Emmie Brookman, de 24 años, y su esposo Norton Johnston, de 34, adquirieron en 2023 una casa construida en el siglo XVI ubicada en Barrowford, Lancashire, Inglaterra.
Fue en agosto del año pasado cuando comenzaron las labores de reforma estructural, impulsados por fallas evidentes en los muros.
Las viviendas de larga data en el Reino Unido suelen contener elementos desconocidos, sobre todo aquellas con múltiples propietarios a lo largo de los siglos. En la actualidad, parejas jóvenes que adquieren estos inmuebles y emprenden renovaciones, se enfrentan a hallazgos vinculados al pasado de las edificaciones.
Brookman y Johnston iniciaron la restauración de los muros tras detectar que el revestimiento que cubría las piedras facilitaba la aparición de moho. Inicialmente solicitaron presupuestos a profesionales locales, pero debido a los costos, optaron por llevar adelante el trabajo de manera personal.
El proceso implicó la remoción de la capa exterior de los muros hasta llegar a la mampostería original. “Había moho rosado creciendo en la pared. Había mucho olor a humedad”, relató Brookman, quien compartió el desarrollo de la obra en su cuenta de Instagram.
Durante el trabajo con cinceles, Brookman descubrió huesos incrustados en las paredes. Algunos pertenecían a animales, pero uno de ellos correspondía a una mano humana. En un libro sobre la historia local, encontró que, siglos atrás, se creía que colocar restos óseos dentro de las construcciones protegía a sus habitantes contra el mal. También extrajeron una pequeña botella que contenía cenizas y hierbas.
“Encontramos un artículo sobre magia en Kendal y leímos que realmente creían en las brujas. Solían poner huesos en las paredes y hierbas para alejar el mal. Es lo que creían que los protegía. Encontramos huesos en casi todas las habitaciones. Uno voló hacia mí y el otro creo que era un dedo”, describió Brookman.
Luego de recuperar los restos, la pareja los exhibió a través de redes sociales para mostrar la autenticidad del hallazgo. Brookman comentó que algunos de los restos serían expuestos, mientras que otros regresarían a su lugar original en honor a la historia de la propiedad. “Me gusta encontrar algo que tenga una historia y que encaje en la casa”, afirmó.
Mientras realizaban estas actividades, también conocieron otro dato inquietante: en la vivienda contigua había residido James Hargreaves, un asesino conocido en la localidad. Hargreaves fue condenado por atacar a su ama de llaves y por el homicidio de un abogado que intentaba entregarle una orden de arresto.
Tras superar el impacto inicial, semanas más tarde culminaron con las reformas principales de la casa. Según explicaron, solamente resta finalizar el baño. Ambos manifestaron su interés en el inmueble debido a su “carácter y peculiaridad”.
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La Nación (Argentina) / GDA
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*Este contenido fue reescrito con la asistencia de una inteligencia artificial, basado en información de La Nación, y contó con la revisión de un periodista y un editor.