvertida- para avanzar en la agenda que les prometió a sus electores.

Harvard y las universidades de élite en el país son solo su blanco más reciente.

SERGIO GÓMEZ MASERI

CORRESPONSAL DE EL TIEMPO

WASHINGTON

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