Los emberas chamí -emberas significa habitantes de montaña- se concentran justamente en las montañas llenas de coca en el cañón de los ríos Garrapatas y Sanquininí, en los municipios de El Dovio y Bolívar, en el norte del Valle del Cauca, una región que por décadas ha palpitado entre esos cultivos ilícitos y una guerra a fuego y sangre de grupos armados, pasando por paramilitares, guerrillas de las extintas Farc y los hoy disidentes, así como el Eln y bandas criminales, como 'clan del Golfo' y los ‘Rastrojos’, de herencia narcoparamilitar.
Hasta el Ministerio de Vivienda llegaron indígenas embera para protestar por garantías de seguridad. Foto:Sergio Acero Yate. El Tiempo
Estos indígenas han venido desplazando por tales grupos armados a lo largo de décadas desde Chocó a Bolívar para luego diseminarse en éxodos que los ha llevado a otras ciudades y pueblos. Según la gobernación del Valle están repartidos en los municipios de Alcalá, Ansermanuevo, Argelia, Bolívar, Bugalagrande, Caicedonia, Calima El Darién, El Águila, El Cairo, El Dovio, La victoria, Obando, Restrepo, Sevilla, Trujillo, Tuluá, Versalles, Vijes y Yotoco. También hay algunos en Cali y otros se han desplazado a Bogotá.
El año pasado, siete meses después de que el Juzgado Primero del Circuito Especializado en Restitución de Tierras de Santiago de Cali reconoció la calidad de víctimas del conflicto armado a todos estos indígenas del resguardo Cañón de Garrapatas, entre Chocó y el municipio vallecaucano de Bolívar, un defensor de derechos humanos y guardia de los emberas fue hallado asesinado y con señales de tortura. La víctima era Dídier Yesid Vélez. Tenía 21 años y el crimen sucedió en el municipio de Alcalá, en el norte del Valle del Cauca.
Los indígenas embera también han expuesto su problemática en diferentes poblaciones de Risaralda. Foto:Ministerio de Educación
La Organización Nacional Indígena de Colombia (Onic) informó que el cuerpo de Vélez fue encontrado, el miércoles 16 de octubre de 2024. Según la organización, se suma a una serie de violaciones sistemáticas de derechos humanos que afectan a los pueblos indígenas en el suroccidente de Colombia, entre amenazas, reclutamiento de menores y más de una decena de desapariciones de jóvenes y líderes en los resguardos emberas en el Valle, desde el 2017 hasta el 2024. Según la Onic, Vélez pertenecía al resguardo de La Esperanza, en Alcalá. “Allá hay presiones de los grupos armados para que la población siembre coca o para llevarse a niños, niñas y adolescentes a sus filas o para violarlas”, dijo un embera que pidió no dar su nombre.
El Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz (Indepaz) catalogó el asesinato del defensor de derechos humanos como el número 145 en toda Colombia hasta ese 16 de octubre.
Indígenas embera katio en Medellín. Foto:Personería Medellín
Un año antes del asesinato de Vélez cayó el tercer presunto involucrado en el asesinato de los hermanos emberas Ernesto Guasiruma Nacabera, Ómar Guasiruma Nacabera y José Edgar Guasiruma Nacabera, crimen ocurrido el 23 de marzo de 2020, en el sector La Cola de Marrano, del corregimiento de El Naranjal, en el municipio de Bolívar, en el Valle. Por esta masacre, estos capturados siguen en la cárcel. Los hermanos fueron sacados con engaños de la vivienda donde estaban hace cinco años, cuando el país se preparaba para el confinamiento por la pandemia de coronavirus, y luego los reunieron en un sitio y los mataron. Uno de esos detenidos fue un joven señalado como alias Chipi, quien sigue en el proceso, pese a que no aceptó cargos como el presunto autor intelectual de esta masacre.
De acuerdo con la gobernación del Valle, no hay un número preciso de emberas chamí en el departamento, pues es una de las comunidades más afectadas por el conflicto armado que se está moviendo a otras regiones, obligada por la misma violencia.
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