“Estamos yendo a un mundo muy conflictivo, de unilateralismo, de proteccionismo y todo eso sabemos que termina muy mal”, advierte Roberto Russell, uno de los más reputados analistas internacionales de Argentina. Exdirector de la Maestría y el Doctorado de Estudios Internacionales de la Universidad Torcuato Di Tella y hoy presidente de la Fundación Vidanta, en México, Russell habla sobre los peligros de un segundo gobierno de Trump para el mundo y para Estados Unidos.
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A fines de 2020, usted escribió un artículo titulado ‘El mundo que nos deja Trump’. Cuatro años después, ¿cuál es el mundo que recibe Trump?
Es bastante distinto al que recibió en 2017. Siempre se decía que la Guerra Fría era paz sin paz, porque no había guerra entre los dos polos, pero sí había guerra en las periferias, promovidas por los polos. Hoy podemos decir que estamos en un mundo en guerra sin guerra, en el que los grandes poderes no están peleándose entre sí directamente, pero se están peleando indirectamente. El caso más típico es el de Ucrania, donde no es solo una guerra entre Ucrania y Rusia, sino entre dos bandos: uno sería el Occidente no geográfico, como solemos llamarlo, y el otro es un eje formado por China, Rusia, Irán y Corea del Norte. En gran medida, en todos los conflictos se cruzan estos ejes. En realidad, hay una guerra latente que incluso podría derivar en una guerra entre grandes poderes.
¿Visualiza esa guerra a corto o mediano plazo?
No estoy pensando que esto pueda pasar mañana, pero en un mundo conflictivo como el que estamos es un escenario que no hay que descartar. De hecho, es un escenario con el que están trabajando los estrategas tanto de China como de Estados Unidos desde hace bastante tiempo.
Suele hablar de la pérdida de predominio de Occidente en el orden global. ¿El regreso al poder de Trump, un líder con tendencias aislacionistas, puede acelerar esta tendencia?
Todo va a depender de lo que haga. Pero hay un hecho objetivo: Occidente hoy no tiene el poder que tenía y estamos entrando en un mundo claramente post-occidental. Por otro lado, yo no hablaría tanto de un aislacionismo de Trump, sino más bien de una política con componentes de naturaleza realista. Ellos (el equipo de Trump) trabajan mucho con la idea de la disuasión: defender la paz preparándose para la guerra. De algún modo esto implica renunciar a la idea de que EE. UU. es un país indispensable, que tiene un rol providencial. Esto es lo que caracteriza a Trump y lo que para muchos estadounidenses debería hacer, porque EE. UU. tiene demasiados compromisos y menos recursos. Por eso Trump le dice a Europa “pongan más dinero y ocúpense ustedes de Rusia”, y hará lo mismo con Taiwán.
Trump dice que él va a terminar las guerras, no a comenzarlas; y que puede terminar la de Ucrania en 24 horas. ¿Qué se puede esperar?
En una guerra hay que pensar qué significa una victoria. Si victoria para Ucrania es recuperar todo el territorio, incluso Crimea, y que además Rusia pague por los destrozos que causó, eso es absolutamente inviable. ¿Y qué sería para Putin? Controlar todo el territorio ucraniano. Bueno, creo que ninguna de las dos cosas se va a dar porque eso sería un tema tremendo para Europa. Hay que tratar de buscar alguna solución intermedia. Se está diciendo que se congele la línea donde está ahora; se discute darle un estado de neutralidad a Ucrania o incorporarla a la Unión Europa. ¿Qué garantía de seguridad le van a dar? Eso es parte de la discusión. Entonces no va a ser fácil. Eso de las 24 horas es una fantasía.
También está la guerra en Gaza. Se habla mucho del vínculo de Trump con Netanyahu y cómo esto puede afectar al conflicto.
