Este martes 5 de noviembre, Estados Unidos decidirá quién dirigirá la mayor economía del mundo por los próximos cuatro años, si el expresidente republicano Donald Trump o la actual vicepresidenta demócrata, Kamala Harris.
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Catalogados como los comicios más apretados de la historia, las propuestas de país que promueve cada candidato también navegan en las antípodas que incluso los han llevado a acusarse mutuamente en temas de gran envergadura como la crisis fronteriza por la migración ilegal, la situación económica que ha acentuado las desigualdades sociales, los derechos reproductivos y la manera de abordar las crecientes guerras que se libran en el exterior.
Estas son las cinco propuestas claves de los aspirantes a la Casa Blanca.
Impuestos, en el eje de la discusión económica
Mientras que Donald Trump le apunta a bajar los impuestos a grandes empresas con el objetivo de elevar las vacantes de empleo, Kamala Harris propone aumentar los impuestos a las grandes corporaciones, así como a las personas más ricas en Estados Unidos.
El republicano, buscará, así como lo hizo en su primer mandato, impulsar los beneficios tributarios a corporaciones con recortes a impuestos y una desregulación de las políticas económicas. Pero, mientras que en 2017, cuando asumió las riendas del país, redujo del 35 al 21 por ciento los impuestos a las empresas, esta vez su promesa es llevarlo al 15 % para aquellas empresas que fabriquen sus productos en Estados Unidos. Asimismo, busca hacer recortes en los impuestos a la seguridad social.
Para compensar el dinero que se dejará de recibir de esos tributos, Trump propone aumentar los impuestos a todas las importaciones, especialmente aquellas provenientes de China, hasta en un 20 por ciento.
Por el contrario, Kamala Harris propone que las personas con más de 100 millones de dólares en activos paguen un impuesto del 25 por ciento. En el caso de las empresas subiría del 21 al 28 por ciento.
La demócrata busca utilizar esta recaudación en iniciativas que beneficien a la población más vulnerable como aumentar el salario mínimo, ampliar los créditos para la niñez, para los compradores de vivienda, entre otras inversiones públicas y de infraestructura. También promete reducirle los impuestos a aquellos que ganen menos de 400.000 dólares al año.
Migración, ¿reforma o mano dura?
En este apartado, Harris aboga por una reforma migratoria. La vicepresidenta busca volver a presentar el proyecto de ley fronterizo que fracasó dos veces en el Senado y que proponía, entre otras cosas, establecer una herramienta del cierre de la frontera al superar cierta cantidad de ingresos, así como la asignación de fondos para controlar la presencia de migrantes ilegales en Estados Unidos. Aquí, justamente, el desafío en encontrar las mayorías parlamentarias para lograrlo.
Harris también busca enviar ayudas para promover oportunidades económicas y reducir la violencia en Centroamérica, alegando que así se atacaría la raíz de la migración. Otras propuestas incluyen expandir los accesos para permisos de ingreso, brindar ayuda legal, restaurar centros de acopio y ofrecer políticas para apoyo a niños que ingresan ilegalmente.
Por su parte, Trump promete hacer la “mayor deportación en la historia” del país, fortalecer las fronteras y extremar las medidas para el ingreso, tanto legal como ilegal, argumentando que la entrada irregular ha elevado la criminalidad en Estados Unidos, algo rebatido por sendos estudios que señalan que los migrantes son la población que menos se ve involucrada en actos criminales.
Para lograr esto, Trump recurriría a la ley sobre extranjería y sedición de 1798 que permite saltarse procesos para la deportación de personas. También pedirá instaurar la pena de muerte a migrantes que asesinen estadounidenses, eliminaría la ciudadanía de nacimiento para los hijos de inmigrantes ilegales, expandiría el veto a personas que provengan de países “plagados por el terrorismo” y reversaría varias políticas aprobadas durante la administración Biden.
Política exterior, ¿quiénes perderían el apoyo de Estados Unidos?
Si bien ambos candidatos se han mostrado alineados en mantener la postura actual de Estados Unidos frente al conflicto en Medio Oriente y la invasión rusa en Ucrania, han marcado ciertas diferencias, en especial, en cómo abordar las situaciones.
De ser elegido, Trump reevaluará el rol de Estados Unidos en la Otán y consideraría reducir su participación en el bloque, al cual criticó duramente durante su presidencia. Y, pese a que afirmó que acabaría el conflicto en Ucrania convirtiéndose en el gran mediador, ha insistido en que no proporcionará más ayudas a Kiev.
Sobre Israel, Trump mantiene un ferviente apoyo contra los enemigos de ese país, así como una postura agresiva hacia Irán, a la que acusa de ser “el mayor exportador del terror en el mundo”.
Por su parte, Harris mantendrá una política continuista, garantizando el respaldo a la Otán y la participación de Washington en la alianza. También ha manifestado que apoyará la defensa de Ucrania, “por el tiempo que sea necesario”.
En cuando al conflicto en Oriente Medio, Harris respalda el “defender la seguridad de Israel”, ha manifestado su rechazo a la violencia contra los palestinos y civiles, por lo que promoverá avances diplomáticos y la búsqueda de un cese al fuego, especialmente en Gaza.
Salud, la gran incógnita de los planes de gobierno
Pese a que ninguno de los candidatos ha dado a conocer un plan concreto en materia de salud, ambos buscan ampliar la cobertura de acceso a la atención y reducir los precios de los medicamentos.
Harris ha mencionado que buscarán ampliar la cobertura del ACA (ley de Asistencia Sanitaria Asequible, por su sigla en inglés) y el programa que otorga asistencia en salud a los estadounidenses, Medicaid.
Por su parte, Trump buscará hacer que el ACA sea “mucho más barato y mejor”. Expertos también sostienen que Trump le apuntaría a reducir los costos federales en salud.
Sin embargo, específicamente en el área de derechos reproductivos los candidatos se ubican en dos extremos.
Trump toma el crédito de haber sido el artífice de la revocación de la ley de 1973 que protegía los derechos del aborto, conocida como Roe vs. Wade, argumentando que él fue el que nombró a los tres jueces conservadores de la Corte Suprema que ayudaron a inclinar la balanza en 2022. Desde entonces, varios estados han aumentado las restricciones al aborto. Sin embargo, está de acuerdo con interrumpir el embarazo bajo las causales de incesto, violación y para salvar la vida de la madre.
Por su parte, Harris es una voz líder en defensa de los derechos reproductivos, argumentando que restringir el aborto es una violación a los derechos y libertades de las mujeres. La vicepresidenta apoya crear una legislación para reinstaurar la ley Roe vs. Wade y busca que el Congreso apruebe una ley nacional que reinstaure los derechos al aborto libre en todo el territorio.
Medioambiente, ente el negacionismo y la amenaza existencial
Fiel a su estilo de cuestionar el cambio climático y sus efectos, Trump ha mencionado que ampliará la exploración y extracción de combustibles fósiles y revocará varias de las iniciativas ‘verdes’ que se han hecho después de su administración.
Además, volverá a retirarse de acuerdos internacionales en la materia, entre ellos, el de París 2015, al que Joe Biden volvió a incorporar al país luego de la salida tras la primera presidencia del republicano.
Por su parte, Harris considera el cambio climático como una “amenaza existencial”; por lo que ha apoyado muchas de las iniciativas de la administración Biden, entre ellas reintegrarse al Acuerdo de París y aprobar la mayor inversión en política medioambiental en la historia de Estados Unidos, con un presupuesto estimado en unos 370.000 millones de dólares. Sin embargo, se ha mostrado a favor de prácticas como el fracking, la cual dijo que no prohibirá.