La pérdida de peso es un logro monumental, pero para algunas personas, el camino no termina con el descenso en la báscula. Para muchas, como Betsy Smith, madre de tres hijos de Billings, Montana, perder más de 120 kilos en un período de tres años no solo trajo consigo una notable mejora en su salud, sino también desafíos emocionales y físicos inesperados, especialmente relacionados con la dismorfia corporal y los efectos de la piel flácida.
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Según comentó Betsy al portal Business Insider, llegó a pesar más de 320 kilos en su momento más alto y decidió cambiar su vida cuando fue diagnosticada con diabetes tipo 2. Para ella, el primer paso fue mejorar sus hábitos alimenticios y adoptar un régimen de ejercicio, aunque nunca consideró someterse a una cirugía bariátrica. Su compromiso fue el trabajo constante y el control de las porciones, que le permitió perder una cantidad impresionante de peso en solo unos años. Para 2024, había reducido su peso a 230 kilos, con un cambio visual que la hizo sentirse más saludable y activa.
Sin embargo, esta transformación también trajo consigo desafíos inesperados. Aunque perdió una gran cantidad de peso, la piel flácida que quedó fue uno de los efectos secundarios más difíciles de enfrentar. “Me veo en el espejo y aún siento que no he perdido mucho peso”, comentó Betsy. Además, agregó que solo al comparar las fotos de antes y después puede ver la verdadera diferencia.
La dismorfia corporal: un desafío inesperado
A pesar de la enorme pérdida de peso y las mejoras en su salud, Betsy admitió que su imagen corporal se vio profundamente afectada. La piel sobrante que quedó en sus brazos, abdomen y piernas no solo fue incómoda, sino también emocionalmente desafiante. La dismorfia corporal, un trastorno psicológico que distorsiona la percepción que una persona tiene de su cuerpo, se convirtió en un obstáculo real para ella. A pesar de los avances, sentía que la piel flácida no le permitía ver los resultados de su esfuerzo.
Betsy explicó que la piel colgante no solo era un problema estético, sino que también le causaba irritación e infecciones. Para controlar estos síntomas, su dermatólogo le recetó cortisona, lo que le permitió manejar algunos de los efectos negativos de la piel flácida. Aunque le sugirieron someterse a cirugía plástica para corregir la piel sobrante, Betsy se mostró reticente debido al temor a la anestesia y los riesgos de la operación. Sin embargo, a pesar de la dismorfia corporal, Betsy mantiene una actitud positiva.
El consejo que ofrece a otras personas que buscan perder peso es directo y claro: “Trabajar duro”. Aunque para ella no existe una receta secreta más allá del esfuerzo constante y el compromiso, reconoce que la importancia de una alimentación saludable, el ejercicio regular y el apoyo emocional son fundamentales. Además, también destaca que nunca bebió alcohol ni fumó cigarrillos, lo que podría haber contribuido a su longevidad.