La semana antepasada entré a Twitter, o X, como su terco dueño insiste en llamarla, red social que no se caracteriza por la calidad o el cuidado de su contenido, y me topé con varios videos horrorosos: personas en la calle matando perros y gatos de manera violenta y brutal, para luego cocinarlos.
Conforme a los criterios de
Incluso vi uno (no completo) de una persona dando dentelladas a un gato vivo. Siempre paso rápido ese tipo de material horroroso y gráfico que pulula en Twitter sin mayor recato. Algo vi de ‘inmigrantes haitianos’, en los videos, los cuales, reitero, pasé a la velocidad del pulgar sin detallarlos.
Lo que sí me dispuse a ver completo, por interés profesional, fue el primer y al parecer único debate entre Kamala Harris y Donald Trump, un encuentro, como se esperaba, plagado de ataques, actitudes desobligantes, gestos, muecas, gritos y silbidos.
El horror me vino a la mente cuando en un momento de la discusión, en el apartado de migración, Trump espetó con tono de sentencia que en Springfield los migrantes se estaban comiendo a las mascotas de los estadounidenses.
Una ‘noticia’ absolutamente falsa que los periodistas que lideraban el debate tuvieron a bien señalarle al candidato que es mentira, en medio de risas burlonas y gestos de desaprobación de Harris.
En días posteriores, hasta hoy, esa red social X, así como Facebook, han elevado la presencia de dichos videos sangrientos con el mismo mensaje: “Inmigrantes secuestran y se comen a las mascotas de los estadounidenses”. Hasta el senador J. D. Vance, de Ohio, se reafirmó en la mentira, el mismo Trump en un mitin posterior volvió a decirlo, incluso amplió la mentira a otro tipos de animales como gansos que estaban siendo devorados en parques de ciudades estadounidenses, todo mientras el material falso danza libre por Facebook y X, incluso promovido por el propio Elon Musk.
Ante nuestros ojos se configura y desarrolla una nueva estrategia de desinformación, por demás burda y ordinaria, con la anuencia de los tradicionales ecosistemas de manipulación en que se convirtieron las redes sociales como Facebook y Twitter.
No sabe uno si es más lamentable que un crimen como la mentira para manipular a una sociedad se ejecute de manera tan denigrante, sin el menor reparo de moral o cuidado, o que las redes sociales, gigantes emporios digitales, se presten para ello y tampoco importe ni se haga nada.
Y antes de que pensemos en ‘libertades’, o ‘neutralidad de la red’, o los ‘derechos de expresión y opinión’, hay que tener en cuenta algo: los delitos no se deben permitir bajo ninguna circunstancia y, de otro lado, Facebook, Twitter y demás redes cuentan con la tecnología y recursos suficientes para detectar y bloquear, si quisieran, cualquier contenido que atente no solo contra la verdad sino para la salud mental de niños y jóvenes, los abusos, estafas, etc., pero no lo hacen porque obedecen a intereses oscuros.
¿Cuándo veremos a ese senador, senadora, representante, valiente, que se lance a la tarea de poner en su sitio como responsables a estas plataformas y maquinarias de la desinformación y la manipulación?
JOSÉ CARLOS GARCÍA R.
Editor Multimedia
@JoseCarlosTecno