Qué viene para Colombia, Venezuela y el resto de América Latina una vez Donald Trump asuma la Casa Blanca en enero del año entrante es un tema que se discute intensamente por estos días tanto en Washington como en Mar -a- Lago, la residencia del presidente electo y donde se han dado cita muchos de los actores que estarán al frente de la nueva estrategia y en los cargos que más influirán.
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Para tratar de entenderla, EL TIEMPO conversó con diversas fuentes cercanas a la órbita de Trump o que han trabajado anteriormente con el presidente republicano.
Y lo que emerge es un diagnóstico sombrío, de incertidumbre, y que bien podría tornarse explosivo en un abrir y cerrar de ojos.
En general la mayoría coindice en dos aspectos. La naturaleza transaccional de Trump a la hora de tomar decisiones y el énfasis que hará en temas que son de su máxima prioridad como la inmigración, la lucha contra las drogas, y probablemente los casos Venezuela y otros regímenes dictatoriales (Cuba, Nicaragua), si bien esto último no sería esencial para el nuevo presidente más si para su nuevo secretario de Estado Marco Rubio.
"Inmigración y drogas, son los dos temas que guiarán las relaciones no solo por que creen en ellos sino por que son centrales a su causa y sus promesas de campaña", dice Juan Cruz, Asesor par el Hemisferio Occidental en el Consejo Seguridad Nacional durante el primer gobierno Trump (entre 2017 y 2019) y hoy con el Centro de Estudios Estratégicos Internacionales (CSIS por su sigla en inglés).
Algo en lo que también coinciden el ex subsecretario de Estado para Asuntos de Narcotráfico Internacional Bill Brownfield y en parte Eddie Acevedo, que trabajó en USAID entre el 2017 y 2020 y actualmente encabeza el programa para latino américa en el Centro Woodrow Wilson.
En el caso de las drogas, dicen, habrá énfasis en la lucha contra el tráfico de fentanilo -algo que impactará directamente a México por ser la principal fuente- pero también un regreso al combate contra la producción de cocaína.
"Durante la administración Biden se concentraron en el fentanilo pero se olvidaron de la coca. Y lo que hay ahora es un ambiente saturado de coca que está teniendo efectos en la seguridad de muchos países de la región como Ecuador, pero también en Chile, Uruguay Paraguay, Argentina y por supuesto Colombia. Para Trump, que no consume ni drogas ni alcohol, este tema es muy importante y lo mostró en su primer mandato. Y aquí va a ver una diferencia entre los países que quieran trabajar en un esfuerzo conjunto para controlarlo y los que no quieran alinearse con estas políticas", añade Cruz.
Brownfield agrega que si bien es cierto que la cocaína ya no es la amenaza de antes, el incremento del consumo que se viene registrando en EE.UU. y su mezcla con el fentanilo para uso recreativo la volverán a poner en el radar de Trump y la comunidad antinarcóticos.
En el caso específico de Colombia todos anticipan que la relación será compleja y podría deteriorarse con rapidez.
De entrada, dice Brownfield, Petro y Trump tienen muy poco en común. "Mientras Petro ha dejado claro su énfasis en el medio ambiente, una economía verde y el cambio climático (tema en el que encontró sintonía con Biden), para Trump no es una prioridad. De hecho, se opone a esto por que lo ve como un freno para la economía. Tampoco creo que exista apetito para financiar la transición de los campesinos cocaleros a una economía lícita", afirma este ex funcionario.
Acevedo, además, pide recordar que ya en el Congreso avanzaban recortes a la ayuda de Colombia precisamente por el desacuerdo con las políticas de Petro y que van camino a materializarse ahora que Trump llega a la Casa Blanca y que los republicanos controlarán el legislativo.
"La explosión de los cultivos ilícitos y la falta de erradicación es muy problemática. Una vez eso entre en el radar de la nueva administración va a conducir a un cambio de política hacia el país", opina Acevedo.
"La explosión de los cultivos ilícitos y la falta de erradicación es muy problemática. Una vez eso entre en el radar de la nueva administración va a conducir a un cambio de política hacia el país"
Los tres -Cruz, Acevedo y Brownfield- coinciden en que lo más probable es que Trump descertifique a Colombia por su falta de compromiso en la lucha contra las drogas en septiembre de 2025, cuando debe tomar esa decisión.
"Yo no veo como eso no vaya ser la conclusión natural de esto. Durante su pasada administración estuvieron muy cerca pero en aquel momentos sus asesores le pidieron no hacerlo por la relación tan cercana que existía. Pero esa consideración ya no existe. Se ve como algo casi obligatorio", dice Cruz.
Para este ex asesor, además, el actual gobierno colombiano parece no entender la situación ni ha trabajado para acomodarse.
