Desde hace algunas semanas, sindicalistas, empresarios y Gobierno han dado las primeras puntadas sobre lo que será la negociación, el mes entrante, del salario mínimo para el 2025.
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En la actualidad, esa remuneración está en 1,3 millones de pesos, luego de que para este año se decretó un ajuste de 12,07 por ciento, tras cerca de un mes de negociación sin acuerdo. Con la inflación del 2023, de 9,28 por ciento, el incremento real fue de 2,8 por ciento.
Ahora, las partes se alistan para volver a la mesa tripartita a intentar decidir de común acuerdo cuál sería el sueldo básico para el año entrante, con el fin de mantener al menos el poder de compra para este grupo de trabajadores formales.
Como se sabe, la mayoría de trabajadores es ajena a esta discusión, y el alto nivel de informalidad en el país hace que incluso haya una mayor proporción de empleos informales y casi la mitad de las personas ocupadas reciben ingresos inferiores al salario mínimo.
El Gobierno dejó ver lo básico de su posición sobre los salarios
Las declaraciones de este martes del ministro de Hacienda, Ricardo Bonilla, en el congreso de Asofiduciarias, se suman a las manifestaciones sobre el salario mínimo ya hechas por el sector sindical y por representantes de los empleadores.
Bonilla recordó que el salario “no puede crecer por debajo de la inflación causada”. Por lo tanto, “si se toma como punto de referencia la inflación en el mes de octubre, que quedó en 5,41, es probable que la del mes de noviembre esté alrededor de 5,2. Ese podría ser el punto de partida. A eso hay que agregarle productividad y otros factores”.
De esta manera, la posición del Ministro de Hacienda le apunta a un primer cálculo de la inflación que de acuerdo con las proyecciones que vienen haciendo los expertos, estaría hacia 5,2 por ciento para el cierre del año, luego de que el dato de octubre mostró un incremento anual del costo de la canasta familiar de 5,4 por ciento.
La productividad: cuánto aportaría el otro factor clave para fijar el mínimo
Sin embargo, la inflación no es la base de la negociación, pues al incremento de los precios se le agrega el cálculo de lo que haya variado la productividad.
Con este, se busca mirar qué tanto está aportando la labor de los trabajadores a la producción económica. Así, si la producción crece más que el trabajo se pensaría que la productividad de los trabajadores crece más. Pero también se podría contemplar el caso contrario en el que la producción crezca menos que el número de trabajadores, y el dato de productividad podría ser negativo, es decir, restarle a la base para negociar el salario mínimo.
De hecho, el año pasado dos de los tres datos de productividad presentados en la negociación fueron negativos. Estos datos son llevados a la mesa por el Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas (Dane).
Se espera que a comienzos de diciembre, en una de las sesiones de la mesa tripartita el Dane presente, como lo ha hecho en los años anteriores, sus cálculos de productividad total de los factores, de productividad laboral por horas y de productividad laboral por persona.
En el resultado del año pasado, la productividad total de los factores bajó 1 por ciento. Entre tanto, la productividad laboral por horas trabajadas avanzó 0,76 por ciento y la productividad laboral por persona se redujo 0,7 por ciento.
Mientras tanto, lo que se puede ver por encima de la productividad en el presente año es que en los primeros ocho meses la actividad económica ha tenido un aumento de 1,94 por ciento frente a los mismos meses del año pasado, en tanto que el empleo ha aumentado menos, solo 0,78 por ciento. De esta manera, la actividad productiva por trabajador ha aumentado 1,15 por ciento en esos ocho meses que, por ahora, son para los que hay la información disponible necesaria para este cálculo
Así, con una inflación de 5,2 por ciento y un dato de productividad de 1,15 por ciento, la base para negociar el salario mínimo estaría alrededor de un ajuste de 6,3 por ciento. En dinero, esa base para comenzar a negociar estaría alrededor de 1’380.000 pesos mensuales.
Hacia dónde apuntan las posiciones de empresarios y sindicalistas
Me atrevería a aventurar que con absoluta seguridad vamos a pedir dos dígitos.
Más o menos en este sentido, en sus declaraciones del martes, Bonilla se refiere a que la productividad podría dar un punto adicional sobre la inflación: "si se sigue la tradición colombiana, es que el ajuste de IPC más uno, tendríamos un 6,2 por ciento, y si hay algún ajuste mayor, pero nunca podría estar en un nivel de dos dígitos".
Antes de lo dicho por el Gobierno, la posición de los sindicalistas había quedado reflejada en lo manifestado por Fabio Arias, presidente de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT) en entrevista con EL TIEMPO: “Me atrevería a aventurar que con absoluta seguridad vamos a pedir dos dígitos”. Esto significa un ajuste de diez por ciento o más, es decir, un salario mínimo en 2025 de 1’430.000 pesos para arriba.
Ante esa posición del sindicalismo, varios gremios como la Andi o Acopi señalaron que no tendría sentido un incremento de dos dígitos. Incluso, Acopi, que congrega a pequeñas y medianas empresas, fue más allá y dijo que el incremento no debería superar a la inflación. Por su parte, el presidente del centro de estudios económicos Anif, José Ignacio López, dijo en su momento que sería deseable tener un aumento de un solo dígito, y muy cercano a la suma de inflación más el cambio en la productividad, pues en términos reales los aumentos recientes han sido generosos.
Así, las primeras puntadas del Gobierno, que eran las que faltaban por escucharse, terminaron poniendo la posición oficial más cerca de los empresarios que de los sindicalistas.