El Valle del Cauca está conmocionado por la muerte de una de las mujeres más respetadas en el ámbito de la cultura del departamento y que marcó a todo un país por su talento en el canto.
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Solo con recordarla surge en la memoria su voz, al ritmo del mar del Pacífico, cuando orgullosa le cantaba a Buenaventura y su Valle del Cauca.
La Negra Grande de Colombia, después de que había recibido la Gran Orden al Mérito Cultural, se había dedicado a su hogar. Solía ya bordar, dar clases de canto y de teatro y a disfrutar a sus familiares, refugiándose en su natal corregimiento de Robles, en Jamundí. Este es el municipio ubicado en el sur del Valle del Cauca.
Fue en mayo de 2009 que la Negra Grande de Colombia concedió una entrevista a EL TIEMPO, a la periodista Patricia Aley. Fue en ese momento, en que Leonor González salió por los corredores de su casa con una gran sonrisa, rompiendo 10 años de mutismo.
Para realizar esta entrevista la ubicamos después de dictar clases a niños de la región, muy cálida, vivaracha y generosa con sus recuerdos
“Doña Leonor González Mina era tan grande como su apelativo, artista consagrada, que compartía su saber con todos. Para realizar esta entrevista la ubicamos después de dictar clases a niños de la región, muy cálida, vivaracha y generosa con sus recuerdos. Descansa en paz”, dijo la periodista Aley, tras conocer la muerte de quien se constituyó en todo un ícono.
En la alcaldía de Jamundí informaron: "Jamundí despide con gratitud y profundo respeto a la Negra Grande de Colombia. Hoy nos llena de tristeza la partida de Leonor González Mina, una mujer que con su voz, talento y orgullo por nuestras raíces, se convirtió en un símbolo de la cultura colombiana".
"Desde la alcaldía de Jamundí extendemos nuestras condolencias a sus familiares, amigos y a todos los colombianos que admiraron su arte y su lucha por nuestra identidad", indicaron en esta Administración.
"El Valle del Cauca, el Pacífico y todo el país está de luto: se nos fue nuestra 'Negra Grande de Colombia', se nos fue Leonor González Mina", afirmó la gobernadora Dilian Francisca Toro.
"Hoy despedimos con profunda tristeza a una grande no solo como artista, bailarina, actriz y líder afrocolombiana, sino una gran mujer a quien recordaremos con cariño y admiración. Leonor no solo fue una voz única que llevó nuestras tradiciones al mundo, sino también un símbolo de lucha, orgullo y amor por nuestra cultura", sostuvo la mandataria.
"En vida pudimos honrar su legado en la miniserie ‘Leonor’ que hoy se convierte en la obra que inmortalizará su historia, su arte y su canto", indicó Toro.
Las palabras de Leonor González Mina
Los siguientes párrafos son apartes del artículo, en el cual, la Negra Grande dio declaraciones desde Robles a EL TIEMPO, en Jamundí, sin los reflectores de ese mundo del espectáculo y del arte:
"Los papás nunca esperamos que los hijos se mueran primero", decía Leonor, quien admitía que muchas veces enfrentó al fantasma del suicidio.
Jamundí despide con gratitud y profundo respeto a la Negra Grande de Colombia. Hoy nos llena de tristeza la partida de Leonor González Mina, una mujer que con su voz, talento y orgullo por nuestras raíces, se convirtió en un símbolo de la cultura colombiana
Pero, su hijo Juan Camilo y su nieta le recordaban que su papel en la tierra todavía no terminaba. "Pensé: tengo que irme a mi pueblo y ponerme a enseñar lo que sé", decía la artista, lista a destapar la caja de recuerdos". Al momento de la entrevista, Leonor González Mina tenía de 75 años.
Su historia estuvo marcada por sus padres, Leonor y Buenaventura, que soñaban con verla convertida en enfermera jefe u odontóloga.
A los 18 años, el folclorista Manuel Zapata Olivella, quien cruzó medio país para ver su talento por recomendación de su amigo Raúl González Mina, terminó por convencerla de seguirlo a la Unión Soviética con el grupo folclórico de su hermana Delia.
"Me volé. Como yo era la que iba a Cali a negociar el cacao de mi padre, un día dejé un poquito para mí. No quería irme sin nada y les dejé una cartica diciéndoles que había sacado unos centavitos y que me perdonaran", dijo la Negra Grande en aquella entrevista a EL TIEMPO.
