Quien crea tener una opinión totalmente confiada de lo que significará la futura de presidencia de Donald Trump para el mundo probablemente esté equivocado. Así lo considera Barnaby Fletcher, director de análisis de riesgos de la firma Control Risks en Estados Unidos y Canadá.
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“En su primer mandato, Trump pasó de amenazar con una guerra nuclear con Corea del Norte en 2017 a mantener conversaciones históricas con Kim Jong Un en 2018; es absolutamente impredecible y hay motivos para creer que su enfoque en todo, desde Ucrania hasta la Ley de Reducción de la Inflación, puede no ser tan claro como la gente parece esperar”, le explicó Fletcher a EL TIEMPO.
Aunque esta pueda parecer una mirada errática de la política exterior, para Trump y sus aliados la imprevisibilidad es una fortaleza.
El mismo Trump lo dijo durante su campaña presidencial en 2016: “Como nación, debemos ser más impredecibles”. Incluso, Richard Grenell, exdirector de inteligencia nacional durante su administración, le dijo al Financial Times que la “previsibilidad es algo terrible”.
Trump va a querer dejar un legado porque ya está envejeciendo y él aún tiene un sentimiento de agravio porque cree que las elecciones de 2020 se las robaron -aunque no haya pruebas de eso-. Esta vez hubo más preparación por partes de sus aliados para conseguir su victoria y se espera que haya cambios muy drásticos en el Gobierno
Sin embargo, el diario The New York Times afirma que hoy Estados Unidos luce como una superpotencia “más aislada y menos predecible”, mientras que para The Washington Post hoy todos los dirigentes del mundo “están tratando de comprender” cómo será un segundo mandato del magnate de 78 años.
Ante esta incertidumbre, EL TIEMPO consultó con media docena de expertos de Estados Unidos, América Latina y Europa para tratar de descifrar cómo puede cambiar el tablero geopolítico en los próximos años y qué implicaciones tendría esto en la práctica.
Los analistas coinciden que, a partir de 2025, Trump asumirá las riendas de la Casa Blanca redoblando sus apuestas por asuntos que ya impulsó en su primer mandato (2017-2021), pero también priorizando una posición más pragmática y transaccional para resolver nuevos desafíos.
“Trump va a querer dejar un legado porque ya está envejeciendo y él aún tiene un sentimiento de agravio porque cree que las elecciones de 2020 se las robaron -aunque no haya pruebas de eso-. Esta vez hubo más preparación por partes de sus aliados para conseguir su victoria y se espera que haya cambios muy drásticos en el Gobierno”, comentó Katie Gaddini, profesora de Sociología de University College London y hoy en labores académicas para la Universidad de Stanford.
Por su parte, Inderjeet Parmar, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad de Londres, cree que habrá un discurso mucho más agresivo.
“Mi opinión es que es probable que el presidente Trump redoble sus promesas de ser aún más agresivo contra sus oponentes políticos, de aumentar su retórica y sus políticas en la frontera sur y contra los inmigrantes, especialmente los trabajadores indocumentados”, le dijo Parmar a EL TIEMPO.
Migración y aranceles, dos viejas banderas del primer mandato de Trump
Durante su primer mandato, Trump optó por imponer aranceles como una de sus armas para ejercer control. El republicano, por ejemplo, ya le advirtió a México con imponer sobrecostos a las exportaciones mexicanas por el orden el 25 por ciento si no hacían más por frenar la migración irregular en la frontera sur.
“Si su intención es realizar deportaciones masivas -como prometió en campaña- y de amenazar a México o a otros países con imponer aranceles si no hacen más por la migración, esto va a implicar un cambio muy radical para la sociedad de Estados Unidos por el impacto económico que esto podría tener”, le explicó a este diario Carolina Sandoval, directora de la Oficina en Washington para Asuntos de América Latina (Wola).
Sandoval se refiere específicamente a que industrias como las de la construcción, la agricultura y la hotelería dependen ampliamente en Estados Unidos de la mano de obra migrante. “Probablemente va a tener que considerar la efectividad de esa medida ya que estaría afectando la prosperidad de muchas comunidades”, agregó la experta al recalcar que esto también traería un alto costo humano a las familias que se verían separadas en el país.
Los defensores del enfoque de Trump dicen que los aranceles pueden ayudar a que los empleos manufactureros regresen a Estados Unidos, pero en el pasado, algunos expertos han descubierto que dieron lugar a pérdidas netas de empleos. Un análisis del Instituto Peterson de Economía Internacional concluyó que su plan podría costarle a la familia estadounidense promedio más de 2.600 dólares al año
Esta misma línea de acción de imposición de aranceles también se espera en la guerra comercial con China.
