Esta es la historia de Elliot Harrell, una mujer que en 2020, después de una década viviendo en grandes ciudades como Nueva York, San Francisco y Washington, entre otras, se decidió a dejar atrás el ritmo frenético de las metrópolis y comenzar una vida más tranquila en una pequeña localidad.
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De acuerdo a lo que relató Business insider, la pandemia de Covid-19 la dejó a ella y a su esposo sintiéndose atrapados en su pequeño apartamento de Nueva York, así fue que decidieron mudarse al sur para pasar tiempo con la familia.
Lo que comenzó como una breve estadía en la casa de sus padres en Carolina del Norte se convirtió en una decisión permanente y se instalaron en Raleigh, la capital del estado. Aunque Harrell sabía que sería un cambio importante, especialmente porque Nueva York tiene una población estimada de 8'260.000 millones de personas, mientras que Raleigh cuenta con menos de 500.000 habitantes, no esperaba que la transición fuera tan positiva.
Al principio, dijo que tenía miedo de que la ciudad se sintiera demasiado pequeña y no encontrara suficientes actividades para hacer junto a su esposo. Sin embargo, tras cuatro años de vivir en Raleigh, Harrell asegura que la experiencia superó sus expectativas de muchas maneras.
Las razones por las que tras vivir en Nueva York, Raleigh superó sus expectativas
A pesar de que Raleigh no cuenta con una interminable oferta cultural como sí lo ofrece Nueva York u otras grandes metrópolis, Harrell contó en Business Insider que pudo hacer toda una suerte de actividades junto a su esposo y familia allí.
Por ejemplo asistieron a partidos de hockey profesional y pudieron disfrutar de la naturaleza en sitios como el parque estatal William B. Umstead, ubicado a las afueras de la ciudad. O bien practicar senderismo en los más de 289 kilómetros de senderos verdes de las inmediaciones de Raleigh.
Sumado a esto, Harrell y su esposo encontraron una vida más económica. Por ejemplo, mientras en Nueva York vivían en un departamento de dos habitaciones, en Raleigh pueden permitirse una casa de cuatro habitaciones y cinco baños, con una hipoteca menor al alquiler en la Gran Manzana.
Además, gastan menos en salir a cenar, tomar cócteles o pagar sus membresías del gimnasio. Estos ajustes les permite estirar mucho más sus salarios, que siguen siendo los mismos, ya que ambos trabajan de forma remota.