En una cueva de Israel, un grupo de científicos halló material genético de neandertales que podría redefinir la historia evolutiva de la humanidad. La investigación, publicada en la revista Nature Human Behaviour, expone la posibilidad de una relación más estrecha entre los neandertales y los Homo sapiens, sugiriendo que ambos grupos no solo coexistieron, sino que también compartieron costumbres y conocimientos.
El hallazgo se realizó en la cueva de Tinshemet, un sitio del Paleolítico Medio donde se han encontrado restos óseos y herramientas antiguas. La expedición tenía como objetivo comprender en mayor profundidad el modo de vida de los primeros Homo sapiens, pero los investigadores descubrieron evidencias que podrían reformular la historia de la evolución humana en regiones como la Península Arábiga, Egipto, Irak, Irán, Israel, Jordania, Líbano, Palestina, Siria y Turquía.
Parte de los pigmentos y restos óseos que se hallaron en la cueva Foto:Naturaleza y comportamiento (Nat Hum Behav). Vía La Nación
Los científicos señalaron que los restos genéticos sugieren una convivencia más estrecha entre neandertales y Homo sapiens. Según indicaron en el estudio, “estos hallazgos subrayan la complejidad de sus interacciones e indican una relación más entrelazada de lo que se suponía anteriormente”. Esta afirmación sugiere que ambas especies compartieron no solo territorio, sino también prácticas sociales y rituales, lo que desafía algunas de las hipótesis previas sobre la evolución humana.
El proyecto de excavación comenzó en 2017, con la hipótesis de que la cueva de Tinshemet albergaba restos significativos que podrían ofrecer nuevas perspectivas sobre la relación entre neandertales y humanos modernos. La investigación estuvo dirigida por el profesor Yossi Zaidner, de la Universidad Hebrea de Jerusalén, y el profesor Israel Hershkovitz, de la Universidad de Tel Aviv.
Uno de los aspectos clave del estudio fue la integración de datos de cuatro campos principales: producción de herramientas de piedra, estrategias de caza, comportamiento simbólico y complejidad social. A partir de esta información, los investigadores concluyeron que “diferentes grupos humanos, incluidos los neandertales, los preneandertales y el Homo sapiens, mantuvieron interacciones significativas. Estos intercambios facilitaron la transmisión de conocimientos y condujeron a la homogeneización cultural progresiva de las poblaciones”.
Boceto enseña cómo fueron enterrados los cuerpos en posición fetal. Foto:Naturaleza y comportamiento ( Nat Hum Behav). La Nación, GDA
Entre los hallazgos que refuerzan esta teoría están las evidencias de rituales funerarios. Se ha documentado que en Israel, hace más de 100.000 años, los entierros comenzaron a realizarse con prácticas simbólicas que podrían haber sido influenciadas por la interacción entre distintas especies humanas.
Otro descubrimiento relevante en la cueva de Tinshemet fue el uso de pigmentos minerales, particularmente ocre. Según detallaron los investigadores, “un descubrimiento sorprendente en la cueva de Tinshemet es el uso extensivo de pigmentos minerales, en particular ocre, que podrían haber sido utilizados para la decoración corporal. Esta práctica podría haber servido para definir identidades sociales y distinciones entre grupos”.
El estudio sugiere que el intercambio de conocimientos entre neandertales y Homo sapiens pudo haber influido en el desarrollo de herramientas, estrategias de caza y expresiones culturales. La coexistencia de ambas especies en la región y la posibilidad de que compartieran saberes y costumbres plantea nuevas preguntas sobre los procesos de evolución y adaptación en la prehistoria.
Con estos hallazgos, la cueva de Tinshemet se suma a la lista de yacimientos clave para la comprensión de la historia humana, proporcionando pruebas que desafían teorías previas sobre la relación entre neandertales y Homo sapiens. Los científicos planean continuar con las excavaciones para ampliar el conocimiento sobre la dinámica de estas poblaciones en el Paleolítico Medio.
La Nación (Argentina) / GDA
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*Este contenido fue reescrito con la asistencia de una inteligencia artificial, basado en información de La Nación (GDA), y contó con la revisión de la periodista y un editor.