Además de definir el nombre del próximo ocupante de la Oficina Oval, las elecciones en Estados Unidos también determinarán el control del poderoso legislativo estadounidense, actualmente encabezado por los republicanos en la Cámara de Representantes y los demócratas en el Senado, otra fiera batalla que librarán ambos partidos y que todo indica que será resuelta por el más estrecho de los márgenes.
Conforme a los criterios de
En la mitad de la disputa hay dos colombo-estadounidenses ubicados en orillas opuestas y que, probablemente, marcarán la diferencia entre ganadores y vencidos.
Se trata de Rubén Gallego, nacido en Chicago pero de madre colombiana, y Bernardo Moreno, hermano del expresidente del Banco Interamericano de Desarrollo Luis Alberto Moreno, oriundo de Bogotá y radicado en Estados Unidos desde que tiene cinco años.
En el ala republicana se encuentra Moreno, que cuenta con el respaldo del expresidente Donald Trump, y ganó en junio pasado la nominación del partido para representarlo por una de las curules al Senado que le corresponde al estado de Ohio -en EE. UU. cada estado tiene dos senadores- donde se medirá al demócrata Sherrod Brown, quien actualmente ocupa este asiento en la Cámara Alta.
Por su parte, Gallego, actualmente representante a la Cámara, fue nominado por los demócratas para competir por una de las curules al Senado por Arizona que antes ocupaba Kystern Sinema, demócrata que luego se ubicó como independiente y se retiró.
Gallego enfrentará a Kari Lake, la elegida por los republicanos y que también cuenta con el respaldo de Trump.
El resultado de esas dos carreras -Gallego en Arizona y Moreno en Ohio- bien podría determinar las mayorías en el Senado para cada uno de sus partidos debido a que si bien, en este momento, los demócratas tienen el poder en la Cámara Alta, su mayoría es pírrica (51 curules -incluyendo la de Sinema y Brown versus 49 de los republicanos), dado el talante conservador de estos dos estados, los republicanos creen que en ellos está la clave de su regreso al poder. En el caso de los demócratas, su supervivencia también depende, en buena parte, de este resultado.
Las encuestas más recientes favorecen a Gallego en Arizona con un 50 por ciento de respaldo frente a un 46 por ciento de Lake.
En Ohio, Brown va adelante del colombiano, pero por 1,5 puntos porcentuales (47,6 Vs. 46,1). En cualquier caso, un triunfo de alguno de los dos, o de ambos, sería histórico, pues marcaría la primera vez que un colombiano llega al senado estadounidense. Y, de paso, lo coronaría como el nacional que más lejos ha llegado en la política de este país.
Gallego, de 44 años, es un firme defensor de la vicepresidenta Kamala Harris y fiel representante del ideario demócrata en temas como la protección del derecho al aborto, la diversidad de género y la causa de los inmigrantes ilegales.
Moreno, por el contrario, es un trumpista pura sangre que si bien denigró del expresidente en el pasado (lo comparó con Adolf Hitler en algún momento) es de los que piensa que a Trump le robaron las elecciones en el 2020, cataloga a los inmigrantes indocumentados de “criminales” y se opone al aborto “sin excepciones”.
Rubén Gallego, la herencia del sueño americano
Sus historias de vida son igualmente contradictorias.
La de Gallego es, de alguna manera, un epítome del sueño americano. Según narró en una entrevista con este diario, su abuelo migró a EE. UU. en los años 70 buscando nuevas oportunidades. Inicialmente, viajó a Nueva Jersey empleándose en una fábrica de zapatos y, con el tiempo, se trajo a su esposa e hijos, entre los que estaba la mamá de Gallego que, años después, se casaría con un mexicano.
De esa unión nació el hoy representante a la Cámara y otros tres hermanos. Pero, su padre los abandonó y fue su madre -junto a sus abuelos- quien lo sacó adelante y lo apoyó para que estudiara en Harvard, universidad de donde se graduó gracias a becas y el apoyo financiero de su familia materna.
Tras graduarse, se enlistó en los marines poco después de los atentados terroristas del 2001 y terminó combatiendo en la guerra de Irak entre los años 2003 y 2004. Un conflicto que le cambió la perspectiva y que lo llevó a meterse en la política. Primero, como concejal y congresista local en Arizona y, luego, como representante a la Cámara, cargo que todavía ocupa y a donde llegó en 2015.
Posición desde donde ha respaldado la entrega de recursos para Colombia y los acuerdos de paz que se firmaron con las Farc en el 2016.
Bernardo Moreno, un visionario empresario
Moreno, por su parte, es hijo de un reconocido cirujano colombiano (Bernardo Moreno) que fue director del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar durante el gobierno de Misael Pastrana Borrero (1970-1974).
La familia emigró a Fort Lauderdale (Florida) en 1972 cuando él tenía 5 años, radicándose inicialmente en un apartamento que ya tenían en esa ciudad.
En entrevistas que ha concedido, Moreno señaló que proviene de una familia acomodada y de clase alta. De hecho, en una de ellas dijo que su madre optó por mudarse a Florida, pues discrepaba de los privilegios con los que estaban creciendo sus hijos, rodeados por empleados del servicio y lujos.
Una historia algo ambivalente debido a que en otros artículos ha descrito su salida del país como “forzada” por las condiciones de seguridad de entonces y en busca de mejores horizontes. Incluso, se equiparó en algún momento con la causa de los cubanos que huían del régimen de Fidel Castro.
En todo caso, no hay duda de que pasaron trabajo pues su padre se tuvo que emplear inicialmente como asistente de cirugía, ya que no tenía título para ejercer medicina en EE. UU., mientras su madre se dedicó a la finca raíz, creando con los años un exitoso negocio inmobiliario.
A los 18 años, Moreno se convirtió oficialmente en ciudadano de EE. UU. y luego se matriculó en la Universidad de Míchigan. Tras su grado pasó a trabajar a la General Motors y de allí a Boston, donde fue gerente de un concesionario de carros Saturn. De ambas experiencias laborales sacó la idea que lo convertiría en un exitoso empresario.
En el 2005 se mudó a Cleveland, Ohio donde compró su primer concesionario de vehículos de alta gamma que luego fue expandiendo hasta convertirlo en una gran empresa, Collection Auto Group, que agrupa a muchos concesionarios de la zona y de la cual fue presidente durante más de una década.
En el 2019, sin embargo, Moreno vendió parte de su emprendimiento para dedicarse a Ownum, una compañía que se concentra en el mercado de las criptomonedas. De esa venta, dicen medios en EE. UU., habría sacado por lo menos “un par de cientos de millones de dólares” y que le habrían servido para financiar una primera candidatura al Senado en el 2022 -que perdió frente a J.D. Vance, actual compañero de fórmula de Trump- y la actual.
En cierto sentido, la historia de Moreno es otra versión del mismo sueño: la de un niño inmigrante que llegó a EE. UU. y, gracias a su talento y sagacidad para los negocios, terminó millonario y ahora aspirante a uno de los cargos con más poder en el país.
Dos colombianos que han llegado muy lejos en Estados Unidos y que hoy, en esquinas opuestas, también son protagonistas de primer nivel en las elecciones 2024.
SERGIO GÓMEZ MASERI - Corresponsal de EL TIEMPO - Washington