Si hay un lugar en el Caribe colombiano donde parece que el sol se posa más cerca de la tierra, ese es Ciénaga, Magdalena. Al pisar esta tierra, en pocos minutos se siente sobre la cabeza el ardiente abrazo del astro rey.
Durante el día, el calor aprieta con fuerza, pero cuando cae la noche, las brisas frescas que bajan desde la imponente Sierra Nevada refrescan el ambiente, regalando un alivio necesario y un contraste climático que parece un pequeño milagro natural.
Este vaivén térmico, de calor intenso en el día y frío amable en la noche, crea condiciones óptimas para la producción de frutas como el mango.
La tierra del mango dulce
En las abrasadoras tierras de Cordobita, una vereda a 10 minutos del casco antiguo de Ciénaga se cultiva el mango de azúcar.
Aquí se encuentra la finca Villa Delmis, de Fidel Arévalo Badillo, que lleva 37 años dedicado a cultivar y comercializar mango, “el sabor de este tipo de mango es inigualable. Quien prueba uno, inevitablemente quiere otro; y si tiene la oportunidad, repite hasta cinco veces, encantado con su dulzura y textura”, asegura.
Fidel Arévalo Badillo, lleva 37 años dedicado a cultivar y comercializar mango. Foto:Leoherrera EL TIEMPO
Esta variedad, pequeña en tamaño pero inmensa en sabor, ha empezado a posicionarse en exigentes mercados de Europa, Medio Oriente y América del Norte, gracias a su olor, sabor, textura y aspecto, atributos que lo hacen único.
Con niveles de dulzura que alcanzan los 28 grados Brix (medida que indica el porcentaje de azúcar), pulpa sin fibras y un aroma tropical embriagador, el mango de azúcar ha logrado diferenciarse de otras variedades convencionales de mango como el de chancleta, el de hilacha o el tomy.
Su crecimiento ha sido posible gracias a las condiciones climáticas excepcionales de la región: días intensamente calurosos, temperaturas de hasta 36 grados, y noches frescas, bajan a los 20 grados, producto de la influencia de la Sierra, que crean el microclima perfecto para su cultivo.
“Transformamos el sabor dulce de una chupeta en un mango, que pesa entre 90 y 225 gramos, ideal para llevar en la lonchera. Es una fruta sin fibras ni restos molestos, un mango que realmente se disfruta al máximo”, dice Arevalo.
Aunque ofrecemos hasta 70.000 pesos diarios, muchos jóvenes prefieren irse a las ciudades, y eso ha hecho que parte de la cosecha se pierda por falta de recolectores
idel Arévalo BadilloPropietario de una finca
Fidel ha dedicado casi cuatro décadas a perfeccionar el cultivo del mango. En sus cinco fincas, La Vega, Centella, Villa Delmis, Villa Leonor y Villa Rosa, ha sembrado unas 63 hectáreas y, junto a predios arrendados, alcanza una producción de 110 hectáreas, con un rendimiento estimado de 30 toneladas por hectárea, lo que supera las 30.000 toneladas anuales.
“Hoy me llena de orgullo saber que esta fruta lleva el sabor de Córdobita a mesas en Francia, Qatar o Canadá”, le cuenta Fidel al corresponsal de EL TIEMPO.
Pero pese al potencial, el camino del mango hacia el extranjero no es sencillo. Uno de los principales desafíos que enfrentan los productores es la falta de mano de obra rural. Los jóvenes cienagueros no quieren ir a trabajar al campo.
“Aunque ofrecemos hasta 70.000 pesos diarios, muchos jóvenes prefieren irse a las ciudades, y eso ha hecho que parte de la cosecha se pierda por falta de recolectores”, señala Arévalo con preocupación.
Los recolectores de mango en la finca Villa Delmis. Foto:Leoherrera EL TIEMPO
En términos logísticos, la exportación también enfrenta cuellos de botella: el aeropuerto Simón Bolívar de Santa Marta, ubicado a 15 minutos de la vereda Córdobita no dispone de vuelos de carga.
