el salario mínimo en Colombia siempre ha sido tema de debate y relevancia. Desde ya, los trabajadores que perciben este rubro empiezan a sacar sus cuentas de cuánto podría subir.
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Aunque faltan algunas semanas para que se inicien las negociaciones sobre el aumento del salario mínimo de 2025, ya hay varios expertos que han comenzado a expresar sus diferentes opiniones al respecto, especialmente en lo que concierne a lo que más beneficia a la economía del país.
EL TIEMPO habló con Diógenes Orjuela, expresidente de la CUT (Central Unitaria de Trabajadores), quien se refirió a lo que se espera sobre el aumento del salario del 2025.
¿Qué piensa que se debería tener en cuenta para subirlo?
Orjuela explica que el movimiento sindical debe plantear las próximas negociaciones del salario mínimo, pues el propósito es "indiscutiblemente recuperar el poder adquisitivo de de los trabajadores en el contexto de la carestía que ha venido azotando en general al país". Asimismo, afirma que esa carestía ha influido en el poder de compra de la gente.
Según Orjuela, cerca de dos millones y medio de colombianos han dejado de comprar leche porque "no tienen como pagar un producto que hoy se vuelve inalcanzable para el bolsillo de los sectores".
Afirma que la idea es recuperar el poder adquisitivo de de los colombianos en todos los niveles. "Es un es una razón muy importante para la formulación que haga el movimiento sindical en estas próximas negociaciones del mes de diciembre", señala.
¿Qué piensa de que algunas empresas consideren que un incremento alto podría afectar la generación de empleo y la competitividad?
Orjuela sostiene que el aumento de salarios no debería considerarse un factor negativo para la productividad de las empresas, siempre y cuando vaya acompañado de políticas de protección al sector productivo nacional. Según el exdirigente gremial, las dos medidas deben avanzar de la mano para evitar desventajas en el mercado.
Cuando habla de “proteger el sector productivo” se refiere a tomar medidas que limiten la competencia desleal que podría generarse por la entrada de productos importados. Entre estas medidas menciona la necesidad de controlar las importaciones, revisar los tratados de libre comercio y fomentar el desarrollo de las micro, pequeñas y medianas empresas (MiPymes). En este sentido, propone que el Estado subsidie costos laborales, de manera que las empresas nacionales puedan ser competitivas a pesar de un eventual incremento en los salarios.
Asimismo, señala que “proteger el sector productivo nacional” implica fortalecer el mercado interno. De esta manera, un aumento en los salarios se traduciría en una mayor capacidad de consumo por parte de los trabajadores, que a su vez incrementaría la demanda de productos nacionales. “Si se incrementa el consumo de los productos que se producen en el país, entonces le va bien a los empresarios”, afirma, explicando que esto genera un círculo virtuoso donde las empresas venden más, obtienen mayores ingresos y, como consecuencia, también aportan más tributos al Estado.
Para Orjuela, el efecto de esta dinámica no solo beneficia a las finanzas del país, sino también al bienestar general, ya que se estimula la producción, el empleo y el consumo interno. Su postura es que una política salarial adecuada, acompañada de protección estatal al aparato productivo, puede generar “mayor productividad, mayor consumo y, en última instancia, bienestar para los colombianos”.
¿Qué papel juega el contexto inflacionario y la situación económica actual en la negociación del salario mínimo para el próximo año?
Orjuela sostiene que no es correcto afirmar que el aumento del salario mínimo necesariamente desencadene un alza inflacionaria, ya que “la inflación ha ido bajando” y se debe a factores como la producción de alimentos y la pérdida del poder adquisitivo de la población. Por lo tanto, asegura que un incremento salarial no generará inflación “si se surte eficazmente la demanda”, es decir, si el mercado logra abastecerse de manera adecuada para satisfacer el consumo interno.
El alza del salario mínimo debería estar ligada a un proceso de reactivación económica que permita dinamizar la economía del país. Orjuela explica que esta reactivación no puede lograrse si el gobierno persiste en enfoques que promuevan la polarización social, como plantear el debate en términos de una “pelea entre ricos y pobres”.
Además, considera que clasificar a alguien como “rico” en Colombia solo porque gana más de cuatro salarios mínimos es “un ataque, básicamente, a toda la clase media colombiana”. Según Orjuela, el principio debería ser combinar “incrementos de salario mínimo, protección y subsidios al sector productivo nacional”, así como proteger el mercado interno frente a las importaciones y los tratados de libre comercio.
Para Orjuela, bajo este modelo, el aumento del salario mínimo se convertiría en parte de un “círculo virtuoso” que fomente el desarrollo del país y reactive la economía, impulsando tanto la producción como el consumo de productos locales, lo cual, a su vez, beneficiaría a las empresas y a la población en general.
REDACCIÓN ÚLTIMAS NOTICIAS