Los siete ‘triunfos’ que se anotó Donald Trump con su estrategia de ‘mano dura’: expertos advierten riesgos

hace 4 horas 29

Muchas cosas han pasado en las casi tres semanas que van desde que Donald Trump asumió la Casa Blanca el pasado 20 de enero. Quizá, la más evidente, al menos en lo que concierne a las relaciones exteriores, es su determinación de utilizar todos los instrumentos del poder estadounidense -en particular la amenaza de imposición de aranceles, pero también otros- para obtener concesiones tanto de países aliados como de rivales y enemigos.

En otras palabras, una versión moderna de la estrategia de la teoría del Gran Garrote que hizo popular el presidente Teddy Roosevelt a comienzos del siglo pasado cuando alegó que la mejor manera de avanzar en los intereses de su país era “hablando bajito”, pero siempre cargando un bate para dejar claras las intenciones. Eso sí, en la adaptación de Trump, con una marcada diferencia: el garrote se preserva, pero el tono en vez de suave es más bien duro.

Presidente de los Estados Unidos, Donald Trump.

Presidente de los Estados Unidos, Donald Trump. Foto:AFP

Algo que si bien, de momento, parece estar dándole muy buenos resultados, analistas consultados por este diario ven como una forma de ejercer un abierto matoneo con serios riesgos y profundas consecuencias.

La estrategia establecida desde el arranque de su presidencia el pasado 20 de enero ha quedado plasmada en las confrontaciones surgidas con varios países como Colombia, México, Canadá, Venezuela, Panamá, China y hasta Oriente Medio.

En la mayoría de los casos, incluso sin oprimir el gatillo, Trump obtuvo triunfos efectivos por los cuales hoy se pavonea.

Colombia, ejemplo mundial

El primero en experimentar en carne propia el alcance de la “nueva política de la Casa Blanca” fue el gobierno de Gustavo Petro al que amenazó con imponer un arancel del 25 por ciento en todas las exportaciones -y otras sanciones consulares- luego de que se negó a recibir aviones con migrantes repatriados alegando mejores condiciones para los mismos.

En cuestión de horas, Colombia no solo reculó, sino que terminó enviando sus propios aviones para recoger a los colombianos varados y ofreciendo, según dijo Petro en una entrevista con Univisión, “hasta pagar por las repatriaciones futuras”.

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Collage de Donald Trump y Gustavo petro Foto:Archivo El Tiempo/ Agencias

Lo de Colombia le cayó como anillo al dedo al presidente estadounidense, quien lleva diez días usando el caso como ejemplo de lo que se puede lograr si usa el martillo en lugar de la diplomacia.

“Miren a Colombia, miren lo que pasó. Todo el mundo dijo que con Colombia esto iba a ser un desastre. En una hora, todo se arregló (en realidad les tomó 12 horas). ¿Saben por qué? Aranceles. Sin los aranceles no me habrían tratado igual. Es que las tarifas son muy poderosas económicamente y, para conseguir lo que uno quiere, son buenas porque nadie puede competir con nosotros dado que somos el ganso de oro”, dijo Trump este lunes en la Casa Blanca admitiendo sin pudor su intención de usar las amenazas arancelarias incluso para castigar a aliados históricos.

Temidos aranceles

Algo similar pasó con México y Canadá. El presidente republicano había anticipado que impondría un arancel del 25 por ciento si estos países no hacían más por detener el flujo de migrantes y fentanilo a través de sus fronteras. El sábado pasado cumplió su promesa y anunció la medida, aunque dejando su entrada en vigor hasta este martes. Una maniobra estratégica para forzar algún acuerdo de última hora, a sabiendas de que se trata de problemas que no se solucionan de la noche a la mañana.

Finalmente, ambos países, primero México y luego Canadá, negociaron un periodo de gracia de 30 días, mientras negocian un plan que sea satisfactorio para las partes.

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Una maniobra estratégica para forzar algún acuerdo de última hora. Foto:iStock

México, adicionalmente, se comprometió a enviar 10.000 miembros de sus fuerzas armadas para reforzar los controles fronterizos mientras que Canadá ofreció un nuevo paquete de seguridad que incluye el nombramiento de un zar para la lucha contra el fentanilo y la implementación de otras medidas que ya había anunciado.

Aunque el futuro de esas negociaciones es incierto -y la posible imposición de aranceles continuará causando incertidumbre- Trump ya ganó la puja, al menos ante la opinión pública.

