Durante el fin de semana en el que todo el continente americano recuerda la llegada de los primeros europeos a esta parte del mundo, hace más de 530 años, y por consiguiente el proceso que le siguió de conquista y colonización del territorio, la Real Academia Sueca de Ciencias anunció en la madrugada del lunes que los ganadores del Premio Nobel de Economía 2024 eran tres investigadores que se han dedicado a encontrar la relación de cómo las instituciones creadas durante la colonización, y su evolución en los tiempos, han determinado que unos países sean ricos y otros pobres en la actualidad.
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Hablamos de los economistas Daron Acemoglu, Simon Johnson y James A. Robinson, quienes llevan años estudiando esta relación de prosperidad y sistemas políticos y sociales heredados de Europa. En 2001, publicaron el primero de los tantos artículos con los que continuarían abordando este tema bajo el título Los orígenes coloniales del desarrollo comparativo: una investigación empírica.
La teoría con la que empezaron a investigar no era las condiciones geográficas, climáticas, el capital humano o la sabiduría de los líderes las que determinaban el desarrollo de las naciones, sino el modelo institucional, es decir, las entidades que organizan a las sociedades. Para comprobar esa hipótesis, Acemoglu, Johnson y Robinson se remontaron al "experimento histórico" de lo que significó el colonialismo para los diferentes países y encontraron que se impusieron dos modelos.
“En algunos lugares construyeron sociedades más incluyentes, con derechos políticos y económicos más o menos bien distribuidos entre toda la sociedad. Y en otros impusieron un modelo supremamente excluyente y jerárquico, en el que solo unos pocos tenían poder político y económico, y lo utilizaban para hacerse ricos. La investigación de los tres mostró que las instituciones importaron mucho, porque crearon grandes divergencias en el desarrollo económico entre unos y otros”, explica Leopoldo Fergusson, profesor de Economía de la Universidad de los Andes y coautor en varios artículos con los economistas laureados.
Fue él quien, en sus redes personales, destacó la coincidencia del anuncio del premio con la polémica fecha de la llegada de Cristóbal Colón a las Américas, que divide a unos y otros sobre si llamarlo el Día de la Hispanidad o de la Raza o Día de la resistencia indígena. “Hay cierta belleza poética en que les entreguen este reconocimiento ahora, porque ellos mostraron cómo esa expansión colonial europea tuvo efectos a largo plazo, que golpearon el desarrollo de muchos países en donde se impusieron instituciones muy malas para la prosperidad y la dignidad humana”, agrega Fergusson.
Nogales, el mayor ejemplo
"Los galardonados de este año han demostrado que la dividida ciudad de Nogales no es una excepción. Por el contrario, forma parte de un claro patrón cuyas raíces se remontan a la época colonial”
Durante su investigación, Acemoglu, Johnson y Robinson encontraron en una población, entre la frontera de Estados Unidos y México, el mejor ejemplo de su tesis. Se trata de Nogales, que tiene una parte en Arizona y otra en Sonora, y está dividida por un muro.
Las diferencias entre la Nogales de EE. UU. y la de México son marcadas. La que está ubicada en el norte cuenta con las mismas ventajas que cualquier ciudad estadounidense: amplios derechos políticos, elecciones libres, educación, salud, posibilidades de movilización social, entre otros. Mientras que Heroica Nogales, la del sur, vive las mismas dinámicas de violencia y cooptación de las instituciones por parte de grupos criminales que cualquier otra población mexicana. Pese a que compartan las mismas condiciones geográficas, climáticas, socioculturales e históricas, la una no es el espejo de la otra. Todo lo contrario. Y la respuesta a estas diferencias, según los investigadores, son las instituciones.
“Los habitantes del norte de la valla viven en el sistema económico de Estados Unidos, que les da mayores oportunidades de elegir su educación y profesión. También forman parte del sistema político de Estados Unidos, que les otorga amplios derechos políticos. Al sur de la valla, los residentes no son tan afortunados. Viven en otras condiciones económicas y el sistema político limita su potencial para influir en la legislación. Los galardonados de este año han demostrado que la dividida ciudad de Nogales no es una excepción. Por el contrario, forma parte de un claro patrón cuyas raíces se remontan a la época colonial”, se lee en la descripción del premio otorgado por la Real Academia Sueca de Ciencias.
