A menudo suele suceder que al leer algún número de teléfono o intentar calcular una cifra de manera rápida en su cabeza no lo puede realizar con facilidad y se le resulta complicado entender la información.
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Cuando esto pasa de ser algo ocasional a algo más constante y repetitivo en su vida, podría tratarse de algo más grave que una simple distracción. La psicóloga Larissa Pessoa solía tener problemas al identificar los números en diferentes situaciones de su vida y logró reconocer que todo ello se debía a una condición que padecía.
La discalculia es un trastorno del aprendizaje que consiste en una dificultad inusual para comprender conceptos matemáticos. Otra forma de reconocer este padecimiento es ‘la dislexia de los números’, pues son desórdenes muy similares entre sí.
“He tenido problemas con los números desde siempre. En el colegio era un reto entender lo que decían mis profesores de matemáticas e incluso estudiando durante horas no conseguía entenderlo”, afirma la psicóloga de 26 años.
Según el Child Mind Institute, una organización benéfica de Nueva York: “Un niño con discalculia puede desempeñarse bien en otras materias, como inglés o historia, y seguir teniendo dificultades en las clases que utilizan las matemáticas”. Lo que explicaría las dificultades de Pessoa en su niñez.
Esto hizo que sus profesores y encargados del colegio la llamaran desobediente o rebelde por no querer estudiar y esto la llevó a tener que abandonar la escuela. Para poder terminar el bachillerato, Larissa tuvo que someterse a un examen especial para personas que no culminaron sus estudios en la edad correspondiente.
La organización mencionada anteriormente afirma que para lograr reconocer este padecimiento en los niños se debe poner especial atención en su manera de relacionarse con la numerología. Muchas veces suelen tener dificultades para reconocer la izquierda y la derecha o calcular algunas distancias ocasionalmente.
Otras de las señales más frecuentes es lo complicado que se les hace realizar algunos cambios, leer la hora en los relojes e incluso calcular cuánto tardan en hacer sus actividades.
Es importante tener en cuenta que solo un profesional puede diagnosticar adecuadamente este padecimiento y que realizar suposiciones no es suficiente para afirmar que usted o alguna persona de su entorno más cercano tiene este trastorno del aprendizaje.
ERIKA LUCIA IBAÑEZ GARCIA
REDACCIÓN ALCANCE DIGITAL
EL TIEMPO