Trump ha advertido con subir los impuestos a las exportaciones del gigante asiático en hasta un 60 por ciento, lo que podría provocar duros efectos en la economía global e interna del país si bien su campaña cree que esto traería de vuelta a las industrias y la mano de obra al propio territorio estadounidense.
“Los defensores del enfoque de Trump dicen que los aranceles pueden ayudar a que los empleos manufactureros regresen a Estados Unidos, pero en el pasado, algunos expertos han descubierto que dieron lugar a pérdidas netas de empleos. Un análisis del Instituto Peterson de Economía Internacional concluyó que su plan podría costarle a la familia estadounidense promedio más de 2.600 dólares al año”, dice a propósito un análisis del Post.
Sin embargo, el mismo Trump se ha jactado de tener buenas relaciones con el presidente chino, Xi Jinping, lo que a juicio del profesor Stefan Wolff podría redundar en que Trump pueda explorar alternativas y esté abierto a “acuerdo pragmáticos y transaccionales” con el gigante asiático, de acuerdo con una de sus columnas en The Conversation.
Trump 2.0, un gobierno con nuevos desafíos
Además de estos temas, Trump asumirá el poder con dos nuevos conflictos que no estaban en su radar durante su primer mandato: la invasión de Rusia a Ucrania -un asunto que ha prometido resolver en 24 horas sin especificar cómo- y los temores por un enfrentamiento directo entre Israel e Irán en Oriente Medio.
En el caso de la guerra en Europa, los aliados de la Otán y Kiev temen que la nueva administración republicana deje de financiar al ejército ucraniano, algo que ha sido clave para resistir el embate de Moscú, lo que podría envalentonar a Vladimir Putin para completar sus ambiciones en la antigua exrepública soviética.
Y es que, en 2017, Trump rompió con el consenso posterior a la Segunda Guerra Mundial de republicanos y demócratas, basado en alianzas militares y diplomáticas en el mundo, para buscar una plataforma que ponga en primer lugar a Estados Unidos tras quejarse que sus aliados no hacían lo suficiente en partida económica.
Esto es a la vez un desafío y una oportunidad. Los principales líderes europeos ya anticiparon la posibilidad de un regreso de Trump. De esa manera, se ha debatido, y probablemente también se ha preparado a la opinión pública, sobre la necesidad de una mayor coordinación y producción militar europea.
Sin embargo, Europa ya aprendió la lección que vivieron en el primer mandato de Trump y se movilizaron en estos últimos años por aumentar el gasto militar y crear un consenso sobre que la seguridad europea no debe depender de su socio norteamericano.
“Esto es a la vez un desafío y una oportunidad. Los principales líderes europeos ya anticiparon la posibilidad de un regreso de Trump. De esa manera, se ha debatido, y probablemente también se ha preparado a la opinión pública, sobre la necesidad de una mayor coordinación y producción militar europea. La probabilidad de que una presidencia de Trump disminuya debido al apoyo estadounidense significa que los europeos se enfrentarán a lo que es indudablemente una Rusia muy amenazante”, dijo Rick Fawn, profesor de la Universidad de St. Andrews, en el Reino Unido, y experto en política de los países de la antigua esfera soviética.
Andrews destaca que, además, “por primera vez desde el final de la Segunda Guerra Mundial, el bloque europeo dependerá en un grado mucho mayor de sí mismo”. “Trump puede significar el surgimiento de una Europa más fuerte y autosuficiente”, puntualiza.
En cuanto a Medio Oriente se espera que Trump también ofrezca un apoyo robusto a Israel, como hizo en su primer periodo de 2017 a 2021, y que presione mucho más a Irán.
El republicano le dijo al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, que tiene rienda suelta durante estos dos meses hasta que asuma el poder en enero, según informaciones de prensa. Cabe recordar, además, que Trump cumplió en su primer mandato una lista de deseos para Israel, incluido el traslado de la embajada estadounidense de Tel Aviv a Jerusalén.
Y en un gesto que complace a Netanyahu aún más, Trump ha prometido máxima presión contra Irán. Algunos de sus asesores en el primer mandato estuvieron a un paso de pedir el derrocamiento del Estado clerical.
Se espera además que Trump aliente a más Estados árabes a reconocer a Israel, tras liderar un acuerdo histórico en 2020 donde los Emiratos Árabes Unidos, Marruecos y Baréin normalizaron relaciones con Israel.
Sin embargo, un ala más progresista en Estados Unidos teme que la crisis humanitaria en Gaza y en el Líbano, donde el estado hebreo ha lanzado una campaña militar sin precedentes, dejando más de 40.000 muertos, quede en el olvido. “Si no se resuelve este eterno problema, la estabilidad en la región, por no hablar de la paz, será prácticamente imposible”, puntualizó Wolff.
CARLOS JOSÉ REYES
SUBEDITOR INTERNACIONAL
EL TIEMPO