¿Qué pasa cuando un astronauta llora en el espacio? Vea las sorprendentes imágenes

Llorar en el espacio no solo es posible, sino también incómodo y potencialmente molesto para los astronautas. Así lo demostró el canadiense Chris Hadfield, comandante de la Estación Espacial Internacional (EEI) durante la Expedición 35, en un video grabado en 2013 que muestra qué ocurre cuando las lágrimas emergen en un entorno de microgravedad.

En condiciones normales en la Tierra, la gravedad hace que las lágrimas rueden por el rostro. Sin embargo, en el espacio no ocurre lo mismo. Tal como lo explicó Hadfield en un video publicado en el canal de YouTube de la Agencia Espacial Canadiense, las lágrimas no caen: se acumulan en forma de una esfera líquida sobre el ojo y la piel circundante, dificultando la visión y generando escozor.

“Tus ojos definitivamente producirán lágrimas en el espacio. Pero la gran diferencia es que no caen, así que necesitas un pañuelo”, dijo Hadfield en el video.

En su demostración, Hadfield simuló el llanto vertiendo agua sobre su ojo y parpadeando para hacer que el líquido se distribuyera. El resultado fue una burbuja de agua adherida al ojo que crecía a medida que más lágrimas se acumulaban, hasta extenderse por la nariz y alcanzar el otro ojo. Para retirar el exceso de líquido, tuvo que utilizar una toalla.  

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Llorar en el espacio: más que una curiosidad

Aunque las emociones no desaparecen en el espacio, los astronautas están entrenados para mantener la calma. Aun así, pueden llorar por causas físicas como alergias o polvo en suspensión. 

La microgravedad convierte este acto involuntario en una experiencia peculiar. La acumulación de lágrimas en los ojos no solo nubla la vista, sino que puede producir una sensación de ardor.

Hadfield también relató otro episodio durante una charla TED en 2014. En esa ocasión, una fuga en su casco durante una caminata espacial le irritó el ojo. Al no poder limpiar la lágrima, esta se acumuló hasta dejarlo momentáneamente ciego. 

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Este fenómeno también fue reportado en 2011, cuando el astronauta Andrew Feustel, en medio de una caminata espacial, sufrió irritación por un residuo de una solución antiempañante en su casco. Como sus lágrimas no podían caer, debió frotarse el ojo con una pieza esponjosa dentro del traje, según informó 'The Atlantic'.

La Nasa confirmó que este comportamiento de las lágrimas en microgravedad puede afectar la salud ocular. Según el oficial de caminatas espaciales Allison Bollinger, las lágrimas se agrupan alrededor del globo ocular y pueden provocar molestias. 

Hadfield, citado por el mismo medio, resumió el fenómeno así: “Tus ojos producen lágrimas, pero se quedan como una bola líquida. De hecho, pican un poco”.

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Ciencia en acción: los cuerpos humanos como laboratorios

Cada incidente como estos aporta conocimiento sobre cómo el cuerpo humano reacciona fuera de la Tierra. La Estación Espacial Internacional, un proyecto conjunto de 15 países y cinco agencias espaciales, ha estado habitada continuamente desde el año 2000. 

Como señala 'CBS News', incluso un fenómeno tan básico como llorar puede tornarse complejo y hasta doloroso, ya que el líquido solo se libera del ojo cuando se acumula lo suficiente como para desprenderse flotando por la cabina.

Ron Parise, exastronauta del transbordador espacial, explicó que cuando las lágrimas son lo suficientemente grandes, se desprenden y flotan libremente. Una imagen que, en palabras del medio 'The Atlantic', puede resultar poética: un espectáculo de lágrimas suspendidas, bellas pero también incómodas.  

*Este contenido fue escrito con la asistencia de una inteligencia artificial, basado en información de conocimiento público divulgado a medios de comunicación. Además, contó con la revisión de la periodista y una editora.

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SOFÍA ARIAS MARTÍNEZ

REDACCIÓN ALCANCE DIGITAL

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