Metula, alguna vez un centro turístico montañés con vistas panorámicas del Líbano, ahora está vetado para los civiles. Bajo el fuego de los cohetes y misiles de Hezbolá durante meses, una de cada tres casas ha sido dañada. Durante el año pasado, ha sido uno de los lugares más golpeados en Israel.
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Símbolo del sionismo temprano, Metula está rodeada por Líbano en tres lados. Sus aproximadamente 2 mil 500 residentes fueron evacuados hace un año, por primera vez desde el establecimiento del Estado de Israel en 1948. Ahora, incluso cuando las fuerzas terrestres israelíes persiguen a los combatientes de Hezbolá en el sur de Líbano, el futuro de Metula está en duda.
El 30 por ciento de los evacuados no tiene intención de regresar, sea cual sea el resultado de la guerra, afirma David Azulai, Alcalde de la Ciudad. Entre los que se han ido definitivamente, dijo, se encuentran muchas familias con niños pequeños.
“Lo llamamos un enclave —rodeado al norte, este y oeste por Líbano”, dijo, añadiendo que hasta el 90 por ciento de las casa estaban directamente a la vista de las aldeas libanesas al otro lado de la frontera.
Un día hábil a mediados de octubre, menos de dos semanas después de que Israel inició su invasión del sur de Líbano, el Ejército israelí permitió a un pequeño grupo de periodistas acceder a Metula, para dar un vistazo a los daños y los retos que enfrentaba la Ciudad. Oficiales militares acompañaron al grupo la mayor parte del tiempo, pero hubo pocas restricciones.
Israel y Hezbolá, el grupo chiita libanés fuertemente armado respaldado por Irán, libraron una guerra por última vez en el 2006, a la que siguieron unos 17 años de tranquilidad mayoritariamente tensa a lo largo de la frontera. Pero los residentes de las comunidades fronterizas israelíes dicen que durante mucho tiempo vivieron con una sensación de aprensión. Dicen que sabían que estaban siendo vigilados. Y durante años se habían quejado de extraños sonidos de excavación en la noche. En el 2018, el Ejército israelí dijo que había expuesto varios túneles de Hezbolá que pasaban bajo la frontera.
El temor a ser invadido se hizo evidente el 7 de octubre del año pasado, con el ataque liderado por Hamas contra el sur de Israel que las autoridades israelíes afirman mató a unas mil 200 personas y que provocó la guerra en Gaza. Desde entonces, más de 42 mil personas han muerto en Gaza, dicen funcionarios de ese lugar.
El 8 de octubre del año pasado, en solidaridad con Hamas, Hezbolá comenzó a disparar contra posiciones israelíes y luego contra comunidades, desatando un intercambio de cohetes y misiles y desplazando a decenas de miles de civiles a ambos lados de la frontera.
Israel lanzó la ofensiva contra Hezbolá en septiembre, haciendo estallar cientos de bípers en manos de los agentes del grupo antes de matar al líder del grupo, Hassan Nasrallah, y a otros altos comandantes, para luego enviar fuerzas terrestres. Los objetivos de guerra declarados por Israel en Líbano son degradar la infraestructura militar de Hezbolá, particularmente a lo largo de la frontera, para que los 60 mil residentes puedan regresar.
Cuando se le preguntó qué haría falta para que al menos algunos residentes regresaran a sus hogares, Azulai respondió: eliminar la amenaza de fuego de misiles antitanques, neutralizar todos los túneles de la zona y eliminar todo peligro de infiltración.