"No hay acercamientos con el mundo Trump -dice Cruz- no hay contactos naturales. En el mundo Trump de hoy, que se está formando, y en el Congreso republicano, yo no veo a nadie que se quiera inmolar por Colombia. El descontento con el gobierno Petro es universal y aunque habrá algunos amigos del país que le traten de dar a esto otro perfil no veo a nadie defendiéndolos. Las relaciones se cultivan y en este caso no ha pasado. Hay algunos que dicen que hay que buscar puntos en común, y estoy de acuerdo, pero me preguntó cuales son esos".
Algo que también traerá problemas frente al tema migratorio que, todos indican, será la prioridad número uno de Trump.
¨No se puede hablar de migrantes sin abordar el hecho de que muchos llegan a la frontera entre Estados Unidos y México sin ninguna documentación. Y muchos de ellos transitan por Colombia en su camino hacia el norte. Esto hace que este tema, inevitablemente, se vuelva un problema. Y la forma en que se maneje, tanto públicamente como detrás de cámaras, tendrá un gran impacto en términos de esa relación¨, dice Brownfield.
Cruz, a eso, le añade una arista adicional. ¨Trump va a exigir muchos más de los países para que ejerzan control sobre su territorio. Así mismo, siguiendo la línea de su promesa de deportación masiva, los países van a tener que prepararse no solo para recibir grandes números de sus ciudadanos sino incorporarlos a su sociedad, que es algo de lo que no se habla. Van dejar de recibir las grandes sumas de dinero que entran por remesas y enfrentarán nuevas presiones socio económicos y en seguridad por el regreso de estas personas. Muchos de nuestros países no están listos para esto¨, afirma este ex asesor.
Si bien la inmigración puede ser una puerta que acerque a ambos gobiernos dada la naturaleza transaccional de Trump, todos advierten que la nueva administración usará todo su poder e influencia -economía, sanciones, cooperación- para obtener concesiones.
Y en Colombia el objetivo central sería un cierre del paso por el Tapón de Darién y que les reciban a una gran cantidad de deportados. Para ponerlo en contexto, tan solo en los último tres años, a EE.UU. han llegado ilegalmente casi medio millón de colombianos.
Pese a que todo se ve complejo, lo que más preocupa a Brownfield es que una relación que se ha forjado a lo largo de más de 2 décadas se deteriore como consecuencia de la retórica que suele usar Petro para hablar de EE.UU. y que fue manejada de una manera pragmática bajo Biden.
"Si el Presidente continúa hablando públicamente sobre Estados Unidos como lo ha hecho durante los últimos dos años y medio, se producirá una reacción muy fuerte, muy ruidosa y posiblemente ofensiva. Trump no toma las críticas a la ligera. Y antes de que pase mucho tiempo, tendremos una relación muy complicada, áspera y en caída. Eso es lo que espero que podamos evitar por que esta ha sido una relación muy productiva para ambos países y debe seguir siéndolo", afirma el ex diplomático.
En el caso de Venezuela -que también impactará la relación con Colombia- hay aún más incertidumbre.
Acevedo está convencido de que Trump regresará la política de máxima presión contra el régimen de Nicolás Maduro y que incluye no solo la reimposición de sanciones (la mayoría ya están vigentes), la eliminación de las licencias que se han concedido a multinacionales como Chevron e incluso sanciones terciarias contra países que hagan negocios con el país.
Según este analista, la teoría es que mientras la democracia no se restablezca continuará el éxodo de migrantes que terminan llegando a EE.UU. y de allí el interés del republicano por una política de mano dura.
Pero de acuerdo con Cruz, si bien es algo que se ventila también hay voces que recuerdan que eso ya se ensayó durante su primera administración sin que produjera resultados y que ahora hablan de otros caminos. Uno, afirma, sería ignorar el problema y dejar que el régimen se auto destruya y otro la vía transaccional: es decir negociar con Maduro para que le reciba a los deportados -su interés número uno- a cambio de algunas concesiones.
"No creo que el equipo de Trump haya decidido qué hacer. En este momento se evalúan los pros y los contras. Todo esta sobre la mesa", afirma Cruz.
La región, dice este analista, es afortunada por tener a Marco Rubio como nuevo Secretario de Estado no solo por su interés, que es agudo y genuino, sino que se aliena con ciertas áreas más tradicionales de las relaciones hemisféricas.
Pero también pide ser realistas. "La pregunta -dice Cruz -es cuánto va poder hacer Rubio teniendo en cuenta las instrucciones del presidente y de su equipo. No hay que confundirse. La prioridad número uno es América Primero, no Latino América Primero, y dentro de eso la inmigración. Qué oxígeno tendrá para hablar de otras cosas no lo sabemos. Rubio será un buen para rayos y va a impulsar los temas pero no sabemos que tanto eco tendrá".
SERGIO GÓMEZ MASERI
Corresponsal de EL TIEMPO
Washington