Leonor Zalabata (Jewrwa, 1954) es embajadora de Colombia ante las Naciones Unidas en uno de los períodos más críticos para el multilateralismo y la cooperación internacional. La llegada de Donald Trump al poder, sumada al resurgimiento de conflictos en diversas partes del mundo, plantea enormes desafíos para la líder indígena del pueblo Arhuaco.
En diálogo con EL TIEMPO, la diplomática -la primera mujer indígena en ocupar ese cargo- destacó que, aunque el desafío no es exclusivo del gobierno de Estados Unidos, el ascenso de gobiernos autoritarios en diversas partes del mundo ha generado un cuestionamiento profundo de los principios que sustentan los principios del derecho internacional.
¿Cómo percibe la situación de la ONU en este momento? ¿Cree que el organismo está preparado para enfrentar los retos que se avecinan bajo la administración del presidente Trump, especialmente en términos de multilateralismo y cooperación internacional?
Considero que no es únicamente la nueva administración de Estados Unidos. Hay por todo el mundo varios gobiernos de corte autoritario que parecen haberse convencido de que el poder otorga derechos y que el derecho internacional es una camisa de fuerza de la cual hay que liberarse para poder defender sus intereses nacionales. Lo preocupante no es que se busque desconocer el multilateralismo, eso ha pasado en ocasiones anteriores y hemos salido adelante. Lo grave es que se intente utilizar el multilateralismo para retroceder en el tiempo. Hay claros intentos aquí en la ONU de retornar a posiciones ya superadas y a desconocer avances y lenguajes que le han costado mucho a la humanidad, como es el caso emblemático de la igualdad de género o los derechos sexuales y reproductivos. Pienso que a los gobiernos progresistas, como el nuestro, les corresponde ser firmes y unirse para resistir estos embates. La ONU y los demás organismos multilaterales tienen las herramientas para hacerle frente a esta situación, pero debemos ser los Estados quienes tomemos la iniciativa.
Colombia es un miembro fundador de las Naciones Unidas desde 1945. Foto:Michael M. Santiago. AFP
¿Colombia cómo está haciéndole frente a la crisis del multilateralismo actual, particularmente frente a las crecientes tensiones globales y la caída en la financiación?
Nosotros seguimos apostándole al multilateralismo y la cooperación internacional. Hacemos presencia en múltiples foros internacionales porque creemos en ellos y defendemos posiciones de avanzada sobre temas de enorme actualidad, como los combustibles fósiles, los canjes de deuda, la acción climática, la inteligencia artificial y, por supuesto, la paz, siempre la paz.
Colombia pidió ante la Comisión de Estupefacientes de la ONU excluir la hoja de coca de la lista de sustancias más dañinas, ¿ve cercano que eso ocurra?
En marzo de 2023, Bolivia anunció su decisión de solicitar a Naciones Unidas un proceso de revisión crítica de la clasificación de la hoja de coca como estupefaciente de la Lista I de la Convención de 1961, que la equipara con sustancias sumamente dañinas y adictivas, como la heroína o incluso el fentanilo, y la pone en la mira del sistema de control de drogas establecido. Colombia, por petición expresa del presidente Petro, se adhirió a esta solicitud en 2024. La revisión es responsabilidad de un comité de la Organización Mundial de la Salud, que debe producir unas recomendaciones en octubre de este año, para que la Comisión de Estupefacientes de la ONU finalmente adopte una decisión al respecto en marzo de 2026.
Colombia ha hecho un esfuerzo juicioso que involucra a varios ministerios en articulación con organizaciones de la sociedad civil para entregar nuevos insumos a los expertos del Comité para que realicen su análisis. Además, hemos hecho una ofensiva pedagógica, diplomática y cultural en este mismo sentido. Aquí es clave tener en cuenta que la actual clasificación de la hoja de coca se hizo hace seis décadas con base en una evaluación poco científica y motivada por prejuicios racistas y desarrollistas. Nuestra esperanza es que la nueva información científica disponible logre demoler las preconcepciones y las mentiras que se han construido en torno a una planta que los pueblos de nuestro continente han aprovechado por sus cualidades medicinales, espirituales y su altísimo valor nutricional desde hace más de 8.000 años.
¿Qué otros cambios consideran fundamentales en la política global de drogas?
Está demostrado que el actual sistema, basado en la prohibición y la represión, no es sostenible ni en términos económicos, ni sociales, ni ambientales. La guerra contra las drogas ha dejado una estela de muerte y dolor en muchos países, y en Colombia hemos sufrido en carne propia sus elevadísimos costos humanos y sociales. Los Estados deben hacer prevalecer sus obligaciones en materia de derechos humanos a la hora de implementar sus políticas de control de drogas: la vida, la salud, el bienestar y la dignidad de la población debe primar. El sistema de fiscalización y control de drogas a nivel internacional está en mora de actualizarse en este sentido.
