El prometedor avance de las mujeres en Sri Lanka

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COLOMBO, Sri Lanka — Fue un breve comentario durante una sesión rutinaria del Parlamento. Pero para Harini Amarasuriya, la Primera Ministra de Sri Lanka, fue el instante en que se dio cuenta de que su País, destrozado no hace mucho por líderes autoritarios y su política populista, había iniciado un momento potencialmente transformador para las mujeres.

Un colega varón se puso de pie para decir que la nación no podía incorporar más mujeres al empleo formal a menos que reconociera oficialmente la “economía del cuidado” —el trabajo de cuidar a otros.

Para Amarasuriya, fue “una de las mayores emociones” escuchar en el Gobierno un lenguaje que durante mucho tiempo había estado confinado a activistas o departamentos de género en gran parte olvidados. “Pensé: ‘Está bien, todos esos años de luchar con ustedes han dado frutos’”, dijo a fines del 2024 en su oficina en Colombo, la Capital.

Dos años después de que los srilanqueses expulsaran a una dinastía política cuyo derroche había traído ruina económica, el País está en medio de una reinvención. La ira se ha calmado hasta convertirse en una determinación más tranquila de cambio total.

En dos elecciones nacionales el año pasado, la presidencial y la parlamentaria, la élite que había gobernado durante décadas fue diezmada. Un movimiento de izquierda ha surgido en su lugar, prometiendo una sociedad más igualitaria.

A medida que se recupera la democracia del País, se abren oportunidades para las mujeres.

Las mujeres fueron una fuerza impulsora detrás del movimiento de protesta que obligó al Presidente de Sri Lanka a huir en julio del 2022. Cuando el País se quedó sin dinero y combustible, la carga recayó desproporcionadamente sobre las mujeres, que sacan adelante las labores domésticas. Su rabia las llevó a las calles.

Ahora, las mujeres están al centro de los esfuerzos para proteger al País de los déspotas. Ellas también trabajan para dar forma a una cultura política que les permita un espacio igualitario.

Las mujeres, que representan el 56 por ciento del padrón electoral, fueron cruciales para las victorias electorales a fines del año pasado del Poder Popular Nacional, un grupo de izquierda. El Presidente Anura Kumara Dissanayake, el líder del partido, nombró a Amarasuriya, una socióloga y activista, como Primera Ministra. Es la primera mujer en ocupar un puesto tan alto en el sur de Asia que no sea la esposa o hija de un líder anterior.

Amarasuriya ha predicado durante mucho tiempo que no se puede lograr una sociedad más equitativa sin hacer que el Gobierno sea más amigable con las mujeres, al inyectar lo que ella llama “sensibilidad feminista” en la creación de políticas.

La mayor prueba será la economía. Se está estabilizando, apuntalada por un repunte en el turismo y reducciones en el gasto gubernamental. Pero las cosas aún no están resueltas.

Kaveesha Maduwanthi, de 18 años, quien trabaja en una fábrica de ropa, figura entre los muchos que esperan que los nuevos líderes del País puedan impulsar el crecimiento económico.

Percibe unos 100 dólares al mes. Su marido, un albañil, puede llevar a casa más o menos la misma cantidad. Ella dijo que más de la mitad de su salario se destina a la leche en polvo para su hija, quien cumplió 1 año en enero.

“No necesitamos que el Gobierno nos dé comida”, aseveró. “Lo que necesitamos es un País en el que tenga espacio para ganar un poco más de dinero”.

Luego de que las mujeres votantes ayudaran a llevar a Dissanayake a la victoria, el partido obtuvo una mayoría absoluta en el Parlamento. En muchos distritos, las mujeres ganaron cómodamente. Amarasuriya, quien contendió en Colombo, rompió un récord de votos que tenía Mahinda Rajapaksa, ex Primer Ministro y ex Presidente y hermano mayor de Gotabaya Rajapaksa, el Mandatario que fue derrocado en el 2022.

El número de mujeres en el Parlamento se duplicó. Aun así, ellas representan sólo un 10 por ciento de los legisladores.

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