Ese vínculo existe, pero la visión en el equipo más cercano a Trump es que el problema es Irán. Dicen que lo que sustenta a Hamás, a Hezbolá, a los hutíes, es el apoyo de Irán. Creo que va a venir una política mucho más dura hacia Irán y va a seguir el apoyo a Israel. Y el gobierno de Trump se va a desligar de la cuestión palestina.
¿Ese foco en Irán puede llevar a una guerra regional?
Creo que la van a evitar. Una guerra con Irán no le conviene a Estados Unidos ni tampoco a Irán, porque en su caso también pone en juego la supervivencia del régimen.
Europa también cambió desde que se fue Trump, con un claro avance de la extrema derecha. ¿Cómo impactará su regreso?
El triunfo de Trump fortalece a estas facciones en todas partes de Occidente. Pienso que les da más convicción y refuerza la idea de que esta forma de hacer política ‘paga’, como lo estamos viendo hoy en Argentina con Milei. Estamos viviendo una etapa, un ciclo que va a dejar una marca muy fuerte no solo en EE. UU. sino en el mundo.
De hecho, después de Trump, vinieron Jair Bolsonaro y Nayib Bukele en A. Latina. ¿Hará el triunfo de Trump que el fenómeno crezca aún más?
Sí. En primer lugar, los que están en el gobierno en general tienden a perder. ¿Quién está en el gobierno? Lula da Silva (en Brasil), Gustavo Petro (en Colombia), Gabriel Boric (en Chile). Es probable que en esos países ganen expresiones de derecha. En el caso de Brasil, muy probable. Yo creo que vamos a tener una ola de derecha, con componentes extremos y no tanto; me parece que eso es lo que se viene en A. Latina.
¿Qué le espera a la región con Trump?
Importan ciertos temas específicos, pero esto viene desde mucho antes de Trump. En primer lugar, está México por la inmigración; y después está Venezuela, y ahí está la pregunta del millón: qué va a hacer. Lo más probable es que siga siendo duro al principio. Porque además hay un tema muy fuerte, y es que es que antes de que él asuma, va a asumir Maduro como presidente ilegítimo. ¿Lo va a reconocer?
¿Y frente al cambio climático, uno de los grandes problemas globales?
Hay que olvidarse. Trump obviamente va a tener un impacto muy negativo en esto. Pero ya sin Trump la cosa venía muy mal. El multilateralismo está en su peor etapa y todos somos conscientes de que sin una acción multilateral, los problemas globales no tienen cómo enfrentarse. Yo creo que estamos yendo a un mundo muy clásico, de conflicto de grandes poderes, de unilateralismo, de proteccionismo y todo eso sabemos que termina muy mal. Vamos a tener proteccionismo, más nacionalismo, recrudecimiento de actitudes imperialistas clásicas, vacíos de poder, un mundo sin hegemonía. Y por definición un orden no hegemónico es un orden muy inestable. Entonces va a ser un mundo muy tumultuoso, y Trump va a contribuir a que haya más turbulencia, de eso no tengo ninguna duda.
¿Cree que la democracia de Estados Unidos está en juego?
Es una prueba fenomenal. No tengo ninguna duda de que a Trump le gustaría tener un sistema político como el que tiene Putin o Xi Jinping; le molestan los frenos democráticos. El tema es que él ahora tiene mucho poder porque tiene el control de la Justicia, del Congreso. La tentación de actuar de manera dictatorial es muy alta y con la personalidad que tiene, más aún. Este Trump viene con más sed de venganza y sabe que tiene un período corto, de cuatro años, y luego se tiene que ir.
¿Resistirá institucionalidad de Estados Unidos?
Es imposible contestar eso, pero esta es una prueba de fuego para Estados Unidos. No recuerdo otra de esta magnitud. La democracia que se debilita desde adentro es un fenómeno de esta época. Pero que pase en Estados Unidos es lo que tiene a todo el mundo absorto.
JULIETA NASSAU
La Nación (Argentina) - GDA