En el marco del conflicto armado, 18.677 niños y niñas fueron ilegalmente ingresados a las filas de las Farc, antes de cumplir la mayoría de edad, y estando allí fueron sometidos a todo tipo de violencias sexuales, reproductivas y por prejuicio, siendo las niñas y jóvenes mujeres las principales víctimas. Hoy, 25 de noviembre, al conmemorarse el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, estas voces cobran especial relevancia porque ayudan a entender la magnitud de delitos cometidos por la antigua guerrilla.
En la JEP, casi 1.000 testimonios componen el auto de imputación por reclutamiento forzado, emitido contra seis miembros del exsecretariado de las Farc. Allí están narrados los malos tratos, homicidios de menores y las violencias sexuales, reproductivas y por prejuicio basadas en género. EL TIEMPO documentó algunos casos.
‘A la que llegaba la iban a violar’
En las Farc creció un fenómeno de abuso sexual que las supuestas reglas internas nunca lograron contener y que incluso era perpetrado por los comandantes en contra de niños y niñas, estas últimas en mayor proporción. Este patrón fue imputado a los seis miembros del exsecretariado por omisión, no como actores directos. Entre los delitos cometidos encontraron violación, desnudez forzada y esclavitud sexual.
“Algún día me dijo un comandante las siguientes palabras: ‘de hoy en adelante le voy a enseñar a ser mujer’. Ser mujer allá era ser violada. Me violó y eso significaba ser mujer”, relató una de las víctimas. “En un grupo armado, era la presa nueva que llegaba, entonces el comandante que primero te veía, era el que primero te quería violar. Todo el mundo sabía que a la que llegaba la iban a violar. Pero como éramos mujeres, nadie decía nada”.
(También le puede interesar: Los detalles de la histórica imputación de la JEP contra seis excabecillas de las Farc por reclutamiento y violencia sexual intrafilas)
Todos estos hechos son expresiones de un orden de género en el que la voluntad de la mujer no tenía relevancia, acompañado de la creencia de que sus cuerpos y vidas estaban a disposición y para la satisfacción de los hombres.
“Nosotras las mujeres allá no teníamos voz, allá simplemente era lo que nos mandaran y ya y eso era todo, ellos decían que nosotras simplemente servíamos para… para la cama, para que les laváramos la ropa y no más"
Las niñas, por su condición de género y muchas veces producto del patrón de violencia sexual ejercido contra ellas (otros consecuencia de relaciones intrafilas), sufrieron un tipo de violencia diferente. Padecieron anticoncepción forzada, aborto forzado y malos tratos derivados de estos procedimientos, así como el asesinato y la desaparición de sus hijos neonatos y la entrega forzada de los bebés que pudieron nacer a otras familias, con la consecuente imposibilidad de ejercer su crianza. “Los hijos estaban totalmente prohibidos, allá estábamos para la guerra y no para parir (...) Es que eso lo decían ellos a boca abierta en las aulas o en las filas”, dijo una de estas mujeres.
Otros relatos revelan el machismo ejercido en este tipo de violencia, sobre todo en las formas de planificación forzada que recaían sobre las mujeres. Los métodos de anticoncepción, practicados de forma artesanal y atentando contra las combatientes, fallaban. Casos para los que estaban contemplados los abortos forzados.
“Eso era una regla, era un deber […] La que quedaba embarazada tenía que perder el bebé; se lo sacaban, quisiera o no quisiera; se lo sacaban, quisiera o no quisiera, le tocaba. Nunca dijeron ‘usted está embarazada, váyase para la casa’ o ‘si usted no quiere planificar se puede ir’. Se puede ir, pero por ahí para el hueco, sería lo único, porque nunca vi ni una mujer y una niña que se fuera para la casa”, contó una de las excombatientes.
Por su parte, los bebés que contra todo pronóstico lograban nacer eran asesinados, desaparecidos o 'regalados' sin consentimiento de la madre.“En el mes 10 del 2008 quedé embarazada y 8 meses después, el día 06 del mes 05 de 2009, me sacaron a mi hija en contra de mi voluntad. Mi hija nació viva y la escuché llorar, me la arrebataron de los brazos y la tiraron viva al río Guayabero”, relata otra de ellas.
Me decían que no tenía futuro’
Una directriz contemplada en el reglamento de las Farc prohibía la homosexualidad. En cumplimiento de ello, se tenía previsto una serie de castigos, entre estos el fusilamiento, para quien demostrara una orientación sexual diversa. Estas agresiones ejercidas contra niños y niñas reclutados, la JEP las agrupó en el patrón criminal de violencias por prejuicio.
“Las Farc, en cabeza del comandante ‘Manurio’, me decía que era maricón, que era gay, que era deshonra, que esa marica no tenía futuro para nada”, narró una de las víctimas. “El tiempo que pertenecí a las filas nunca llegué a conocer el caso de dicha persona con sexualidad diversa que fuera licenciada. Ellos al conocer este caso, les hacían consejo de guerra. Eran fusiladas porque en los estatutos nunca era permitido una persona homosexual”, dijo otra sobreviviente.
(Artículos relacionados: Los detalles del proyecto de ley que busca más garantías para los defensores de Derechos Humanos en Colombia)
“Todo el tiempo me recriminaron. A lo último se dieron cuenta que estaba con “Nelcy” y me hicieron consejo de guerra. Me amarraron un mes. Lisandro 'el diablo' pidió fusilamiento, los compañeros lo secundaron. Giovanni “Culebra visca” [sic] se opuso, dijo que la votación fue por miedo. […] “Gentil Duarte” dijo que por el proceso de paz, teniendo yo como 15 años, era grave que me fusilaran. Por eso no me fusilaron, pero fue por mi orientación”.
Sara Valentina Quevedo y María Alejandra González
Conforme a los criterios de