El mexicano Alejandro Werner es considerado uno de los observadores más agudos de la realidad económica y política América Latina. Actual director del Georgetown Americas Institute en Washington, fue entre 2013 y 2021 el director del Departamento del Hemisferio Occidental del Fondo Monetario Internacional, tras haber ocupado cargos destacados en su país de origen.
Invitado a la asamblea anual de Asofondos que tendrá lugar la semana que viene en Cartagena, este doctor en economía de la prestigiosa universidad MIT en Estados Unidos habló en exclusiva con EL TIEMPO. La siguiente es la versión editada de esa charla.
¿Estamos en un mundo muy distinto al que se preveía al comenzar 2025?
Sin duda. Los analistas creían que íbamos a ver un avance importante de las políticas más disruptivas de Trump en la parte comercial o migratoria pero que su implementación iba a ser más definida y traería menos incertidumbres. Algunos pensaban que no iría tan lejos en cumplir las promesas de la campaña. Y lo que hemos visto es un gran desorden con órdenes y contraórdenes, además de medidas mucho más agresivas contra los amigos tradicionales de Washington, que han ensombrecido sin duda las perspectivas de la economía mundial.
¿A qué se refiere?
Basta ver el comportamiento de los mercados y las encuestas a los consumidores en Estados Unidos para concluir que el panorama es mucho más oscuro. En papel, el valor de las acciones en la bolsa de Nueva York ha experimentado una caída que se mide en billones de dólares e indicadores como las ventas de vivienda muestran el peor desempeño en muchos meses. Por otro lado, ante la perspectiva de que la inflación repunte, el Banco de la Reserva Federal está en la disyuntiva de bajar sus tasas de interés o no. Probablemente esa reducción será más lenta o no se materialice y esa impresión también afecta el desempeño de los mercados.
¿Qué más encuentra?
Esto de ofender y confrontarse con los aliados naturales abre un signo de interrogación importante de hacia dónde va la gobernanza internacional, lo cual obviamente también podría generar repercusiones económicas importantes. Para citar el caso de Europa, aparte de las retaliaciones en el plano comercial está un esfuerzo presupuestal en defensa que llevará a recortes en otras áreas. Y las dudas tienen que ver con el desafío de ponerse de acuerdo más adelante sobre temas comunes en un ambiente de desconfianza.
El Dow Jones de Industriales se cayó un 0,11 %, mientras que el selectivo S&P 500 se dejó un 0,14 %. Foto:AFP
¿Estamos en terreno desconocido?
Nos encontramos en eso que en inglés se llama feedback loops y en español retroalimentación. Sabemos que hay ya una imposición unilateral de aranceles pero no resulta evidente lo que la guía y lo que sigue. ¿Es una motivación mercantilista para proteger la producción nacional o una cuestión fiscal para que el esquema tributario estadounidense descanse en mayor medida sobre los impuestos a las importaciones? Ahora lo que veremos esta semana es la reacción de los demás, junto con la posibilidad de retaliaciones sucesivas. Los mayores impuestos a los vehículos importados se combinarán con el anuncio de mayores tarifas, cuyos detalles están por conocerse.
¿Qué puede suceder?
Cuando uno mira hacia adelante la gran duda es que, si aparecen más problemas en el frente económico y las cosas no le salen como desea, Trump esté dispuesto a moderar sus impulsos. La otra opción es que se incline por doblar la apuesta. En cualquier caso, apenas estamos viendo la primera ronda de este juego en el cual puede haber muchas derivaciones y senderos, algunos muy peligrosos.
¿Cómo ve a América Latina en ese contexto?
Al principio parecía que iba a estar más en la mira, como lo insinuó la confrontación con Panamá. Han pasado cosas, pero menos de las que esperaba. Lo más sorpresivo fue lo de Colombia. Una vez el presidente Petro se puso de “pechito”, como decimos en México, le dejó la pelota en el área chica a Donald Trump, para usar la expresión futbolera. Y este reaccionó como sabemos y decidió que “con este me enfrento” porque era un juego de muy bajo costo. Claramente el mensaje que envió es el de confirmar su reputación en el sentido de “quien se me pone enfrente, lo atropello”.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Foto:Getty Images via AFP
¿Y México?
Es un tema crucial y permanente que tiene implicaciones domésticas en la opinión estadounidense por el comercio, la migración o el fentanilo. Siempre va a estar ahí y lo importante es que al menos de un lado se maneje con cabeza fría.
No menciona el endurecimiento con Venezuela…
Ahí aparece, pero diría que forma parte de una aproximación más tradicional en la política exterior norteamericana. Me atrevería a decir que tal vez podemos estar viendo la mano del secretario de Estado Marco Rubio y de quienes se encargan de la región en la Casa Blanca.
La economía latinoamericana anda a media marcha. ¿Está de acuerdo?
Así es, pero su evolución tiene que ver sobre todo con asuntos domésticos. Vuelvo a México que probablemente entre en recesión. La explicación es 80 por ciento local, entre otras porque cada vez que llega un cambio de gobierno experimentamos una desaceleración muy fuerte. Además, la reforma judicial introdujo incertidumbre y hay un ajuste fiscal significativo. También en Brasil, los vientos en contra vienen de adentro.