Creemos que el mundo debe avanzar hacia un sistema cuyas políticas estén respaldadas por la ciencia y la evidencia, que sea preventivo y tenga un enfoque de género, que proponga soluciones de reducción de daños y se libere de los estigmas. Además, en el caso colombiano, que respete la sabiduría y las tradiciones culturales de los Pueblos Indígenas. De hecho, hace pocos días Colombia logró un éxito diplomático importante en la Comisión de Estupefacientes en Viena, al aprobarse una resolución que ordena establecer un panel de expertos para estudiar nuevas aproximaciones al control internacional de drogas.
Laura Sarabia pidió excluir la hoja de coca de lista de sustancias dañinas. Foto:Minjusticia
Sigue creciendo el ruido sobre la no extensión del mandato de la misión de verificación de la ONU por parte del Consejo de Seguridad, ¿cómo analiza esa situación?
Por decisión del Consejo de Seguridad, el mandato de la Misión de Verificación va hasta el 31 de octubre de este año. Este respaldo, que se ha mantenido por unanimidad desde la firma del Acuerdo de Paz, es un reconocimiento de los miembros del Consejo de Seguridad y de la ONU a Colombia como un caso ejemplar en el mundo —aún sin estar exento de grandes dificultades— en materia de solución negociada de los conflictos.
Parte de nuestra labor aquí en Nueva York es mantener un diálogo fluido, franco y permanente con todos los miembros del Consejo de Seguridad, lo cual nos permite conocer y atender sus preocupaciones e inquietudes. En ese sentido, trabajamos con mucha convicción para que nuestro país siga contando con ese apoyo histórico y solidario de la comunidad internacional y del Consejo de Seguridad, que es de vital importancia para Colombia.
Nuestros destinos van de la mano: la consolidación de la paz en Colombia será un éxito del Consejo de Seguridad, e igualmente, un eventual fracaso de la paz en nuestro país significaría un duro fracaso para ese órgano. Cabe recordar, frente a las informaciones que circulan, que la Cancillería en Bogotá y nuestro equipo en la Misión Permanente de Colombia ante la ONU en Nueva York trabajan en el manejo de este tema de manera coordinada bajo la orientación del presidente Petro y son las instancias competentes para informar sobre cualquier desarrollo.
Colombia está en plena campaña para ser elegida miembro del Consejo de Seguridad. ¿Qué tan cerca ve que Colombia sea elegida?
Consejo de Seguridad de ONU, sitio al que Colombia va cada 3 meses a presentar avances sobre la paz. Foto:Naciones Unidas
No quiero sonar triunfalista, pero yo soy muy optimista sobre esto. Colombia inscribió su candidatura hace ya varios años en el marco del Grupo de América Latina y el Caribe, donde el presidente Petro tiene un prestigio bien ganado. A la fecha, todos los integrantes del grupo regional nos están apoyando. Y en cuanto al resto de mundo, estamos manteniendo contactos permanentes, tanto aquí en Nueva York como en Bogotá y en otras capitales, por parte de la Canciller y los viceministros, con países de las otras regiones, de los cuales también hemos recibido mensajes de apoyo. El mundo confía en que Colombia estará a la altura y contribuirá en forma significativa a la labor del Consejo de Seguridad, bajo nuestro lema: “Experiencia construyendo paz”.
¿Cuáles serían las prioridades si Colombia logra ser elegida en esta instancia?
Primero, seguir posicionando a Colombia como un agente de cambio en el plano internacional y un abanderado de las grandes causas de la humanidad. Segundo, cumplir con el compromiso que hemos hecho con los países del sur global, nuestros socios naturales, de defender sus intereses en la agenda de trabajo del Consejo. Tercero, hacer todo lo posible por mantener la cohesión que ha mostrado el Consejo en relación con la implementación del Acuerdo de Paz de 2016 y el funcionamiento de la Misión de Verificación.
La posición de Colombia frente a Palestina ha sido criticada desde sectores de oposición, ¿se mantendrán en la postura de romper relaciones con Israel?
Colombia está comprometida con la paz y rechaza todo acto de violencia. Por lo tanto, el presidente Petro ha reiterado una posición de principio: Colombia no puede ser cómplice de un genocidio ni ser indiferente frente al terrible sufrimiento de millones de personas en Palestina.