En ese sentido, las instituciones de Heroica Nogales se basan en el modelo extractivista de los colonos que llegaron a territorio mexicano y su intención no era la de construir una sociedad en conjunto con las poblaciones aborígenes, sino de explotarlas junto con sus recursos naturales. “Cuando los europeos colonizaron grandes partes del mundo, las instituciones existentes a veces cambiaron drásticamente, pero no de la misma manera en todas partes”, también remarca la Real Academia.
Los economistas también encontraron que los modelos que se plantearon en términos de inclusión privilegiaban llegar a zonas con menor densidad de indígenas para minimizar las prácticas de explotación. “Las colonias con muchos colonizadores necesitaban tener instituciones económicas inclusivas que incentivaran a los colonos a trabajar duro e invertir en su nueva patria. Esto condujo a demandas de derechos políticos que les otorgaran una parte de las ganancias”, continúa la explicación del Premio. Aunque las colonias extractivas tenían más prosperidad material en su entonces, las ‘colonias de colonos’ sentaron una base institucional que con el tiempo dio frutos al desarrollo de esas naciones, generando una reversión de la fortuna.
Algo que recalcó la Real Academia sobre la investigación del Nobel son las perspectivas futuras que ofrecen los estudios de estos tres economistas. En otras palabras: que los países pobres, donde los arreglos institucionales están pensados bajo un modelo extractivista, tienen las posibilidades de transitar hacia un sistema más inclusivo y con más libertades con el fin de generar desarrollo y riqueza.
El cómo lograrlo, según Leopoldo Fergusson, es el reto que sus colegas dejan abierto para las próximas generaciones. “El hecho de que ellos hayan avanzado en estas investigaciones, cambiándole la mente a tantas personas, impulsa a que muchos estemos pensando en cómo se pueden cambiar las instituciones de forma positiva. En ese sentido, el mensaje es optimista y no ingenuo. Porque no nos está diciendo que es un problema fácil de resolver, pues hay razones por las cuales las instituciones que no promueven el bienestar de la sociedad como un todo persisten”, agrega Fergusson, quien insiste en que las naciones pobres no están condenadas a la desigualdad.
Reconocimiento a la desigualdad
Desde el 2002, cuando se le otorgó el Nobel de Economía al psicólogo Daniel Kahneman, la Real Academia Sueca de las Ciencias marcó un nuevo camino en el reconocimiento de la Economía como la ciencia social que es. De los premios entregados, resaltan los otorgados al estadounidense William D. Nordhaus en 2018 por “integrar el cambio climático en el análisis macroeconómico de largo plazo”; el de la francesa Esther Duflo, el estadounidense Michael Kremer y el indio Abhijit Banerjee, en 2019, por sus aportes que buscan “aliviar la pobreza mundial”, y el de la también estadounidense Claudia Goldin en 2023 “por haber mejorado nuestra comprensión de los resultados de las mujeres en el mercado laboral”.
El de este año resalta por el reconocimiento que se le hace a la desigualdad entre naciones y los orígenes que la explican. Las investigaciones de Acemoglu, Johnson y Robinson partieron desde la pregunta de por qué los países más pobres, por más de que muestran avances en su crecimiento económico, no se acercan a los países ricos. Las brechas son más que dicientes: “el 20 % de los países más ricos del mundo es, hoy, 30 veces más rico que el 20 % de los países más pobres”.
“Normalmente se piensa que la economía estudia el desempleo, la inflación, la tasa de cambio y otros temas similares. Este premio es interesante porque es un reconocimiento a quienes buscan pensar y estudiar la economía de una manera distinta, utilizando un enfoque interdisciplinar que incluye a las Ciencias Políticas, la Antropología y Sociología, con el fin de estudiar los factores fundamentales de por qué unos países son más prósperos que otros”, comenta Juan Sebastián Galán, profesor asistente de la Facultad de Economía de la Universidad de los Andes.
A su juicio, la Real Academia también envía con estos premios un mensaje sobre la preponderancia de la interdisciplinariedad en la investigación económica sobre temas tan trascendentales y que afectan a millones de personas y países como lo es la pobreza.
“Uno de los logros importantes que tienen estos académicos es que muchas personas en el mundo, entre líderes políticos y encargados de políticas públicas, han cambiado también su forma de ver la realidad económica a raíz de las ideas que ellos han promovido para analizar los avances de las ciencias sociales y la comprensión de la economía”, dice Fergusson.
