El legado de la compositora cubana Marta Valdés y la calidad de su obra, que trascendió los rótulos y los géneros

hace 1 mes 27

El pasado 2 de octubre, falleció en La Habana, a los 90 años de edad, la compositora Marta Valdés, una mujer que marcó un hito dentro de la cultura cubana al punto de convertirse en un referente para muchos de los grandes artistas que han interpretado sus canciones, y que hoy lamentan su partida.

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¿Qué la hizo tan relevante? ¿Qué podemos decir a quienes aún no la conocen sobre su enorme legado dentro y fuera de Cuba?

Desde Madrid, la reconocida escritora e investigadora cubana Rosa Marquetti Torres, sintetiza así los principales hitos en la carrera de esta gran mujer, nacida en La Habana, el 6 de julio de 1934:

“Al valorar la trascendencia del legado autoral de Marta Valdés es preciso no aplicar en primera instancia la mirada de género: Marta Valdés es uno de los más relevantes compositores cubanos de todos los tiempos –hombres y mujeres– y quien, además, hizo importantes aportes a la evolución y complejización del bolero tanto en música como en sus textos. Su poética, sus complejas armonías y el calado de sus obras en los repertorios de cantantes de varias generaciones, de Cuba y otros países, la hace imprescindible. Como mujer compositora, es, probablemente, la que más lejos llegó para consolidar una obra que será estudiada a lo largo del tiempo, como la de alguien con un mundo creativo y sensorial muy singular (…) La incidencia de Marta Valdés en la cultura cubana trasciende con mucho su relevancia como compositora: era la encarnación de la dignidad y del rigor en el arte, sin concesiones ni acomodos. Además, fue una mujer renacentista, hacedora de todo cuanto fuese necesario para elevar una idea cultural válida. Mucho se recuerda su etapa en Teatro Estudio, y su labor como crítica cultural, productora y promotora de aguda mirada y certera ejecutoria. El vacío que deja la Valdés, es enorme”.

Uno de los rasgos más fascinantes y dicientes sobre el particular universo creativo de Marta Valdés, tiene que ver con el hecho de ser una artista inclasificable, tal como la definió Pablo Milanés durante un concierto en el Tropicana, por allá a mediados de los noventa: “[Marta es] imposible de encasillar dentro de ningún estilo de ninguna tendencia. Sencillamente, Marta es Marta”. Años después, en una entrevista, el propio Pablo agregó lo siguiente: “Marta no tiene antecedentes ni va a tener sucesores. Yo dije el otro día cuando canté una canción suya en un recital de mi hija Haydée, que a lo más que podíamos aspirar los seguidores de Marta es a escuchar sus canciones y a cantarlas. Más nada”.

La fascinación de Pablo por la obra de Marta venía de tiempo atrás, e incluso trabajaron juntos en el primero de los seis álbumes dedicados al bolero filin por el cantautor bayamés. Ese disco, de 1981, gracias al cual yo también descubrí las canciones de Marta, abre con Pablo interpretando tres temas esenciales, compuestos por ella: No hagas caso, Por si vuelves y No te empeñes más. Fue tal el impacto que produjo la irrupción de Marta en el ambiente musical habanero de mediados de los años cincuenta, que algunos de los artistas más destacados de entonces, como Vicentico Valdés, Bola de Nieve o Fernando Álvarez, decidieron grabar temas suyos. Lo propio harían, más adelante, grandes voces de distintas generaciones como Elena Burke, Miriam Ramos, Omara Portuondo, Gema Corredera y, más recientemente, Ivette Cepeda y Haydée Milanés.

“Marta nos dejó un tesoro. Siempre le dije que su obra merecía ser cantada por Barbra Streisand, porque se merecía lo mejor. Marta no claudicó nunca en sus principios de amor, esos que la movían a ser sobria y buena, justa y clara, a ser una incansable trabajadora, ni siquiera de la cultura sino del arte mayor, que es la conexión inspirada del corazón con el cielo. Yo doy gracias porque te conocí. Sí, estoy triste porque tenemos que seguir viviendo sin ti. Y la mejor manera de hacerlo, es cantándote. Qué Dios te reciba con brazos abiertos”, dice la cantante cubana Ivette Cepeda.

España y Colombia, en el corazón

Al cierre de su más reciente gira por Latinoamérica, la cantante catalana Silvia Pérez Cruz, lamentó la partida de Marta Valdés, cuyas canciones grabó en un álbum memorable, de 2011, titulado En la imaginación:

“Estoy muy triste por la partida de esta gran mujer. Me siento muy afortunada de haberla conocido cuando fuimos a cantar a La Habana los temas del álbum En la imaginación, que hicimos con Javier Colina, y cuyo título tomamos de una de sus preciosas canciones. En ese mismo disco había otra gran canción suya que se llama Llora. ¡Qué gran compositora, qué ser humano tan especial! Sus letras venían de otro imaginario, entretejidas de una manera muy suya a nivel armónico y melódico. Marta fue una mujer avanzada a su tiempo. No olvido aquella vez, en La Habana, cuando pasé toda una noche cantando y conversando con ella, yo la escuchaba como una niña fascinada con los ojos abiertos, atenta a las historias de alguien que sabe mucho de la vida y de la poesía. Me decía cariñosamente: “Silvia, la que ríe por los ojos”. Muchas gracias, Marta, tus canciones son inmortales”.