Fue de esta manera que la artista dejó atrás a sus padres y a ocho hermanos para emprender el camino que la llevó hacia la fama.
Durante la entrevista, "Leonor sonreía al recordar que pasó de las caminatas a pie por las calles sin pavimento de Robles al frío del Viejo Continente; cómo su primera noche en París la pasó en un ascensor porque no supo abrir la puerta; los resbalones en las calles de Siberia donde, asegura con orgullo, fue la primera latina y negra en cantar en semejante helaje. Y cómo, rumbo a Polonia, conoció en un tren a Gabriel García Márquez".
El amor de la Negra Grande
A su regreso se había encontrado en la vida a Esteban Cabezas, periodista y publicista, que se convirtió en el amor de su vida. Con él rompió otra regla que despertó la ira de su padre, pues, sin pasar por iglesia, se fueron a vivir juntos.
Fue Esteban quien la motivó a estudiar canto, teatro y danza y quien le insistió al
fallecido hombre de radio Hernán Restrepo que la escuchara. Así se convirtió en la primera mujer que grabó música del Pacífico (Cantos de mi tierra y de mi raza, el que considera su mejor trabajo).
"La novedad de ver la primera carátula con una negra llamó la atención". Se hizo famosa con Yo me llamo cumbia, A la mina y Mi Buenaventura, pero había quienes preferían escuchar sus boleros y torbellinos.
"Leonor González Mina no solo estaba llamada para el canto. En la obra de graduación de teatro, el maestro Bernardo Romero Pereiro (qepd) descubrió ese otro talento que desvelaba a su madre: la actuación. Y escribió La negra chambimbe, monólogo en el que combinó todo lo que sabía", es otro de los apartes del artículo de EL TIEMPO.
"Cuando ya se defendía, el cine también la sorprendió. Estuvo bajo la lente de Bernardo Bertolucci; compartió escena con Bud Spencer y Trinity, así como con Franco Nero, quien asegura sabía que tenía los ojos azules más hermosos".
"Pero hasta ahí", había dicho Leonor en materia de hombres. Porque desde que partió cobijas con Esteban y decidió criar sola a sus hijos, tiene algo muy claro. "Cuando me separé, dijo: en esta casa solo se cuelgan calzoncillos y camisetas de mis hijos, de nadie más".
Una página que pasó con rapidez en la vida de Leonor González Mina fue la de la política, a la que llegó por la senadora Piedad Córdoba. Y comentó en ese 2009 que no sabía cómo logró más de 30.000 votos. En dos oportunidades intentaron sacarla, pero no pudieron a pesar de que tuvo que sortear dos conatos de infarto y uno de una trombosis.
Después, realizó un discreto papel en Un ángel llamado azul y se sumió en la crisis más horrible.
Recordó en ese instante que, casi sin poder caminar, llegó a Robles, donde se había dedicado a hablarles a sus matas, además de que aprendió a darles de comer a los pájaros que llegaban a su ventana y adonde llegó para amar la vida: "Aquí espero quedarme un buen tiempo hasta que, como dicen los muchachos, me toque chupar gladiolo", había dicho.
Cantaba en Francia
Leonor González Mina nació el 16 de junio de 1934, en Robles, Jamundí.
En 1958 comenzó a cantar frente a un escenario repleto. No estaba en su tierra, sino en el teatro Olympia de París (Francia) y lo hizo casi a la fuerza porque al público no le gustaban los baches entre los números de danza del ballet de Delia Zapata Olivella.
"Era una canción que compuso mi tío y la tradujeron al francés. No sabía ni 'mu' de ese idioma; alguien me enseñó a pronunciar la letra y, al momento de salir, entré en pánico. Tuvo que empujarme Manuel (Zapata Olivella) y quedé en medio del escenario", había dicho a la periodista Aley.
En ese momento, la joven bailarina se había quedado muda y solo ante el sonido alentador de los aplausos, su voz comenzó a fluir y entonó la canción en un idioma aprendido sobre la marcha.
Con el paso del tiempo, se convirtió en un símbolo de las comunidades afrodescendientes en el país, gracias a su voz dramática y potente que haría famosas canciones como Yo me llamo cumbia, A la mina o Navidad negra".
"Me di cuenta de que cantaba a los 5 años de edad", había dicho Leonor, quien partió a los 90 años, dejando a una región con el corazón triste, pero a la vez agradecido por el legado de una mujer que dejó en el alto el folclor colombiano.
CAROLINA BOHÓRQUEZ Y PATRICIA ALEY