La memoria no solo sirve para retener información, sino que permite construir vínculos con el pasado, comprender el presente y desenvolverse en el entorno.
Dicho conjunto de procesos cerebrales facilita almacenar y recuperar datos, y está compuesto por sistemas diferenciados que cumplen tareas específicas.
Cambios en la memoria con la edad no siempre indican pérdida, sino funcionamiento distinto.
Foto:iStock
Tipos de memoria y cómo funcionan
El primer sistema, la memoria sensorial, registra de forma instantánea los estímulos captados por los sentidos. Aunque su duración es breve, actúa como filtro que determina qué información debe avanzar al siguiente nivel.
Luego se encuentra la memoria a corto plazo, también llamada de trabajo. Esta se utiliza para retener elementos por un período limitado, como recordar un número telefónico justo antes de marcarlo o seguir una serie de pasos en una receta.
Por último, la memoria a largo plazo guarda conocimientos, experiencias y habilidades adquiridas a lo largo de la vida. A su vez, esta se divide en memoria explícita o declarativa —que almacena datos conscientes como fechas o hechos— e implícita o no declarativa, encargada de conservar destrezas como manejar una bicicleta o ejecutar movimientos musicales. Dentro de la memoria explícita se identifican la episódica, que guarda vivencias personales, y la semántica, que incluye datos generales sobre el mundo.
La memoria está compuesta por sistemas como la sensorial, a corto y largo plazo.
Foto:IStock
El paso del tiempo y su influencia en el recuerdo
Con el avance de la edad, es frecuente notar ciertas variaciones en la capacidad para recordar. Esto no indica una pérdida definitiva, sino que el funcionamiento cerebral se adapta de manera distinta. Es habitual que aumente el tiempo requerido para evocar algo, que los recuerdos se tornen menos nítidos, que resulte complejo llevar a cabo varias tareas simultáneamente o que haya mayor susceptibilidad ante distracciones.
Cada persona reacciona de forma particular al envejecimiento. Si surgen preocupaciones persistentes sobre el estado de la memoria, lo adecuado es acudir a un especialista para recibir orientación.
Cambios en la memoria con la edad no siempre indican pérdida, sino funcionamiento distinto.
Foto:iStock
Impacto en la vida cotidiana
La memoria permite gestionar la rutina diaria, seguir aprendiendo, conservar recuerdos importantes y facilitar la comunicación interpersonal. Gracias a ella se puede identificar rostros, mantener conversaciones significativas y recordar datos esenciales.
Cuando la capacidad de recordar disminuye, especialmente en personas mayores de 50 años, esto puede generar emociones como angustia o temor ante la posibilidad de olvidar cosas importantes o desarrollar enfermedades neurológicas. La frustración ante olvidos cotidianos puede derivar en sensaciones de impotencia.
En situaciones prolongadas, algunas personas tienden al aislamiento, generando un ciclo en el que se intensifican las dificultades. La pérdida de confianza y autoestima, junto al miedo a ser juzgado, pueden profundizar la tendencia a evitar encuentros sociales.
¿Qué factores inciden y cómo contrarrestarlos?
Diversas condiciones pueden afectar la memoria: desde el envejecimiento natural hasta aspectos del estilo de vida como la falta de actividad física, el estrés constante, una dieta poco equilibrada o alteraciones del sueño. También hay influencias médicas y farmacológicas que pueden interferir.
Para mejorar o preservar la memoria se recomiendan varias estrategias:
- Realizar actividad física de forma periódica para favorecer el riego sanguíneo en el cerebro.
- Seguir una alimentación acorde al estado general de salud.
- Dormir lo suficiente para facilitar la consolidación de recuerdos.
- Estimular el cerebro mediante ejercicios mentales como juegos, lectura o aprender nuevas habilidades.
Adicionalmente, mantener contacto social, conversar sobre lo que se siente y buscar apoyo emocional permite disminuir el impacto psicológico de los olvidos.
Prácticas como la meditación, el yoga o técnicas de respiración pueden colaborar en la reducción del estrés. Cuando sea necesario, consultar con profesionales de salud mental ofrece herramientas para afrontar este proceso.
La memoria mejora con crucigramas, lectura, juegos y aprendizaje de nuevas habilidades.
Foto:iStock
Rutinas sencillas para incorporar a diario
A continuación, se presentan algunas actividades prácticas que pueden integrarse a la vida cotidiana para ejercitar la memoria:
- Hacer listas (de compras, nombres o datos) y tratar de recordarlas sin mirar. Luego, ir sumando más elementos.
- Jugar al 'Memory'.
- Completar crucigramas o sopas de letras para fortalecer el lenguaje y la memoria semántica.
- Leer textos breves y luego intentar recordar sus contenidos.
- Al finalizar el día, repasar mentalmente lugares visitados o personas conocidas.
- Esforzarse por traer a la mente fechas importantes como aniversarios o cumpleaños.
Estas acciones, realizadas con frecuencia, pueden contribuir a mantener en buen estado las distintas áreas de la memoria. Alternar actividades ayuda a ejercitar diversas funciones cognitivas. La constancia y la variedad son elementos clave en este proceso, además de procurar que cada ejercicio resulte ameno para quien lo practique.
Siete hábitos para mantener su memoria intacta con el paso del tiempo| El Tiempo
El País (Uruguay) / GDA
Más noticias en EL TIEMPO
*Este contenido fue reescrito con la asistencia de una inteligencia artificial, basado en información de El País, y contó con la revisión de un periodista y un editor.