Ella se escondió con sus cuatro hijos al amparo de la oscuridad, con los gritos distantes de los agentes de la Patrulla Fronteriza de EU y un helicóptero sobrevolando las colinas en la frontera entre Tijuana y San Diego. Los agentes amenazaban con poner fin a un viaje de México a Estados Unidos con arresto y deportación.
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Unos 37 años después, Leonor Dávila, ciudadana estadounidense, dice estar agradecida por la vida que ha construido para su familia en Chicago. Difiere de los ranchos donde se crió en el Estado mexicano de Zacatecas, donde las oportunidades eran escasas.
Por ello, fue una sorpresa hace 3 años cuando su hija, Jenny Aguayo-Frausto, nacida en Estados Unidos, le dijo que ella y su esposo buscarían un futuro en México. Para Dávila, la medida era tan desconcertante como irónica.
Hay tanta gente que querría venir aquí a Estados Unidos, y luego están los que ya no quieren estar aquí
“Hay tanta gente que querría venir aquí a Estados Unidos, y luego están los que ya no quieren estar aquí”, dijo Dávila, de 64 años, en español.
Aguayo-Frausto, de 30 años, y su esposo, Kevin Frausto, de 36, son parte de un contingente de estadounidenses de ascendencia mexicana que, debido a ella, se están convirtiendo en ciudadanos de ambos países —formalizando su identidad mexico-estadounidense unos 26 años después de que México comenzó a reconocer la doble ciudadanía.
Algunos simplemente quieren el símbolo de estatus de tener dos pasaportes, lo que también puede abrir oportunidades de viaje a países con relaciones más conflictivas con Estados Unidos. Sin embargo, muchos otros, como los Frausto, ven a México como una alternativa viable a la vida en Estados Unidos.
El atractivo de la doble ciudadanía parece estar en línea con las cambiantes corrientes migratorias de los últimos 15 años, dijo Ariel G. Ruiz Soto, analista senior de políticas del Instituto de Política Migratoria, quien habló en un seminario en línea sobre la doble nacionalidad organizado por el Gobierno mexicano el año pasado.
La mejora de la economía mexicana ha ayudado a estimular el regreso voluntario de un número significativo de expatriados, de modo que la población de inmigrantes mexicanos en Estados Unidos se ha reducido de su máximo de 12.2 millones en el 2007 a alrededor de 10.7 millones, reporta el Pew Research Center.
“Creo que eso es lo que llevó a la premisa de lo que vemos hoy”, dijo Ruiz Soto.
Desde la perspectiva del Gobierno mexicano, añadió, su economía nacional, impulsada durante mucho tiempo por las remesas, se beneficiará de la incorporación de ciudadanos mexicanos que ganan dólares, algunos de los cuales están ansiosos por invertir en el País.
En los últimos años, la llegada del trabajo remoto, la cada vez menor confianza en la economía estadounidense y un clima político cargado han hecho que la idea de una vida en México sea más atractiva, dijo Ruiz Soto, aunque la seguridad y la barrera del idioma para quienes no hablan español siguen siendo consideraciones.
La pareja de Chicago resumió sus razones para mudarse a México en enero del 2021 al deseo de una mejor “calidad de vida” y a una creciente desilusión con Estados Unidos. Habían llegado a una conclusión: “Hemos alcanzado el peldaño más alto que podemos en la escalera en lo que respecta al sueño americano”, dijo Aguayo-Frausto.
Es el momento de dar un paso más y buscar el siguiente nivel de calidad de vida, pero en México
“Obtuvimos el beneficio financiero y educativo de crecer y vivir en Estados Unidos”, añadió. “Ahora es el momento de dar un paso más y buscar el siguiente nivel de calidad de vida, pero en México”.
La pareja pasó los primeros dos años en México viviendo de forma nómada, explorando diferentes ciudades y Estados, probando la amplitud cultural y geográfica y documentando sus experiencias en un canal en YouTube.
Se establecieron un tiempo el año pasado en la Ciudad de México, pero recientemente regresaron a Chicago para esperar su próxima aventura: convertir un terreno en la ciudad costera de Puerto Escondido, Oaxaca, en su hogar permanente.