Presión por canal

En el caso de Panamá, a quien amenazó con quitarle el control del canal incluso usando la fuerza, la administración Trump le sacó un acuerdo para permitir el uso de sus aeropuertos como punto de escala para vuelos de repatriación a otros países. Asimismo, lo forzaron a retirar el acuerdo de entendimiento que tenían con China para ingresar en la iniciativa de la Franja y la Ruta y negocian una reducción de las tarifas portuarias para embarcaciones estadounidenses que, muchos dicen, es uno de los objetivos finales de Trump.

La visita a Maduro

El régimen de Nicolás Maduro en Venezuela, por su parte, liberó a seis estadounidenses que había retenido y se comprometió a recibir a cientos de miles de migrantes sin ofrecer nada a cambio, al menos sobre el papel, tras la visita a Caracas el viernes pasado del enviado especial Richard Grenell.

La lectura de la maniobra con el régimen chavista es más compleja que las demás, pues si bien Trump obtuvo un nítido triunfo para gran parte de su audiencia doméstica y en el tema que más resuena -el migratorio-, también existe la sensación de que legitimó el poder de Maduro y puso por encima sus intereses nacionales al retorno de la democracia en el país vecino.

Grenell y Maduro

Grenell y Maduro reunidos en el Palacio de Miraflores. Foto:Prensa Presidencia de Venezuela

Trump, de momento, sigue sin recibir al líder de la oposición Edmundo González, mantiene la licencia que le permite a la petrolera Chevron operar en Venezuela y tampoco ha impuesto nuevas sanciones, a la espera de que Maduro termine recibiéndole al millón de venezolanos que se encuentran ilegales en EE. UU., lo que sería como dicen muchos analistas un “gana-gana”.

La propuesta para Gaza

En Oriente Medio, el presidente estadounidense causó un gran alboroto esta semana al insinuar que estaba dispuesto a tomar control de Gaza, expulsar a sus 2,2 millones de habitantes y construir allí un resort. Para los analistas, se trata de una provocación sin dientes dirigida a mejorar las cartas de negociación de Israel y debilitar a Hamás, pero que dejó incómodos a muchos de sus aliados árabes en la región.

Donald Trump

Causó un gran alboroto esta semana al insinuar que estaba dispuesto a tomar control de Gaza. Foto:AFP

China, prudente

China, en contraposición, fue el único de todos que no negoció ante la amenaza de un 10 por ciento de aranceles para sus productos -que entraron en vigor este martes- y, por el contrario, respondió con una medida similar: aumento del 15 por ciento en las tarifas para el carbón y gas natural y del 10 por ciento para petróleo crudo maquinaria agrícola y algunos vehículos, entre otras cosas.

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Aumento del 15 por ciento en las tarifas para el carbón y del 10 por ciento para petróleo. Foto:Archivo El Tiempo/ Agencias

Y, aunque lo hizo por que a diferencia de los otros tiene más músculo con que responder, el hecho de que la represalia no fuera tan extensa contra todos los productos de EE. UU. demuestra el temor de una guerra comercial que impactaría su ya precaria situación económica.

Adicionalmente, China postergó la aplicación de las sanciones hasta este lunes, dejando la puerta abierta para otra negociación de último momento en la que Trump podría sacar nuevas concesiones.

Las posibles consecuencias del garrote de Trump

En todo caso, la mayoría de los analistas coincide en que si bien el uso del garrote -o su amenaza- ofrece triunfos a corto plazo no está desprovisto de consecuencias, algunas de ellas serias.

Una de ellas es el costo que tiene la incertidumbre, como quedó demostrado en la fuerte caída que experimentó el mercado de valores ante la inminencia de las sanciones contra México y Canadá y generó un alza en los precios del petróleo.

“Esto le causa una gran desestabilización a nuestra industria. No hay nada que mate más los negocios que la incertidumbre. Es la peor táctica de negociación. Cada vez que haya otra pataleta con las tarifas pagaremos los costos”, le decía al Washington Post Kip Eideberg, vicepresidente para relaciones gubernamentales de la Asociación para Equipos de Manufacturas.

El presidente Donald Trump dijo que estaría contemplando un 'bloqueo' o aislamiento de Venezuela.

El presidente Donald Trump. Foto:SHAWN THEW, Efe

En otras palabras, la amenaza afecta la estabilidad del mercado y las inversiones a mediano y largo plazo.

De acuerdo con Steptoe, una firma que asesora a empresas que hacen comercio con EE. UU., el análisis inicial es que la administración Trump ve las sanciones como un instrumento para cambiar comportamientos y obtener ventajas y que puede ser exitoso en el corto plazo.

