Para alguien que nunca disfrutó de pasar tiempo en la cocina, la idea de tener que cocinarse todas las noches parecía un reto. Sin embargo, una revisión de los gastos reveló que había gastado demasiado dinero en comida para llevar, lo cual motivó a buscar alternativas más económicas y saludables. Para reducir el estrés de decidir qué cocinar cada noche, Jen Glantz decidió comer la misma cena todos los días durante dos semanas y dijo que lo volvería a hacer por estos beneficios.
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De acuerdo a lo que contó la mujer en un artículo de Business Insider, la receta elegida fue una comida sencilla y nutritiva: pasta de lentejas con salsa de tomate, acompañada de una ensalada variada con aguacate y un plato de verduras salteadas.
La elección fue avalada por la dietista registrada Lori Walker, quien le recomendó diseñar una cena que incluyera vegetales, proteínas y grasas saludables. Además, otra dietista, Irene Mejia, le confirmó que un plato balanceado y repetido cada noche podía garantizar una fuente consistente de nutrición.
Uno de los primeros beneficios notables fue el tiempo ahorrado. Glantz solía dedicar aproximadamente una hora a preparar la cena, de la cual gran parte se gastaba decidiendo entre cocinar o pedirse comida a domicilio.
También, pasaba alrededor de una hora semanal en el supermercado sin un plan definido de comidas. Ahora, con un menú fijo, redujo ese tiempo a 10 o 15 minutos en la cocina cada noche. "Este ahorro me permitió ganar al menos tres horas semanales para dedicar a actividades más relajantes", dijo Glantz.
Aunque el experimento brindó varias ventajas, también la hizo pasar por momentos difíciles. Al cuarto día comenzó a cansarse del mismo sabor y tuvo el impulso de pedir comida a domicilio en su restaurante favorito.
Pero a pesar de la monotonía, encontró la motivación para continuar con el objetivo de comer de forma equilibrada y nutritiva durante esas dos semanas. Para variar un poco, añadió especias como pimienta y ajo en polvo, así como diferentes aderezos en la ensalada, lo que la ayudó a diversificar ligeramente el sabor.
Después de diez días, su cuerpo comenzó a acostumbrarse a la dieta y empezó a disfrutar de la cena. Esto se debió, según la dietista Walker, a que el sistema digestivo se beneficia al recibir los mismos alimentos de manera regular, lo cual puede contribuir a una mejor salud intestinal.
Comenzó a notar que se sentía más satisfecha y que los antojos de postre disminuyeron considerablemente. Durante las dos semanas, experimentó una sensación de plenitud después de cada cena y menos impulsos de consumir azúcares, lo cual también contribuyó a su bienestar general.
¿Por qué la mujer asegura que volvería a cenar lo mismo durante dos semanas?
En conclusión, el experimento fue una experiencia positiva para Glantz, de acuerdo a lo que relató en Business Insider. "Me motivó a comer de forma más equilibrada y a preparar comidas caseras", dijo la mujer y reveló que, a pesar de haber extrañado más variedad, se sintió mejor físicamente y disfrutó del tiempo extra que ganó.
"Planeo repetir el experimento con otro plato en el futuro para tener opciones variadas de cenas nutritivas que alternar semanalmente", dijo Glantz y agregó que por el momento dejará que la comida para llevar vuelva a su dieta de forma ocasional, pero no más de una o dos veces por semana como máximo.