El rearme europeo, incluido el ingrediente nuclear, es algo a lo que la mayoría en el viejo continente y en el mundo le tienen miedo, pero que se perfila como una realidad inminente luego de que, en menos de una semana, los líderes europeos mantuvieron tres cumbres de emergencia –dos presenciales y una virtual- que dejaron en firme la propuesta de inversión sin precedentes de 800.000 millones de euros en los próximos cuatro años con el objetivo de fortalecer la industria de defensa del bloque, reducir la dependencia de Estados Unidos y responder a las crecientes amenazas de Rusia.
La embestida diplomática, más allá de arropar al presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, presionado por el mandatario estadounidense, Donald Trump, para forzar una capitulación frente a la Rusia invasora, marca un antes y un después en la política de defensa europea con el previsible final de una era en la que la seguridad del continente dependió casi exclusivamente del respaldo militar de Estados Unidos y de la Otán, según analistas.
"Europa está atravesando un punto de inflexión en materia de defensa. Durante demasiado tiempo, los líderes del continente confiaron en que Estados Unidos garantizaría su seguridad. Pero, ahora, se enfrentan a un proceso que no solo es costoso y complejo, sino que también redefinirá el papel de Europa en la geopolítica global”, advierte el experto en seguridad europea Gustav Gressel, investigador senior del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores (ECFR), consultado por EL TIEMPO.
Reunión de líderes europeos en Londres. Foto:EFE
Eso explicaría el nerviosismo que se respiró en cada cita de esta semana cuando, entre sonrisas forzadas, saludos cordiales y fotos oficiales, los jefes de Estado europeo se vieron obligados a marcar el inicio de un histórico momento de quiebre.
Desde el fin de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), los países europeos han priorizado la diplomacia y el multilateralismo sobre la inversión en capacidades militares propias, confiando en el paraguas estratégico estadounidense.
Europa está atravesando un punto de inflexión en materia de defensa. Durante demasiado tiempo, los líderes del continente confiaron en que Estados Unidos garantizaría su seguridad.
La devastación del continente y la amenaza soviética llevaron a Washington a asumir el liderazgo militar, financiando la reconstrucción con el Plan Marshall y estableciendo bases militares estratégicas. Asimismo, se promovió la creación de la Otán para 1949.
Con fracasos como el intento de creación de la Comunidad Europea de Defensa (1954), se reforzó la idea de que la protección de Europa recaía en Estados Unidos, algo que durante la Guerra Fría (1947-1991) fue determinante.
Y, tras la caída de la Unión Soviética, Europa siguió sin desarrollar una defensa autónoma efectiva por lo que, incluso en conflictos recientes, como la guerra de los Balcanes, las guerras civiles en Libia o la invasión a Ucrania, la capacidad europea para actuar sin Estados Unidos ha sido limitada.
No obstante, con el declive del compromiso de Washington tras la llegada al poder de Trump hace poco más de un mes, sumado a la creciente agresividad de Rusia y la fragmentación geopolítica global, Europa se vio obligada a asumir un rol autónomo en su propia seguridad. Un giro que no solo implica un aumento sin precedentes en el gasto militar, sino que redefinirá el equilibrio de poder dentro de la Unión Europea (UE) y sus aliados.
Como lo explica el analista de defensa Carl Bildt: “La retirada de EE. UU. de los compromisos con Ucrania ha dejado claro que Europa necesita su propia capacidad de disuasión”.
El presidente de Rusia, Vladimir Putin. Foto:EFE
La apuesta hacia el rearme en Europa
El primer paso hacia el rearme lo dio el primer ministro británico, Keir Starmer, quien convocó el pasado domingo en Londres a sus contrapartes europeas para buscar consensos en esa vía. A eso le siguió la cumbre del pasado jueves en Bruselas, en la que la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen, les oficializó a los líderes de 28 países de la región su propuesta de inversión, sin precedentes, de 800.000 millones de euros en los próximos cuatro años para defensa.
Con excepción de Hungría, cuyo presidente Viktor Orbán sigue desmarcándose de la línea dura contra Moscú, el consenso fue claro: Europa necesita blindarse militarmente y garantizar su seguridad con una estrategia autónoma.
Sin una visión clara, el rearme corre el riesgo de ser una estrategia fragmentada e ineficaz
"La amenaza rusa es real y constante. No podemos depender exclusivamente del apoyo de Washington", alertó Von der Leyen.
En esa misma línea, el presidente francés, Emmanuel Macron, fue más allá al plantear acudir al armamentismo de tipo nuclear y puso a disposición del bloque la capacidad francesa –estimada en 56 portadores de armas nucleares- al recordar que Rusia está en un programa de rearme para aumentar aún más sus fuerzas armadas, con 300.000 soldados, 3.000 carros de combate y 300 cazas adicionales para 2030.