Desde antes del rompimiento de las relaciones diplomáticas con Israel, nuestro país ha propugnado por una solución dialogada: el alto del fuego permanente, la liberación de las personas retenidas por todas las partes, el ingreso sin impedimentos de ayuda humanitaria a la Franja de Gaza y, eventualmente, el establecimiento de dos Estados con fronteras reconocidas por la comunidad internacional. En Naciones Unidas hemos respaldado firmemente todos los esfuerzos para aliviar la crisis humanitaria generada por el cerco israelí sobre Gaza, y hemos exigido a Israel respetar el derecho internacional humanitario, los derechos humanos, e implementar las resoluciones de la Asamblea General y del Consejo de Seguridad, y las decisiones de la Corte Internacional de Justicia.
El gobierno colombiano ha condenado los bombardeos de Israel en la Franja de Gaza. Foto:EFE
Con el mismo objetivo, Colombia se unió al nuevo Grupo de La Haya y hemos intervenido ante la Corte Internacional de Justicia tanto en el caso de Sudáfrica contra Israel por violación de la Convención para la Prevención y la Sanción del Genocidio, como en el trámite de Opinión Consultiva sobre los efectos jurídicos de la ocupación israelí, y el más reciente sobre las obligaciones de Israel frente a la presencia de la ONU en el territorio palestino ocupado, cuyas audiencias iniciarán el próximo 28 de abril. También hemos hecho presencia en procesos de la Corte Penal Internacional por los crímenes cometidos por Israel en territorio palestino.
Hoy tenemos un panorama desolador en la Franja de Gaza, pero también en Cisjordania, agravado por las inaceptables restricciones al ingreso de ayuda humanitaria, incluyendo el escandaloso veto israelí a las actividades de la Agencia de las Naciones Unidas para los refugiados palestinos (UNRWA). El presidente Petro ha llamado reiteradamente a una conferencia internacional sobre Palestina que, finalmente, va a tener lugar en junio en la sede de la ONU en Nueva York. Seguiremos participando en todos los espacios multilaterales que busquen ponerle fin al genocidio y allanar el camino para que ambos Estados puedan vivir en paz.
La revisión de la arquitectura de la Comisión de Consolidación de Paz (PBC) en esta coyuntura es un tema crucial. ¿Qué propuesta tiene Colombia para mejorar el trabajo en esa instancia?
La Comisión de Consolidación de la Paz sirve como el foro principal para acercar a todos los países y partes interesadas para intercambiar experiencias y apoyar a los países que atraviesan situaciones de fragilidad, conflicto y postconflicto en asuntos de consolidación de la paz. La PBC además es un órgano asesor que da recomendaciones al Consejo de Seguridad, y actúa como puente entre los diferentes órganos de la ONU, fomentando un enfoque más holístico sobre paz, desarrollo y derechos humanos.
El presidente Petro ha propuesto cumbres en pro de alcanzar la paz en territorios en guerra. Foto:Presidencia
Colombia asumió en enero como miembro de la PBC en un año importante que marca los 20 años de creación de la Comisión. Buscaremos la revisión de la arquitectura de la consolidación de la paz para que la PBC se fortalezca institucional y funcionalmente.
También es importante para nosotros reforzar un enfoque de prevención que aborde las causas estructurales de la violencia y los conflictos, así como lograr que el financiamiento para la consolidación de la paz (del cual Colombia se ha beneficiado) sea adecuado y sostenible.
Por último, Colombia trabajará por avanzar en las agendas de mujeres, paz y seguridad y de jóvenes, paz y seguridad, y por mejorar la participación efectiva de la sociedad civil y de los constructores de paz locales en todas las etapas de la consolidación de la paz, desde la prevención hasta la medición del impacto.
Este año se celebran los 80 años de la ONU, ¿qué significa para Colombia esta conmemoración y cómo considera que la elección del nuevo secretario general en 2026 afectará el rumbo de la organización?
La ONU sigue siendo el principal punto de encuentro para promover la paz, la inclusión, el desarrollo sostenible y los derechos humanos a nivel global. La conmemoración de los 80 años de la ONU servirá para reafirmar la importancia de este foro en medio de una coyuntura complicada, con conflictos violentos y vientos de autoritarismo en varias regiones del mundo.
António Guterres ha tenido una gestión muy favorable, y ha impulsado temas urgentes como la inclusión, la desigualdad y la crisis ambiental. Ha sido un gran amigo de Colombia, apoyando nuestro proceso de paz e iniciativas nacionales importantes como la visita del Consejo de Seguridad y la celebración de la COP16 en nuestro país. A nosotros nos gusta la idea de que la nueva secretaria general pueda ser una mujer y, aún mejor, que sea una mujer latina. Esto pondría la lupa sobre los rezagos históricos en materia de género y desigualdad en nuestra región.