Sin embargo, como hay seguidores de sus teorías e investigaciones, hay quienes las critican. La economista de la King’s College de Londres, Devika Dutt, y cofundadora de la iniciativa diversificando y decolonizando la Economía, opina que los estudios de sus tres colegas tienen un enfoque eurocentrista y ahistórico. Jostein Hauge, economista político y profesor adjunto de Estudios de Desarrollo en la Universidad de Cambridge, recuerda que colegas como Yuen Yuen Ang, Mushtaq Khan y Ha-Joon Chang han insistido en que no se pueden imponer las instituciones capitalistas del Norte en las del Sur Global.
También Grieve Chelwa, director del Departamento de Ciencias Sociales del Instituto Africano, señaló en un artículo publicado en la página Africa is a Country de 2016 que la tesis de Acemoglu, Johnson y Robinson es arrogante en tanto “piensa que el universo de tipos institucionales solo se podía encontrar en la Europa histórica”.
"“En el siglo XX existieron otros arreglos institucionales, como los de los países comunistas, que no puede explicar (la teoría de los nuevos Nobel de Economía). Eso revela su carácter ideológico".
“En el siglo XX existieron otros arreglos institucionales, como los de los países comunistas, que no puede explicar (la teoría de los nuevos Nobel de Economía). Eso revela su carácter ideológico, al proyectar como universal la trayectoria de desarrollo del norte global (...) Hay varios países que han experimentado un crecimiento económico acelerado y convergencia con las economías desarrolladas sin ‘instituciones inclusivas’, como China, Corea del Sur y Vietnam. La experiencia de Asia sugiere que no hay una única vía hacia el desarrollo y que la convergencia requiere más que ajustes institucionales”, da más luces al respecto Nicolás Serrato Uribe, Magister en Política Económica de la Escuela de Estudios Orientales y Africanos de la Universidad de Londres.
Si se está de acuerdo o no con estas críticas, la verdad es que la Real Academia Sueca reconoció como innovador el enfoque que estos investigadores han aportado al entendimiento de la prosperidad económica de los países a largo plazo, combinando el estudio de la economía, la política y las sociedades. Tanto ha sido su impacto que Serrato Uribe reconoce que esta teoría “ha marcado la agenda de las instituciones multilaterales durante el final del siglo XX y el siglo XXI".
¿Por qué lo ha hecho? Según Serrato Uribe, después de los años 80 se empezó a promover un marco conocido como “Agenda de la buena gobernanza”. “Esta sostiene que una adecuada gobernanza institucional es el elemento clave para el desarrollo económico”, explica. A partir de esa agenda, los nuevos Premio Nobel empezaron a investigar la relación de riqueza e instituciones que deriva en lo expuesto en este artículo.
Aunque Serrato Uribe comparte el enfoque de las instituciones como elemento esencial para entender la riqueza de las naciones, a su juicio a la teoría de Acemoglu, Johnson y Robinson le falta “incorporar reflexiones sobre el intercambio desigual entre países y reconocer que las instituciones extractivas en el sur global son el resultado de procesos complejos”.
Más allá de los investigadores
El profesor de Economía de la Universidad de Los Andes, Leopoldo Fergusson, además de ser coautor de los tres nuevos Premio Nobel de Economía ha sido pupilo, estudiante y/o colega de Simon Johnson, Daron Acemoglu y James A. Robinson. A estos dos últimos los considera sus mentores académicos y de vida. Robinson fue su profesor en la Escuela Internacional de Verano en Economía de Los Andes y desde entonces entablaron una relación. Y Acemoglu también fue su profesor, pero durante su doctorado en el MIT.
De ellos destaca su inagotable curiosidad por entender las dinámicas sociales y políticas que afectan el desarrollo de las naciones, su prolífica producción académica, su generosidad con el conocimiento y cercanía con los estudiantes, a quienes siempre les han tendido la mano.
Fergusson destaca que Robinson ha impactado a varias generaciones de economistas de Los Andes, pues fue profesor de la Escuela de Verano entre 1994 y 2022. Y, por supuesto, además de su testimonio hay muchos que dan fe de ello.
“Rescato su generosidad enorme por impulsar a otros estudiantes, particularmente colombianos, para prepararnos afuera. Soy un ejemplo de eso y hay decenas más”, agrega Juan Sebastián Galán, profesor asistente de la Facultad de Economía de los Andes. Él le reconoce también su forma poco tradicional de investigación en la Economía: “hace trabajo de campo con la gente en las regiones, en vez de quedarse en una biblioteca”.
NATALIA TAMAYO GAVIRIA
REDACCIÓN DOMINGO
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