“Estamos en una carrera por la seguridad”, declaró el viernes pasado, ante los 460 diputados del Sejm –Cámara Baja del Parlamento– el primer ministro de Polonia, Donald Tusk, al anunciar ambiciosos planes para elevar, a marchas forzadas, los efectivos militares de los 300.000 que sumará este año –el mayor pie de fuerza de la Unión Europea (UE)– a 500.000 antes de 2028. Aparte del masivo reclutamiento de soldados, “todos los varones adultos recibirán formación militar”, explicó Tusk, mientras miles de mujeres podrán ingresar de modo voluntario a una de las pocas Fuerzas Armadas del mundo que les permiten servir en primera línea de combate.
La idea de Tusk y del mando militar polaco es que, además del medio millón de efectivos, haya una enorme armada de reserva “con soldados hechos y derechos para un conflicto”. Para el primer ministro, la situación de su país y de su vecina Ucrania, invadida hace tres años por las tropas rusas, es “objetivamente más difícil que hace unos meses”, pues “las garantías de seguridad” que ofrecía Estados Unidos resultan “menos ciertas que antes”.
Polonia le ha dado a Ucrania más tanques y helicópteros que Alemania, Francia y Estados Unidos juntos.
El liderazgo de Tusk se extiende más allá de sus fronteras. Para empezar, porque al completar 300.000 hombres en armas este año estará por encima de los 270.000 franceses los casi 200.000 alemanes y los 180.000 italianos, e incluso contará con más soldados que el Reino Unido –la gran potencia militar, hoy por fuera de la UE–, con sus casi 230.000 efectivos.
Donald Tusk, primer ministro de Polonia. Foto:AFP
Pero además, en el marco de la Otán, Polonia ya es un actor principal, al haber elevado a 4,2 por ciento del PIB el presupuesto de defensa, una curva que seguirá en ascenso: al cierre de 2025, Tusk aspira a que ese gasto represente 4,7 por ciento del PIB, cifras muy por encima del 2 por ciento que, desde hace varios años, Washington viene exigiéndoles a los demás socios de la Alianza Atlántica.
Confirma ese liderazgo que Tusk asumió el primero de enero la presidencia del Consejo de la UE y, desde el primer día, hizo un llamado de atención a países como España e Italia, que vienen rezagados en sus compromisos de inversión militar. El líder polaco predica con palabras, pero también con hechos, en especial en cuanto al apoyo a las tropas de su vecino, el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski. En una reciente entrevista con el diario parisino Le Figaro, Radoslaw Sikorski, ministro de Exteriores de Tusk, puso de presente: “Le hemos dado a Ucrania más tanques y helicópteros que Estados Unidos, Alemania y Francia juntos”.
Primer ejército de Europa este año con 300 mil efectivos, el objetivo de Polonia es aumentarlo a medio millón.
Donald Tusk en el Parlamento de Polonia hablando de Ucrania. Foto:AFP
Polonia tiene razones históricas para movilizarse así, tras batallar durante cinco siglos por ser una nación independiente. A lo largo de medio milenio, fue sometida por potencias extranjeras, Rusia sobre todo, pero también por las tropas nazis durante la Segunda Guerra Mundial. En 1945, liberada de la bota hitleriana, intentó de nuevo ser independiente, pero solo lo logró de forma, pues vivió bajo el yugo soviético hasta la caída del comunismo en Europa oriental en 1991. “Después de 500 años –le dijo Sikorski a Le Figaro– hemos aprendido que cuando los rusos nos amenazan, debemos tomarlos en serio (...). Haremos todo lo necesario para no volver a ser una colonia rusa”.
¿Qué es el escudo oriental polaco?
Tusk luce como la persona indicada en el momento indicado. Y no solo por su inmenso gasto en defensa y por presidir este semestre, a nombre de su país, la UE, sino porque llega a esa posición en momentos en que Francia y Alemania –los dos líderes históricos de la Unión– se muestran fragilizados, mientras el Reino Unido tomó distancia tras el brexit, aunque en materia militar siga siendo un aliado clave del continente.
Destacado líder estudiantil en el puerto de Gdansk, su ciudad natal, desde inicios de los 80 Tusk fue cercano al sindicato Solidaridad, que lideraba Lech Walesa, organización clave para la caída de la dictadura comunista. Tras la democratización, surgió como dirigente del centro político y fue primer ministro entre 2007 y 2014, para convertirse en presidente del Consejo Europeo de 2014 a 2019, y volver al cargo de primer ministro en 2023. A diferencia de otros líderes de la región, Tusk mantiene una buena relación con el presidente estadounidense, su tocayo Donald Trump.
El presidente de Rusia, Vladimir Putin. Foto:EFE
La clave militar polaca estará en el escudo oriental, una cadena defensiva de 800 kilómetros para frenar a las tropas rusas.
Esa posición privilegiada los obliga, a él y a su gobierno, a pasar a la acción. El titular de Defensa, Wladyslaw Kosiniak-Kamysz, declaró a inicios de año que “Europa no contará con una disuasión eficaz sin desarrollar sus capacidades en armamento y municiones”. Polonia ya encargó importante equipo a fábricas en Estados Unidos, incluidos 32 aviones F-35 a Lockheed-Martin y 96 helicópteros Apache a Boeing.
