Elizabeth Presson, una mujer de 31 años residente en Jacksonville, Florida, atribuyó los fuertes dolores de cabeza que padecía al ritmo de vida que conlleva ser madre de dos pares de gemelos pequeños.
Sin embargo, al no encontrar alivio con medicamentos, decidió acudir al médico y recibió un diagnóstico que no esperaba: un aneurisma cerebral.
Dolor persistente y un diagnóstico inesperado
La madre de Ashton y Jacob, de tres años, y de Matthew y Christian, de dos, comenzó a experimentar un dolor de cabeza intenso el 9 de diciembre. En un principio, pensó que se debía al "estrés y al caos" de cuidar a sus hijos. Intentó calmar el malestar con distintos analgésicos, pero cinco días después, los síntomas empeoraron y presentó rigidez en el cuello.
Ante la persistencia del dolor, acudió a un centro médico donde le realizaron pruebas y una tomografía computarizada. Los resultados indicaron la presencia de un aneurisma cerebral, lo que le generó gran preocupación.
"Una mañana me desperté con un dolor de cabeza terrible. El dolor empezó en el lado izquierdo de la cabeza y se extendió por toda la cabeza, tanto que apenas podía hacer nada. Intentaba preparar la cena y sentía un dolor repentino y agudo que me obligaba a parar de inmediato", expresó.
Los médicos descubrieron el aneurisma de Presson tras realizarle una tomografía computarizada. Foto:iStock
Tratamiento y monitoreo
Al recibir el diagnóstico el 13 de diciembre, contactó a sus padres, esposo y mejor amiga.
"Llamé a mis padres, a mi marido y a mi mejor amiga, y todos se pusieron histéricos. Tenía muchísimo dolor. Me dolía tanto la cabeza que ni siquiera podía mirar el móvil. En ese momento me asusté porque siempre me he considerado muy sana. Solo tengo 31 años y soy muy consciente de mi salud. Comemos bien, hacemos todo lo correcto. No fumo, no bebo, nunca pensé que algo así me pudiera pasar", comentó.
Los especialistas determinaron que el aneurisma no estaba sangrando, tras realizarle una punción lumbar. Pasó dos noches hospitalizada y, aunque fue dada de alta, continuó experimentando un dolor intenso que le impedía realizar sus actividades diarias. "Fue horrible. Ni siquiera podía estar con mis hijos; tenía que acostarme. Mi dolor de cabeza era insoportable. Me sentía tan culpable por no poder ser yo misma con ellos y ellos no entendían por qué no podía estar con ellos. Me quedaba en mi habitación durante días", relató.
Riesgo y control médico
Actualmente, Elizabeth sigue un monitoreo médico y tendrá una consulta con su neurólogo a finales de marzo, además de una revisión con su neurocirujano en julio para determinar si el aneurisma ha crecido.
"Si crece, lo consideran un aneurisma activo, con mayor riesgo de ruptura, así que tendré que ponerme un stent en el cerebro. Si no ha crecido, quieren seguir controlándolo anualmente, pero es algo que tendré que tener en cuenta el resto de mi vida. No puedo fumar, no puedo hacer nada que me suba demasiado la presión arterial y, obviamente, no voy a subirme a montañas rusas ni nada parecido por ahora. Creo que lo más difícil es la ansiedad de saber que podría romperse en cualquier momento", explicó.
Elizabeth reconoce que la incertidumbre sobre su estado de salud ha cambiado su forma de ver la vida. "Lo ha cambiado todo para mí. Definitivamente ya no pospongo la diversión. Antes pensaba que era mucho trabajo conseguir que todos los niños hicieran cosas, pero ahora creo que no podemos esperar que la vida sea más fácil porque el mañana no está prometido. Ahora pienso: 'Preparemos a los niños, divirtámonos y hagamos lo que podamos porque en un instante todo puede cambiar'. Realmente ha cambiado mi perspectiva y estoy intentando ser más consciente y no dar a mis hijos por sentado", concluyó.
El aneurisma cerebral puede ser asintomático hasta que crece o se rompe, causando complicaciones. Foto:iStock
¿Qué es un aneurisma cerebral?
Un aneurisma cerebral es una dilatación anormal en un vaso sanguíneo del cerebro, que en caso de ruptura puede generar complicaciones graves. En muchos casos, no presenta síntomas hasta que se produce un sangrado, pero cuando los hay, pueden incluir:
- Alteraciones en la visión, como visión doble o pérdida de visión.
- Dolor en la zona alrededor del ojo.
- Entumecimiento o debilidad en un lado del rostro.
- Problemas para hablar.
- Dolores de cabeza intensos.
- Pérdida de equilibrio.
- Dificultades para concentrarse o recordar información reciente.
Los especialistas recomiendan acudir a un médico si se presentan estos síntomas, ya que, aunque muchos aneurismas no se rompen, es fundamental realizar controles para evaluar la necesidad de un tratamiento.
¿Cómo funciona nuestro cerebro? | El Tiempo
O Globo (Brasil) / GDA
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*Este contenido fue reescrito con la asistencia de una inteligencia artificial, basado en información de O Globo, y contó con la revisión de un periodista y un editor.