Tras el final de la temporada de huracanes en el Atlántico el pasado sábado 30 de noviembre, los meteorólogos de Estados Unidos realizaron un balance del período que contó con 18 tormentas con nombre, 11 huracanes y cinco huracanes importantes y resaltaron un patrón inusual.
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Desde principios de abril, la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés) advirtió sobre los riesgos que representaba la temporada de huracanes de 2024, calificándola entonces como el período más activo hasta la fecha. Finalmente, la temporada contó con cinco huracanes importantes que dejaron destrozos en estados como Florida, y pese a que consistió en una "temporada extremadamente activa", no llegó al daño que esperaban los especialistas, según compartió el medio NBC News.
En su balance, los meteorólogos identificaron un patrón inusual en la manera en la que se desarrolló la temporada, con un inicio violento ante la llegada del huracán Beryl y una meseta desde mediados de agosto hasta principios de septiembre, en el período que generalmente es el más intenso.
Cada año, las tormentas más peligrosas tienen lugar a mediados de septiembre, pero durante esta temporada no tuvo lugar ningún huracán en el período mencionado, algo que no sucede desde el año 1968. A causa de este factor inusitado, los especialistas en fenómenos climáticos están estudiando qué puede haber ocasionado el período de tranquilidad en medio de la temporada de huracanes, sopesando varios motivos.
Los motivos del patrón inusual en la temporada de huracanes
Uno de los principales factores que suscitaba temor en los meteorólogos en las puertas de una intensa temporada de huracanes correspondía al fenómeno climático La Niña, el cual finalmente no se desarrolló con fuerza, a pesar de que las altas temperaturas del océano Atlántico provocaron el desarrollo de potentes huracanes.
Otra razón corresponde a que la mayoría de las tormentas tropicales importantes que se forman en el Atlántico son resultado de la temporada de monzones tropicales de África, y este año tuvo lugar en una zona diferente del continente, lo que puede haber contribuido a la inusitada manera en la que se desarrolló la temporada de huracanes.
Por último, la mayoría de los investigadores sugieren que el cambio climático a nivel global empeoró las condiciones en las que se desarrollaron los huracanes Helene y Milton, con rápidas intensificaciones de los vientos y un aumento drástico de las precipitaciones en comparación con años anteriores.