¿Por qué hoy necesitamos meditar? Antropólogo reveló las razones tras la práctica: 'Antes la gente estaba quieta, tranquila, contemplando'

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El investigador destacó que la meditación no era una necesidad ancestral, sino una respuesta moderna a la hiperactividad cotidiana.

PERIODISTA03.06.2025 08:32 Actualizado: 03.06.2025 08:49

El antropólogo José María Fericgla sostuvo que la meditación, práctica en auge en las sociedades contemporáneas, no responde a una herencia espiritual del pasado, sino a una necesidad generada por el ritmo de vida actual.

Fericgla afirmó que “la gente en el pasado no necesitaba meditar, porque gran parte de su día a día estaba quieta y sin nada que hacer”.

Fericgla basó su argumento en un experimento psicológico en el que se pidió a varios estudiantes que permanecieran 15 minutos en completo silencio, sin estímulos externos.

En caso de no soportarlo, podían optar por presionar un botón, recibir una leve descarga eléctrica y así terminar la prueba. “¿Sabes cuántos aguantaron? Ni el 25 %”, comentó el antropólogo, evidenciando la dificultad que supone hoy simplemente detenerse.

Para los hindúes esta hora es perfecta para meditar.

Una vida cotidiana más contemplativa en el pasado

El antropólogo remarcó que en otras épocas, numerosas profesiones implicaban largos periodos de inmovilidad y observación: “Pastores, campesinos, mineros o pescadores pasaban largos ratos observando el entorno, en silencio”.

Esta situación permitía una tranquilidad natural que hacía innecesaria la búsqueda deliberada de espacios de calma.

En contraste, la vida actual está marcada por una constante exposición a notificaciones, actividades y estímulos digitales. Esta realidad, según Fericgla, justifica la necesidad contemporánea de practicar la meditación: “Hoy día sí hace falta meditar”, concluyó.

Hábitos respaldados por la neurociencia para cultivar la felicidad

La felicidad, considerada por el filósofo Aristóteles como el fin último de la existencia humana, puede ser cultivada mediante hábitos diarios.

Así lo respaldan estudios neurocientíficos de la Universidad de Wisconsin, que señalan que prácticas como fortalecer relaciones sociales, meditar, hacer ejercicio y descansar adecuadamente influyen en los niveles de serotonina, dopamina, oxitocina y endorfinas, las hormonas relacionadas con el bienestar emocional.

Las relaciones sociales como base del bienestar: la interacción constante con familiares, amigos o conocidos contribuye a crear una red de apoyo emocional que favorece la estabilidad mental.
La meditación y su efecto en el cerebro: el Centro Nacional de Salud Complementaria e Integral y la Asociación Americana del Corazón indican que la meditación mejora la gestión del estrés, refuerza la respuesta frente al dolor y optimiza el procesamiento de la información en el cerebro.
Ejercicio físico y salud emocional: según el Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos, entrenar reduce los síntomas de depresión, ansiedad y estrés, mejora el sueño y estimula la liberación de endorfinas, conocidas por su efecto analgésico y placentero.
La importancia de un buen descanso: dormir adecuadamente es fundamental para conservar un estado emocional estable. El National Institute of Child Health advierte que la falta de sueño incrementa la irritabilidad y los síntomas de ansiedad y depresión.
Pasatiempos y crecimiento personal: el Instituto de Psicología de Barcelona sostiene que los pasatiempos permiten desconectarse de la rutina, lo que favorece el equilibrio emocional y la autorrealización, estimulando la dopamina, relacionada con el placer y la motivación.

*Este contenido fue escrito con la asistencia de una inteligencia artificial, basado en información de conocimiento público divulgado a medios de comunicación. Además, contó con la revisión de la periodista y una editora.

JOS GUERRERO

EQUIPO ALCANCE DIGITAL