Ya sea que estos aranceles logren los objetivos de seguridad previstos o conduzcan a conflictos económicos prolongados, la historia reciente sugiere que los países y las empresas involucradas en el comercio internacional deben tomar en serio cualquier amenaza de aumento de aranceles

Pero, dicho eso, le recomiendan no tomar el tema a la ligera y realizar desde ya correctivos.

“Ya sea que estos aranceles logren los objetivos de seguridad previstos o conduzcan a conflictos económicos prolongados, la historia reciente sugiere que los países y las empresas involucradas en el comercio internacional deben tomar en serio cualquier amenaza de aumento de aranceles. En primer lugar, las empresas que dependen de las importaciones deberían explorar cómo podrían reestructurar sus redes de cadenas de suministro para reducir el impacto de estos aranceles, por ejemplo, cambiando o diversificando sus fuentes de suministro o revisando los términos de los contratos para gestionar los riesgos de precios”, dice la firma en un documento publicado esta semana por tres de sus expertos.

Adicionalmente, hay otro efecto más difícil de medir, pero que es muy real. Al amenazar tanto a aliados como enemigos con castigos arancelarios y otras medidas, Trump, sostienen los analistas, está forzando un realineamiento de fuerzas que favorece a países como Rusia y China, precisamente sus grandes rivales.

¨La amenaza de Trump de imponer aranceles a otros países, como México y Canadá y Colombia permite a China presentarse como una potencia económica global más estable, responsable y con visión internacional mientras Trump implementa una política exterior aislacionista. Y socava en gran medida la autoridad moral de Estados Unidos y su capacidad para reunir a aliados cuando quiera presionar a China y otros¨, sostiene Henry Gao, experto en comercio de la universidad de Singapur.

Según Gao podría cobrar fuerza la idea de que con “amigos así, para qué enemigos” y empujar a muchos países, por razones políticas y económicas a estrechar otro tipo de alianzas.

De paso, como la fábula de Pedro y el lobo, la amenaza de sanciones comerciales para obtener concesiones tiene límites.

Tarde o temprano, los países, especialmente los alineados en bloques grandes como Europa (que también está amenazada) o poderosos como China, podrían responder con la misma moneda desatando una gran guerra comercial que, en realidad, nadie quiere porque tendría efectos devastadores para todas las naciones, incluida EE. UU.

El año pasado, para ponerlo en contexto, el 40 por ciento de todas las importaciones de EE. UU. llegaron de China, México y Canadá, los tres países más amenazados con sanciones arancelarias.

Si los gravámenes terminan implementándose, cientos de productos que se consumen a diario en EE. UU. subirían de precio y se elevarían los costos de producción para las industrias del país que dependen de esos insumos.

Entonces, Trump, que ganó las elecciones criticando al gobierno de Joe Biden por la alta inflación, podría enfrentar un fenómeno inflacionario semejante y autoinfligido.

Donald Trump, pesidente de Estados Unidos.

Donald Trump, pesidente de Estados Unidos. Foto:EFE

Y, desde ya, varias encuestas apuntan que tanto él, como los republicanos en el Congreso, sería castigados.

Un sondeo reciente de Yougov, por ejemplo, indicaba que si bien un 29 por ciento de los estadounidenses estaba de acuerdo con un aumento de tarifas arancelarias (una cifra de por sí baja), solo un 15 por ciento las respaldaría si eso conduce a un aumento de precios.

La amenaza de Trump de imponer aranceles a otros países, como México y Canadá y Colombia permite a China presentarse como una potencia económica global más estable, responsable y con visión internacional mientras Trump implementa una política exterior aislacionista

Otros sondeos de Reuters-Ipsos y Yougov revelan que el 60 por ciento de los estadounidenses no está de acuerdo con la imposición de aranceles, en el caso de Canadá, y 54 por ciento con México. Pero, al ser consultados por la medida si implica una disparada en su costo de vida la cifra que se opone se eleva al 75 por ciento.

De momento, Trump, que prometió reducir los precios desde el primer día de su Gobierno, ha cambiado de tonada y ahora les pide a los estadounidenses “paciencia” y hasta “apretarse” un poco el pantalón mientras sus políticas dan resultados y terminan generando más empleos mejor pagados en EE. UU.

Pero, como aprendieron los demócratas y Kamala Harris en los pasados comicios, el estado de la billetera suele ser lo que más pesa en términos políticos. Puesto en otros términos, si las cosas no le salen bien a Trump, el gran garrote lo terminaría golpeando en su propio pie.

SERGIO GÓMEZ MASERI

Corresponsal de EL TIEMPO

Washington

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