Los envíos deben realizarse a través de vuelos comerciales, con cupos limitados y altos costos. Además, durante temporadas como el Día de las Madres, la carga aérea es monopolizada por productos como flores, lo que relega al mango a un segundo plano logístico.
El mango cienaguero debe llegar hasta Bogotá, de allí sale del aeropuerto El Dorado a unas plantas donde le hacen una revisión y selección especial para luego realizar el despacho internacional.
Un mango limpio, sin químicos
Agremiados en Asofrucol, Fidel Arévalo explica cómo han desarrollado un modelo innovador al que denominan agricultura tropical. Este sistema ha permitido extender la vida útil del mango maduro de 3 a 10 días, además de ampliar la temporada de cosecha, que antes se limitaba de marzo a junio, para ahora abarcar desde febrero hasta agosto o septiembre.
Finales de abril y principio de mayo es la temporada más alta del mango de azúcar. Foto:Leoherrera EL TIEMPO
Arévalo destaca que, gracias a esta técnica, han logrado reducir significativamente la contaminación por productos químicos, ofreciendo una fruta limpia, natural y libre de contaminantes que garantiza seguridad para el consumidor.
Este modelo agrícola sigue rigurosos protocolos que incluyen el corte y control del crecimiento de los árboles, así como la limpieza minuciosa de la fruta para garantizar su calidad.
“Casi podemos hablar ya de un producto orgánico”, señala él.Sin embargo, Arévalo reconoce que la región, que incluye zonas como Cordobita, Colorado y Santa Marta, carece de una planta procesadora de pulpa de fruta, similar a la que existe en Barranquilla.
“Necesitamos una planta aquí en el Magdalena para agregar valor a la fruta. Contamos con fruta sin trazas químicas y con todas las condiciones para producir un producto de máxima calidad, siguiendo todos los protocolos y con un plan nutricional completo, porque no usamos químicos”, afirma.
Arévalo resalta que están desarrollando una agricultura diferente, amigable con el medio ambiente, que permite recuperar la fauna y flora locales.
En la finca Villa Delmis, en Cordobita, Arévalo asegura que se recogen al día entre 400 y 600 canastas de mango, que se recogen de 700 árboles. A esto se suma la producción en otra finca cercana que cuentan con 1.100 árboles.
Las fincas de Arévalo generan empleo para entre 200 y 250 personas, aunque se estima que podrían emplear hasta 350 trabajadores. Según Arévalo, aún falta cubrir alrededor de 100 plazas, lo que provoca un vacío en la mano de obra que se traduce en pérdidas significativas de mango durante la cosecha.
El mango tiene vitamina C, B6 y caroteinodes que pueden ayudar a varias funciones del cuerpo. Foto:iStock
El productor lamenta que el mango se venda a precios muy bajos, por debajo del costo real de producción, una situación que afecta la rentabilidad del sector. De esta región salen diariamente entre 30 y 40 camiones cargados con mango para abastecer el mercado nacional, que consume una fruta de alta calidad.
Arévalo resalta el enorme potencial que tiene la región y hace un llamado al gobierno Nacional y departamental para que, en conjunto con la Cámara de Comercio y Asofrucol, impulsen una asistencia técnica extensiva que permita transformar esta agricultura tradicional. “Es fundamental explicar cómo debemos cambiar esta agricultura para aprovechar mejor nuestras capacidades”, afirma.
Gracias a estas buenas prácticas, hoy se produce un mango con mejor sabor, tamaño y duración, eliminando el uso de químicos y obteniendo un producto más sano. “El mango no sufre ataques de hongos ni insectos porque tiene una cáscara fortalecida que repele las plagas”, concluye.
Así, Ciénaga no solo es un territorio de calor, sino un lugar donde la naturaleza y la cultura se entrelazan para dar vida a productos que cuentan historias, sabores y esfuerzos de generaciones que han hecho de esta tierra un verdadero paraíso del Caribe.
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LEONARDO HERRERA DELGANS enviado especial de EL TIEMPO Cordobita (Magdalena). leoher@eltiempo.com y en X:@leoher70