Pero la clave estratégica del dispositivo militar polaco es el desarrollo del escudo oriental, una franja de casi 800 kilómetros desde la frontera con el enclave ruso de Kaliningrado, al norte, hasta la línea limítrofe con Ucrania al sureste, pasando por los límites con Lituania y Bielorrusia (aliada de Putin) en el este. La región incluye espesos bosques, lagos y pantanos impenetrables, pero también corredores que, en el pasado, han servido a los rusos para invadir.
Trincheras, búnkeres, brechas antitanques, erizos de acero y cemento, además de amplias franjas que están siendo sembradas de minas, constituyen el pesado muro con el que Varsovia pretende disuadir a Moscú. Un cinturón de infraestructura defensiva más ligera ocupa un ancho de 50 kilómetros a lo largo del escudo. Incluye carreteras, puentes, hospitales y centros de almacenamiento de armas, municiones, repuestos y víveres. Un tercer nivel del escudo oriental está dedicado a lo que el alto mando polaco llama “defensa inteligente”, con sistemas de reconocimiento, vigilancia satelital, detección antidrones y una compleja red de comunicaciones cifradas.
No se trata solo de prevenir un ataque de tropas rusas desde el enclave de Kaliningrado o el territorio bielorruso, sino de contener las embestidas de “guerra híbrida” que el Kremlin, con la ayuda de Bielorrusia, ha lanzado desde el verano de 2021, consistente en oleadas de migrantes que vienen desde África y penetran, con apoyo ruso, la frontera polaca, generando una crisis humanitaria. Para contener lo que Varsovia llama “la instrumentalización de los migrantes” por parte de Moscú, el gobierno de Tusk hizo construir un muro de 180 kilómetros de largo y 5 metros de alto.
Rescatistas de Ucrania atienden un bombardeo de Rusia. Foto:EFE
“Nuestro objetivo es instalar y operar la frontera más innovadora de toda la Unión Europea”, explicaba hace pocos días al diario parisino Le Monde el secretario de Estado polaco, Cezary Tomczyk. “Polonia debe estar preparada a la eventualidad de una guerra convencional, pero también híbrida”, agregaba el alto funcionario, encargado de coordinar las operaciones de montaje del escudo oriental.
De ser uno de los países más atrasados del continente, Polonia pasó en 25 años a ser la novena economía.
El descomunal programa militar de Polonia no está exento de dificultades. El gobierno anterior hizo cuestionadas compras de equipos costosos y no muy útiles para la actual coyuntura, reclutar más de 200.000 nuevos soldados en tres años plantea desafíos logísticos y de entrenamiento, y garantizar que el dinero se invierta de manera eficaz en el mundo de la compra de armas, que tiene tantas zonas oscuras, requerirá mucha vigilancia.
Aparte de la decisión política para esta gigantesca operación de defensa, hacen falta enormes recursos. El solo escudo oriental, sin contar con el aumento de tropa ni con la compra de material de guerra, demanda inversiones de 2.500 millones de dólares. Por fortuna, Polonia vive una era de expansión económica que le brinda el margen fiscal para hundir el acelerador del gasto.
¿Cómo logró Polonia el milagro económico?
Cuando cayó el régimen comunista, la economía estaba postrada y el PIB de Polonia no aparecía siquiera entre los 16 más importantes de Europa. Para el año 2000, el país ya era la economía número 14, por encima de Noruega y casi empatada con Dinamarca. En 2004, Polonia ingresó a la UE, y para 2018, ya estaba entre las 10 mayores economías del continente. En 2024 era novena en el listado, tras superar a Turquía.
Brigada de las fuerzas ucranianas. Foto:AFP
Con una política de liberalismo económico, reglas claras y estables para la inversión extranjera, así como estímulos tributarios y ambiciosos programas de formación para contar con mano de obra calificada, Polonia se ha hecho fuerte en tecnología e informática, con una decidida apuesta por los emprendimientos innovadores y la IA, que reciben gran apoyo gubernamental.
Además, se ha consolidado en el área automotriz, las energías renovables y la biomedicina. Y para poner el territorio a tono con semejante salto adelante económico, el Gobierno, en asocio con el sector privado, ha desarrollado la infraestructura de carreteras, trenes, puertos y aeropuertos, así como una red de telecomunicaciones a la altura de los países más desarrollados.
Prueba del poderío económico polaco es el anuncio del Gobierno, la semana pasada, de querer ingresar al capital accionario de Airbus, con una participación que no esté lejos del 10 por ciento que tanto Francia como Alemania, los socios líderes, tienen de manera individual en la compañía. Volverse uno de los propietarios de la empresa que manda, por encima de Boeing, en la fabricación de aviones no es un asunto menor.
“No hay duda: Polonia quiere estar entre los grandes, y tiene el dinero para hacer valer esa condición, así como la decisión política”, le dijo a EL TIEMPO este lunes un diplomático de la UE que sigue a Europa del este. “Y si, además –agregó la fuente–, con el escudo oriental se va a convertir en el gran tapón para trancar a Rusia y protegernos a todos, entonces se habrá ganado de sobra los galones para estar entre los grandes de Europa”.
MAURICIO VARGAS
ANALISTA
EL TIEMPO