esde el inicio del semestre, los estudiantes de la Universidad del Magdalena quedaron intrigados por una construcción inusual en el lago del campus.
Una edificación que parecía flotar sobre el agua se alzaba como un enigma en medio del paisaje universitario. La respuesta llegó la semana pasada, cuando el rector Pablo Vera Salazar puso fin al misterio: se trataba de la primera aula palafítica en Colombia, un homenaje a las comunidades que habitan la Ciénaga Grande de Santa Marta.
El directivo dijo que la inauguración del aula fue un acto simbólico y educativo que destacó la importancia de la arquitectura palafítica en la historia y la cultura de la región.
Con capacidad para 25 personas, una inversión de 45 millones de pesos y un sistema de energía autosuficiente gracias a paneles solares, el aula no solo representaba un avance en innovación educativa, sino también un reconocimiento a los pescadores y gestores culturales que han vivido sobre el agua durante siglos.
Este espacio es un puente entre la academia y el saber ancestral, un reconocimiento a una cultura que, pese a su importancia, ha sido históricamente marginada
pablo veraRector Universidad del Magdalena
“Este espacio es un puente entre la academia y el saber ancestral, un reconocimiento a una cultura que, pese a su importancia, ha sido históricamente marginada”, expresó el rector Vera Salazar durante la inauguración.
La indagación de la Procuraduría
Lo que debía ser un motivo de orgullo pronto se convirtió en objeto de controversia. Apenas horas después de la inauguración, la Procuraduría General de la Nación abrió una indagación preliminar para determinar si hubo irregularidades técnicas en la construcción del aula palafítica.
El aula palafitica se encuentra en el lago de la Universidad del Magdalena. Foto:Unimagdalena
La Procuraduría Delegada con Funciones Mixtas solicitó un informe a la Dirección General Marítima (Dimar) para evaluar si la estructura cumplía con las normas de una vivienda palafítica y si su construcción en un cuerpo de agua dentro del campus universitario era legal.
Este procedimiento generó reacciones inmediatas. Para muchos, la rápida acción de la Procuraduría contrastaba con su silencio ante otras obras públicas inconclusas.
“Es sorprendente que, mientras hay otros proyectos abandonados sin ninguna investigación, aquí que quisimos rendir un homenaje a nuestras comunidades palafíticas la respuesta haya sido inmediata. Igual estamos abiertos a que indaguen y revisen. Hemos hecho las cosas bien para brindarle un tributo a las comunidades de la Ciénaga Grande”, cuestionó el rector Vera.
Un aula que busca innovar en la educación superior
Para los estudiantes, docentes y miembros de comunidades palafíticas que asistieron a la inauguración, la existencia de esta aula es un triunfo cultural y académico.
“Aquí convergen la ciencia, la historia y el legado cultural de nuestra región”, afirmó el rector, mientras los asistentes recorrían la estructura, maravillados con su diseño y significado.
El equpo docente y directivo de la Unimagdalena. Foto:Unimagdalena
Julián Mendoza, estudiante de ingeniería ambiental, destacó el impacto del proyecto: “Es un espacio que demuestra cómo la educación puede adaptarse a la identidad de un territorio”.
Por su parte, José Luis Rivas, líder comunitario de Nueva Venecia, una de las poblaciones palafíticas de la Ciénaga Grande, expresó su apoyo: “Nos sentimos orgullosos de que una universidad reconozca nuestra forma de vida y la lleve al ámbito académico. No entendemos por qué hay trabas para algo que nos enaltece”.
Mientras la Universidad del Magdalena se convierte en pionera con la primera aula palafítica del país, los organismos de control parecen enfocarse más en la forma que en el fondo.
Para las comunidades ribereñas, la reacción de la Procuraduría resulta desconcertante. Ellos, que han vivido sobre el agua durante generaciones, saben que su modo de vida no es una irregularidad, sino una adaptación a su entorno.
A pesar de la investigación en curso, el aula ya está en funcionamiento como un espacio de encuentro y aprendizaje. La academia, la tradición y el reconocimiento cultural flotan sobre el lago universitario, abriendo nuevas posibilidades de estudios a futuros profesionales.
Roger Urieles para EL TIEMPO Santa Marta. En X: @rogeruv