Algunos sectores señalan que el presidente Petro enfrenta serios desafíos para ganar credibilidad en el ámbito internacional con la llegada de Trump. ¿Cómo evalúa usted la percepción del jefe de Estado en la ONU?
De hecho, considero que en realidad es todo lo contrario: el viraje radical del gobierno de Estados Unidos, con efectos severos que ya se sienten en distintos ámbitos, pone de plano la relevancia de nuevos líderes que aboguen por la cooperación y el respeto entre naciones, y que defiendan el multilateralismo y las reglas de juego establecidas.
Las posiciones regresivas de un puñado de líderes que hoy niegan el cambio climático, que utilizan discursos violentos o que pretenden restringir los derechos humanos, tienen el efecto inverso de motivar a los países pequeños a buscar nuevas alianzas y a cerrar filas contra la arbitrariedad.
Petro, así les cueste a algunos aceptarlo, es visto en el ámbito internacional como un líder activo, con posiciones de vanguardia en temas como la justicia climática, la financiación al desarrollo y la paz, y como una voz potente que logra poner en la agenda las reivindicaciones del sur global.
Trump firmó hace un mes un decreto para sacar a EE. UU. del Consejo de Derechos Humanos de la ONU.
Foto:Getty Images via AFP
Colombia ha tenido un papel destacado en la promoción de la política exterior feminista. ¿Cómo se están implementando las políticas de género en la diplomacia colombiana?
La política exterior feminista de Colombia tiene un enfoque claramente participativo e interseccional, que es quizás su aspecto más innovador: nuestra política es feminista y pacifista y se articula con la búsqueda de la justicia social y ambiental en espacios internacionales como la ONU. Esto ha generado un reconocimiento importante en varios espacios. Somos muy activos en este campo. Hace pocos días, por ejemplo, Colombia asumió la copresidencia —junto a Francia— del grupo de Política Exterior Feminista en Naciones Unidas de Nueva York.
¿Qué balance hace personalmente de este tiempo frente a la misión colombiana?
La Misión de Colombia cumple un rol muy importante de promoción de los intereses nacionales en todos los escenarios multilaterales que se congregan en el marco de la ONU en Nueva York. Nuestro equipo a lo largo de estos dos años y medio ha hecho una excelente labor al elevar el perfil de Colombia en estos espacios clave de cooperación y multilateralismo, poniendo al día nuestras posiciones nacionales ante los nuevos retos y preocupaciones que enfrenta el mundo hoy.
He contado con un equipo de profesionales muy preparado que se sintonizó rápidamente con los nuevos planteamientos de este gobierno que, valga decir, están en completa armonía con los principios rectores de Naciones Unidas y su espíritu progresista y pacifista.
Además de los temas ya mencionados, la lucha contra la crisis climática y de pérdida de biodiversidad, así como insistir en el nexo entre deuda y medio ambiente, han sido líneas orientadoras de nuestra política exterior y una prioridad personal en el trabajo diario de la Misión Permanente.
Hemos tenido una participación importante en las principales reuniones de medio ambiente en los últimos años: la Cumbre del Agua, la Cumbre de los ODS y la Cumbre de Ambición Climática en 2023, las dos últimas con la participación del presidente Petro. Nuestro papel en la presidencia de la COP16 de biodiversidad, que tuvo una participación histórica de la sociedad civil, el lanzamiento de la Declaración por la Paz con la Naturaleza, la ratificación del Acuerdo de Escazú y la firma del Acuerdo para la conservación y uso sostenible de la biodiversidad en altamar también son hitos importantes.
La embajadora Zalabata presentó sus cartas credenciales ante António Guterres en octubre de 2022. Foto:ONU
¿Qué metas se traza de aquí a agosto de 2026, fecha en que se acaba este periodo presidencial?
En particular, el equipo que dirijo en la Misión procura todos los días respaldar la visión del secretario general de contar con una ONU más relevante que nunca, que actúe como plataforma de un multilateralismo más inclusivo y eficaz; que responda a las preocupaciones actuales en los ámbitos de la seguridad, la acción por el clima, el desarrollo sostenible, los derechos humanos y el imperativo humanitario.
La Misión de Colombia trabaja con una profunda motivación por defender la Política Exterior del Gobierno Nacional, con posiciones vanguardistas en torno a la paz y el respeto por los derechos de todos y todas. Esta labor da frutos discretos pero trascendentales: estamos dando la pelea por un futuro más pacífico, saludable, justo y próspero.
CAMILO A. CASTILLO
Redacción Política
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