Entre tambores, insultos y protestas: así ha sido la presencia de 'El Mono' Martínez en el Concejo de Santa Marta

hace 4 horas 32

En Santa Marta, el nombre de Miguel Martínez Olano, conocido como “El Mono”, ya no remite a un concejal más. Es un fenómeno, un personaje, una figura mediática que ha convertido el Concejo Distrital en su principal escenario de batalla y protesta.

El último episodio —que lo mostró siendo sacado por la fuerza entre cuatro policías, con la ropa desgarrada y lanzando improperios— fue la gota que rebosó el vaso para sus detractores y, paradójicamente, un nuevo empujón de popularidad para sus seguidores.

El video de su expulsión violenta, ocurrido en pleno recinto del Concejo, recorrió los medios nacionales durante todo el miércoles. La imagen de un concejal semidesnudo, forcejeando, mientras gritaba que lo estaban censurando, desató una ola de indignación institucional… y de aplausos en redes sociales.

Un historial marcado por la controversia

Desde que llegó al Concejo en 2024, El Mono ha protagonizado una serie de episodios que, en cualquier otra parte del país, habrían causado sanciones inmediatas.

Se presentó a sesiones en bermuda, interrumpió debates con tambores, lanzó acusaciones sin pruebas contra colegas, e incluso insultó directamente a funcionarios y periodistas. Su estilo es crudo, sin filtros, pero —según él— “honesto y popular”.

Concejal de Santa Marta.

Concejal de Santa Marta. Foto:Redes sociales

Una de sus frases más recordadas fue durante un debate sobre el sistema de alcantarillado de la ciudad: “Santa Marta no aguanta un mojón más. Aquí hay que ponerle pico y placa a la mierda”.

Sus intervenciones, más cercanas a un show de comedia que a la deliberación política, lo han alejado de la mayoría de sus colegas. Pero también lo han acercado a sectores de la ciudadanía que sienten que nadie más los representa.

Una seguidilla de escándalos

En el 2024, tuvo un encontronazo con el concejal José Alfredo Ordóñez, quien lo criticó por “poco serio”. Martínez replicó:

“No te digo nada cuando llegas borracho al Concejo, ¿o es que estás enamorado de mí?”

Ese mismo tono lo ha sostenido con otros colegas a los que llama drogadictos, ladrones y corruptos. Igualmente a funcionarios, alcaldes y exgobernadores. Llamó “rata” a Carlos Caicedo y amenazó por redes sociales a un exsecretario de Hacienda, Lucas Gutiérrez, que terminó denunciándolo penalmente.

Captura de video

Cuatro policías tuvieron que sacar al concejal del recinto. Foto:Captura de video

Durante el debate del Plan de Desarrollo en marzo de 2025, El Mono pidió la palabra. No se la dieron. Golpeó el escritorio como si fuera una tambora, interrumpió la sesión y gritó hasta quedar afónico. El presidente del Concejo tuvo que suspender la sesión. Los presentes lo veían entre indignación, risa nerviosa y respaldo.

El choque con el presidente del Concejo

Pedro Gómez, presidente actual del Concejo, explotó tras los hechos más recientes. En sus declaraciones a EL TIEMPO dijo:

“Mientras yo esté a la cabeza del Concejo, no voy a permitir que Miguel Martínez siga literalmente perrateándose los debates y haciendo lo que le da la gana. Acudiré al partido para que le hagan un llamado de atención, a la Procuraduría para que le apliquen una sanción disciplinaria, y a la Fiscalía porque también he sido víctima de sus improperios y señalamientos. Me ha dicho narcotraficante y corrupto sin ninguna prueba”.

Gómez denunció que el comportamiento de Martínez no solo afecta la dignidad del Concejo, sino que ha deteriorado gravemente la imagen institucional frente a los ciudadanos:

“La gente cree que aquí no se hace nada. Y es en parte por la forma como este señor ha degradado el recinto. No todo vale en nombre del pueblo”

La defensa del Mono: “me la tienen montada”

Por su parte, Miguel Martínez no se arrepiente. En su defensa, asegura que lo persiguen por no ser parte de la rosca:

“A mí me tienen la guerra montada porque yo no soy de los que se quedan callados. No me compro, no comparto los ideales de muchos aquí que solo vienen a levantar la mano. Si defender al pueblo me cuesta la ropa, el puesto y hasta los dientes, estoy dispuesto”.

Las aguas residuales generaron caos y molestia.

Las aguas residuales generaron caos y molestia del concejal Martínez. Foto:Roger Urieles

También ha dicho que su estilo no es vulgar, sino directo, y que no será domado por las formas tradicionales de hacer política. Para sus seguidores, él es una especie de Robin Hood caribeño. Para sus detractores, un bufón con curul.

Opinión experta: ¿rebeldía legítima o daño institucional?

El analista político Fernando Giraldo, profesor universitario, ofrece una mirada crítica:

“Lo que ocurre con Miguel Martínez es preocupante. Puede tener razones en sus denuncias, pero las formas que utiliza —el escándalo, la vulgaridad, la confrontación permanente— están destruyendo el tejido institucional. Representar al pueblo no significa dinamitar las normas. El populismo mediático da votos, pero también genera caos”.

Lo que ocurre con Miguel Martínez es preocupante. Puede tener razones en sus denuncias, pero las formas que utiliza —el escándalo, la vulgaridad, la confrontación permanente— están destruyendo el tejido institucional. Representar al pueblo no significa dinamitar las normas. El populismo mediático da votos, pero también genera caos

Fernando GiraldoProfesor universitario

Giraldo advierte que si el Concejo no impone límites claros a este tipo de comportamiento, puede quedar completamente deslegitimado ante la opinión pública:

“La gente ve el Concejo como un escenario de gritos y peleas, no de deliberación democrática. Eso termina haciendo que la ciudadanía pierda fe en todas las instituciones”.

La figura de Miguel Martínez divide profundamente a Santa Marta. Tiene miles de seguidores en redes sociales que lo aplauden, lo defienden, lo llaman “el único con pantalones”. Pero la pregunta que se impone es: ¿a costa de qué?

Porque, según expertos en política regional, una cosa es señalar la corrupción o denunciar el abandono social. Otra, muy distinta, es convertir el recinto del Concejo en un campo de batalla personal.

“Mientras El Mono grita y crece en popularidad, la gobernabilidad y la institucionalidad se debilitan”, puntualizó Giraldo.

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