Se ha creado una polémica en la UFC tras la denuncia hecha por la luchadora de MMA Luana Pinheiro, quien se quejó de algunos golpes indebidos de su rival Gillian Robertson en la velada UFC Vegas 100 Fight Night celebrada el 9 de noviembre.
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La luchadora brasileña de artes marciales mixtas abrió el debate al denunciar que su rival le dio varios codazos en la zona anal, golpes conocidos en el mundo de la MMA como ’12-6’, los cuales fueron prohibidos hace algunos años, pero que volvieron a ser permitidos desde noviembre.
Luana se quejó de los golpes en el ano
Pinheiro, de 31 años de edad, se quejó unas semanas después de su derrota y señaló que los codazos en el ano le dejaron secuelas que la tienen tomando medicamento.
“Disculpen mi lenguaje, pero ella me dio un codazo en el ano. Para mí eso es una falta de respeto. Nunca le haría eso a otro deportista”, empezó diciendo la luchadora en una entrevista con AG Fight.
"No fue el calor del momento, ella sabía dónde estaba golpeando… Ella es una mujer que está luchando allí, estoy ahí igual que ella, estamos persiguiendo el mismo sueño, así que es justo respetar a mi oponente”, indicó.
Mala intención
Pinheiro indicó que dichos golpes no fueron lanzados con la intención de noquear, sino de hacer daño y fueron anti deportivos. “Creo que fue realmente irrespetuoso de su parte. No es un movimiento para someterme o noquearme, no es así”.
Y agregó: “En mi opinión, lo hizo con mala intención, no solo durante el round, sino que después de que se acabó el tiempo, lo volvió a hacer. No fue la adrenalina del momento, ella sabía dónde estaba golpeando”.
La luchadora brasileña señaló que después del combate duró varios días sin poderse sentar y está utilizando almohadillas para evitar el dolor. Además, se encuentra tomando medicamentos por las secuelas de los codazos.
“Estoy tomando medicamentos fuertes, hoy es el último día que los tomaré. No puedo sentarme sin un almohadón ni arquear la espalda. No puedo hacer mucha fuerza porque lo siento ahí. Al principio no podía caminar, toser ni reír adecuadamente y estornudar era una agonía. Me sentí como si me estuviera muriendo”, finalizó.
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