Javier Colina, por su parte, maestro como pocos en las lides musicales que unen a España y Latinoamérica, reconoce que, con la muerte de Marta, ha perdido a uno de sus máximos referentes:

“Su obra ha sido interpretada desde Bola de Nieve hasta Silvia Pérez Cruz. Marta tiene canciones con unas letras increíbles, con unos cambios armónicos y unas melodías que hacían de ella su propio mundo. Bastaba escuchar los primeros acordes de una canción para saber que era de Marta. Música y letra eran impecables, nunca sobraba o faltaba nada, es una de las compositoras más cabales, serias y honestas que he conocido. Digo seria en cuanto a su compromiso con el arte, porque tenía su particular sentido del humor. Una vez, me dijo que no le gustaban las canciones que se “pegaban” sino las que se incrustaban en un lado del corazón porque son las que se te quedan para siempre. Marta es uno de mis referentes personales y musicales más importantes”.

Siguiendo con las versiones españolas del repertorio de Marta Valdés, no podemos dejar de lado el álbum Tú no sospechas (2000) del pianista gaditano Chano Domínguez, precioso trabajo en el que también participaron Javier Colina y el percusionista uruguayo Guillermo McGill.

“Si no me falla la memoria, conocí a Marta como en el año 97, en casa de Martirio. Cuando empezamos a hablar, supe al instante que desbordaba una madurez y una comprensión de la vida impresionantes. Pero fue cuando sacó su guitarra y empezó a cantar sus canciones, que me enamoré por completo de su música. Marta es una inspiración, es tan auténtica. Ella representa lo que muchos aspiramos a ser musicalmente hablando. Es una gran pérdida, pero nos queda su gran legado”, comenta desde España, el maestro Chano Domínguez.

En cuanto a las mejores grabaciones del repertorio de Marta Valdés, destacaría, en Cuba, los álbumes Filin (Volúmenes 1, 2 y 3) de Pablo Milanés; Elena Burke canta a Marta Valdés (1988); la antología La música de Marta Valdés Vol. 1 y 2 (1996); Doce boleros míos (2005), de la propia Marta junto a Rey Ugarte; Palabras (2014), de Haydée Milanés, con una magnífica versión en vivo de 2016; y Feeling Marta (2015), de Gema Corredera.

En Colombia, Marta cultivó estrecha amistad con las cantautoras paisas Sonia Martínez y Claudia Gómez, y con el bolerista pasacaballero Sofronín Martínez Heredia, a quien ella misma conectó con los organizadores del Festival Internacional Boleros de Oro, en 1994, permitiendo a nuestro querido “Sofro” debutar con gran éxito en el Teatro Mella de la capital cubana. Aquella, fue su entrada triunfal al Olimpo del filin. Años después, en 2014, conocí a Marta Valdés en La Habana, cuando presenté mi libro Sofronín Martínez, el ángel de Pasacaballos.

La compositora cubana Marta Valdés, fallecida el 3 de octubre de 2024

La compositora cubana Marta Valdés junto a Juan Martín Fierro.

Foto:Cortesía del autor

“Marta vino a Medellín con otros músicos cubanos justo hace 30 años, y nos conocimos gracias a mi amiga Sonia Martínez. Ahí comenzó una amistad entrañable, nos reuníamos en casa de Sonia o en la mía, cantábamos y tocábamos juntas, hacíamos tertulias, los análisis musicales eran interminables. Marta me aconsejaba sobre mis canciones, me daba a conocer otras joyas de la música cubana y nos mantuvimos muy unidas. Incluso viajé a España por consejo suyo, cuando me dijo: “chica, allá hay músicos cubanos maravillosos, te van a encantar. En ese país, Marta me presentó a Pavel Urquiza, quien colaboró conmigo en varias de mis producciones. Marta era “la raíz musical” de todos nosotros, nuestro norte musical. Gracias a sus buenos oficios, llegó a manos de René Touzet, compositor de No te importe saber, la versión que de esa canción grabé en mi álbum Tierradentro. Fue muy grande la sorpresa de recibir una llamada del propio Touzet, quien me dijo: “Claudia, muchos han cantado este bolero mío, pero tu versión me conmovió muchísimo, muchas gracias”. Yo quedé temblando, no supe qué decir. Mi alma estaba plena de felicidad. Cuando se lo conté a Marta, supe que había sido ella quien le envió el disco al maestro Touzet. Esa es la anécdota más bonita que guardo. La vida nos unió de una forma muy linda, muy fructífera, esas décadas del 90 y el 2.000 estuvieron llenas de música gracias a ella, pues en España, mi familia prácticamente era cubana: Pavel, Gema, Alaín Pérez, Habana Abierta, entre otros”, recuerda la cantautora colombiana Claudia Gómez.

Una vez se pisa el umbral de una canción de Marta Valdés, ya no hay marcha atrás. Y una vez entras en ella, nada en ti vuelve a ser igual. Las canciones de Marta te atraviesan, te confrontan. Y cada vez que vuelves a escucharlas, te envuelven en una rara mezcla de placer y de congoja. Sabes que sus letras han dejado huella, pero al mismo tiempo disfrutas el sello distintivo de su lenguaje armónico, la forma misma de su expresión musical. Fue, sin duda, una de las compositoras más importantes de la música popular en lengua española, junto a nombres como María Grever, Isolina Carrillo, Chabuca Granda o María Teresa Vera. Su legado musical es enorme. Su repertorio, imprescindible. Vives en nosotros, Marta querida.

Por Juan Martín Fierro

Escritor y periodista

Especial para EL TIEMPO

Instagram: @juanmartinfierro

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