Ambos anuncios fueron recibidos con sorna por la autoridad rusa que no ve a los europeos como un contrincante serio.
En un comunicado del Ministerio de Exteriores ruso, le recordaron a Macron y a los europeos que Estados Unidos cuenta con 898 portadores de armas nucleares. “La potencia conjunta del componente nuclear de las Fuerzas Armadas de Francia es de 67,2 megavatios por los 1.814 megavatios estadounidenses”, señaló la misiva.
La invasión de Rusia contra Ucrania cumple este 24 de febrero de 2025 tres años. Foto:Archivo EL TIEMPO / Agencias
Rearme europeo: una apuesta ambiciosa, pero poco viable
Pese a que el presidente Donald Trump amenazó el viernes con nuevas sanciones y aranceles a Rusia por sus bombardeos en Ucrania, la suspensión previa de la ayuda militar a Kiev, así como el intercambio de inteligencia, aceleró la urgencia de la UE de dotarse de una capacidad defensiva propia.
No obstante, expertos consideran que el rearme europeo es una apuesta tan ambiciosa, que su viabilidad genera escepticismo dado que no será tan veloz como los tiempos actuales lo exigen.
“Sin una visión clara, el rearme corre el riesgo de ser una estrategia fragmentada e ineficaz”, asegura el politólogo Ulrich Speck, especialista en geopolítica europea.
Por su parte, Dmitri Trenin, analista de seguridad ruso, considera que "Rusia no percibe a Europa como un verdadero rival militar”. “Aunque se anuncien inversiones colosales, el continente sigue dividido en términos de liderazgo, logística y voluntad política. De ahí que el rearme europeo no será un factor disuasorio inmediato para Moscú", puntualizó el experto.
Justamente, la velocidad de reacción es el principal obstáculo en el proceso de rearme europeo.
Rescatistas de Ucrania atienden un bombardeo de Rusia. Foto:EFE
Mientras que Estados Unidos aumentó drásticamente su producción militar en respuesta a la guerra en Ucrania, Europa aún enfrenta obstáculos burocráticos, industriales y políticos.
Según datos del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS), la producción de municiones y armamento en la UE sigue estando por debajo de la demanda en el frente ucraniano. Además, pese a que países como Alemania anunciaron grandes inversiones, se han encontrado con dificultades en la implementación de sus planes.
¿Qué podría pasar si Europa tiene éxito en su rearme y qué si no?
Si el rearme europeo se ejecuta con éxito, podría marcar un antes y un después en el orden global, consolidando a Europa como un actor estratégico más autónomo.
Esto implicaría una menor dependencia de EE. UU., una mayor disuasión frente a Rusia y una capacidad de proyección de poder más clara. Sin embargo, si los esfuerzos de rearme quedan a medio camino, Europa corre el riesgo de seguir siendo un gigante económico, pero un enano militar, sin la capacidad de influir decisivamente en el nuevo mundo multipolar que se está configurando.
Expertos señalan que la mayoría de los líderes europeos siguen ignorando que desarrollar fuerzas armadas operativas exige planificación a largo plazo, una doctrina militar clara y cohesión política.
“La era del rearme no se puede construir en un día”, advierte el experto en defensa regional y miembro del Instituto de la Paz y los Conflictos de la Universidad de Granada (España), Alberto Bueno.
En su análisis para el portal español Agenda Pública, Bueno cuestiona la forma de adquirir los 800.000 millones de euros sugeridos por Von der Leyen, cuyo monto se lograría tras una concesión de préstamos a los Estados miembro por valor de 150.000 millones de euros, destinados a sistemas militares.
Donald Trump. Foto:EFE
“La adquisición y desarrollo industrial en defensa antimisiles y antiaérea, sistemas de artillería, drones, ciberseguridad y movilidad militar redunda en los programas ya abiertos vía PESCO o European Peace Facility”, destaca el analista.
Y, puesto que para sumar recursos para el paquete armamentista se requiere, o bien de capital privado -a través del Banco Europeo de Inversiones o de la recién creada Unión de Ahorros e Inversiones- o de fondos públicos nacionales, el dilema reside en qué tan flexible pueden ser las reglas fiscales sobre el déficit del Pacto de Estabilidad y Crecimiento que establece que, si un Estado supera el margen de déficit excesivo por razón de su inversión militar, el procedimiento no se activará dejando al bloque, de nuevo, en extensas y burocráticas conversaciones que pueden terminar agotando el tiempo de espera ante un Estados Unidos poco confiable y una Rusia decidida a ir por todo.
MARÍA VICTORIA CRISTANCHO
Corresponsal de EL TIEMPO
Londres - Europa