Argentina llegó a un acuerdo con el Fondo Monetario…
La fórmula anunciada se ajusta a un proceso de negociación tradicional. No se puede decir que el haberse entendido con el FMI fue por una imposición de Estados Unidos.
¿Cuál debería ser la estrategia de un país latinoamericano en la era Trump?
Es una respuesta muy de funcionario del Fondo Monetario, pero la verdad es que el reto consiste en fortalecer los fundamentos económicos tanto en el lado productivo como en el macroeconómico. Todos nuestros países tienen desafíos fiscales muy importantes y en un entorno de incertidumbre mundial y de mayores tasas de interés hay que evitar eventuales problemas en términos de financiamiento. Entonces lo ideal sería garantizar que las metas fiscales se cumplan y que el peso de la deuda pública como proporción del tamaño de la economía no vaya a aumentar.
'Hay que adoptar una visión más estatizadora en el sector energético'. Foto:Istock
¿Y qué se debería evitar?
Algo como lo que hizo el gobierno de López Obrador en mi país, que adoptó una visión más estatizadora en el sector energético y esa es la principal restricción al crecimiento económico en el mediano plazo. También en Colombia observo una revisión de los modelos que operan en sectores de servicios públicos. Aquí el mensaje es que, si potenciamos la volatilidad de la incertidumbre externa con fuentes internas de incertidumbre, los riesgos aumentan. Hay que tener sentido de la oportunidad para la toma de decisiones.
Dice el refrán que “el palo no está para cucharas”…
Definitivamente. En el caso colombiano las diferencias entre los encargados de las finanzas públicas y el Presidente son conocidas. Lo que se observa es la contradicción de un objetivo político de corto plazo por el lado del gasto y uno que asegure la salud de la economía en el mediano plazo. Si la volatilidad en los mercados financieros se llega a exacerbar, ustedes van a verse bajo mucha presión en los próximos meses.
¿Algún otro consejo frente a Washington?
Evitar confrontaciones innecesarias con Estados Unidos. Sobra decir que un encontrón puede acabar siendo inevitable, pero eso debería ser el resultado de un análisis juicioso de beneficios y costos. El problema son las disputas que se originan en la improvisación, que pueden ser muy nocivas en un entorno donde ahora lo geopolítico, lo político y lo financiero se mezclan y nos generan una vulnerabilidad muy fuerte.
Viene un periodo electoral intenso en América Latina. ¿Qué cambios puede traer en los gobiernos que hoy domina la izquierda?
Las elecciones más significativas tendrán lugar en Chile, Colombia y Brasil. Si el péndulo político se mueve, esto puede generar una dinámica positiva en los mercados porque estos podrían anticipar que viene una política fiscal más seria. Aclaro que eso sucedería con los dos últimos. En el caso chileno, Boric ha tenido un ministro de Hacienda juicioso y experimentado, por lo cual las variaciones no serían muchas.
Presidente Petro en el consejo de ministros del 25 de marzo Foto:Presidencia
¿Cómo podría comportarse Estados Unidos ante esos procesos?
Quizás habrá un intento de injerencia sobre todo en Brasil, pues Elon Musk ha actuado de manera clara en asuntos electorales en otras regiones del mundo. Ahí tiene un incentivo importante, pues hubo enfrentamientos comerciales en el pasado. Además, existe una afinidad personal entre la familia Trump y la de Bolsonaro. Lo de Chile lo veo menos probable y en Colombia depende de cómo se perfilen los candidatos y de lo que pase en los meses que vienen.
Más allá del actual inquilino de la Casa Blanca, ¿dónde están las oportunidades de América Latina?
Es una región muy bien posicionada para las grandes necesidades de energía que va a tener la economía mundial en las próximas décadas, entre otras por cuenta de la inteligencia artificial o los criptoactivos. Además de combustibles fósiles y de una matriz de generación limpia, cuenta con grandes depósitos de minerales clave para la transición, como pasa con cobre o litio. Aparte de eso, es una potencia alimenticia, sobre todo en la parte sur del hemisferio.
¿Juega bien sus cartas?
Puede hacerlo en un mundo de mayor fragmentación. Si uno mira la historia, probablemente va a mantener relaciones constructivas con todos los polos de poder geopolítico y puede sacar provecho de eso, tanto con Estados Unidos como con Europa, China o India, tal vez dejando afuera a Rusia e Irán.
¿Es optimista?
Lo que observo es que desde el punto de vista de políticas públicas internas y de diseño estructural nos estamos moviendo en reversa. Ahora que todo apunta a más vientos de frente necesitamos vientos de cola y esos no me parecen tan evidentes. Hasta hace poco se nos dijo que por cuenta de la mayor demanda de minerales y comida venía una época dorada para la región en esta década y esa perspectiva no se materializó. Cuando uno lo piensa de manera fría es difícil visualizar un país de América Latina que tenga el ímpetu para llevar a cabo los cambios que necesita en materia de disciplina fiscal y desregulación. El único, partiendo de un nivel muy bajo, es Argentina, pero necesita lograr los consensos políticos que aseguren que el cambio que adelanta es sostenible en el futuro.
RICARDO ÁVILA
Analista sénior
Especial para EL TIEMPO