Nicolás Maduro parece que lo hizo una vez más: llevó a su terreno a Estados Unidos, algo pocas veces visto pero ya recurrente para el gobernante de Venezuela, a quien la comunidad internacional no reconoce como ganador de las elecciones presidenciales del pasado 28 de julio.
La visita a Caracas del enviado especial de Donald Trump, Richard Grenell, generó cierto asombro entre la oposición, que no emitió declaración alguna y se mantiene preocupada debido a que el presidente estadounidense no ha recibido a Edmundo González, quien demostró su victoria sobre Maduro en las presidenciales.
El chavismo ha participado en más de 15 procesos de diálogos, en casi todos EE.UU. ha sido acompañante, testigo o veedor, y en ninguno se ha logrado que Maduro cumpla con todos los compromisos. El último, que fue en Barbados, dio paso a la inhabilitación de María Corina Machado y hoy hay en Venezuela 1.400 presos políticos postelecciones, una cifra que superaba los 2.500.
Entonces la pregunta constante es ¿es Maduro tan poderoso que siempre termina saliéndose con la suya? ¿Incluso con el mismo Trump? quien no pudo derrocarlo en 2019.
En conversación con El TIEMPO, el opositor venezolano en el exilio y expresidente de la Asamblea Nacional, Julio Borges, aunque sorprendido por la visita de Grenell a Caracas, asegura que ese “poderío” de Maduro está fundamentado en quienes lo sostienen: China, Rusia e Irán.
“Comparándolo con el caso de Noriega en Panamá, es la primera vez en la historia de occidente o incluso de países en África, donde quien está en el poder es nada más y nada menos que la cabeza de un grupo criminal que está dedicado al crimen organizado (Tren de Aragua”, dice Borge.
El opositor también agregó que “entonces no es una lucha política normal la que se está dando en Venezuela. Maduro se hace aliado además de todo de las potencias más enemigas de la democracia, Irán, China, Cuba y Rusia y en ese sentido creo hoy Nicolás Maduro no es poderoso sino lo único que le queda es la violencia y la fuerza bruta”.
Precisamente Borges encabezó por el lado opositor un proceso de diálogo importante que se dio en República Dominicana, que inició en 2017 y terminó en 2018 cuando el mismo Borges se negó a firmar los acuerdos con el Gobierno.
“Es la única negociación en la cual le dimos un trancazo muy grande a Maduro porque por no firmar, él tuvo que hacer unas elecciones sin legitimidad y a partir de allí comenzó la deslegitimación de Maduro a nivel internacional”, dice Borges.
“Maduro al final lo que quiere es vacilar al mundo entero saliéndose con la suya mientras quiere proyectar la imagen de que negocia porque al final lo que quiere es mantenerse en el poder al costo que sea”.
Julio borges Opositor en el exilio
Para el opositor, hay que mirar con preocupación ese acercamiento de Estados Unidos para que “no se vaya a caer de nuevo en una trampa donde Maduro le encanta sentarse en una mesa para no hacer nada a favor de la democracia”.
Según Borges, la expectativa es que la administración de Trump tenga la claridad para saber “que Maduro al final lo que quiere es vacilar al mundo entero saliéndose con la suya mientras quiere proyectar la imagen de que negocia porque al final lo que quiere es mantenerse en el poder al costo que sea”.
Grenell se llevó a casa a seis estadounidenses, Aaron Barret Logan, Gregory David Werber, David Guttember Guillaune y Davis Estrella, aún faltan dos nombres por confirmar.
Mientras Grenell aún se encontraba en Caracas, la Casa Blanca anunció que la negociación consistiría en liberar a los estadounidenses a cambio de que Venezuela recibiera a los criminales del Tren de Aragua y migrantes deportados.
Eso estaría por verse debido a que no hay conexiones aéreas desde 2019 cuando ambos países rompieron relaciones bajo la administración Trump.
EE.UU. mantiene sanciones contra el país y contra funcionarios del chavismo, también ofrece 25 millones de dólares por la captura de Maduro y 15 por Diosdado Cabello, ministro de Interior y Justicia. También el mismo monto por el ministro de Defensa, Vladimir Padrino López.
Mauricio Caver-Carone, Enviado Especial del Departamento de Estado para Latino América, explicó que el viaje no representa una negociación con Maduro ni se trata de un “quid pro quo”.
Trump también insistió este viernes en que no compraría más petróleo a Venezuela. Actualmente ese país aporta unos 250.000 barriles a EE.UU. por medio de la licencia para operar con la que cuenta Chevron y que sería renovada o revocada en abril.
Durante la noche del viernes, Maduro se mostró benevolente con Trump, un tono que viene manejando desde la campaña presidencial en EE.UU., muy diferente al que tuvo en 2019 y 2020, en el que atacaba constantemente al mandatario estadounidense.
"Desde la Venezuela libre y olivariana le decimos al presidente Trump: hemos dados un primer paso, ojalá pueda sostenerse", enfatizó Maduro.
ANA MARÍA RODRÍGUEZ BRAZÓN - CORRESPONSAL EL TIEMPO - CARACAS