Latino vivió por años en Suiza y contó las principales diferencias con su país: ‘La llamamos tierra perfecta’

hace 6 días 30

Felipe Boderone, un argentino con larga trayectoria en Suiza, explicó qué lo llevó a regresar a su país y cuáles son las diferencias más marcadas que encontró entre ambas naciones. 

Su decisión de dejar Zúrich y volver a Buenos Aires estuvo impulsada principalmente por su hijo, pero también por una necesidad personal de emprender en su lugar de origen, después de años de formación y trabajo en Europa.

El relato no solo da cuenta de su vida como padre, sino también del recorrido de alguien que supo adaptarse a un entorno distinto, alcanzar logros personales y profesionales, y luego enfrentarse a los desafíos de comenzar de nuevo en Argentina.

Es uno de los mejores países del mundo por sus altos índices de calidad de vida

En Suiza trabajó desde mecánico hasta mozo antes de emprender.
Foto:iStock

'Suiza te ordena la vida, la llamamos la tierra perfecta'

La historia de Felipe en Suiza comenzó con una situación inesperada. Tenía 19 años cuando llegó por primera vez a Zúrich. Usó una bicicleta que le prestó su hermano para recorrer la ciudad, pero apenas avanzó unos metros fue detenido por la Policía. Le entregaron una multa de 80 francos por no llevar casco y por no tener la patente actualizada, un trámite que debía renovarse anualmente en el correo. Poco después, un amigo que los visitaba cometió un error al sacar su pasaje en el tranvía: “Fue detenido y tuvimos que ir a buscarlo a la Policía”, recuerda. “Tras estos hechos entendí rápidamente cómo funciona este país”.

Funciona todo a la perfección, y lo más importante es que tu tiempo vale y mucho.

Felipe BoderoneArgentino que vivió en Suiza

Llegó con intenciones de trabajar y conocer Europa. Comenzó lavando copas y, al mismo tiempo, tomó un curso de alemán para poder ocupar otros puestos. Con el tiempo, pasó a atender en la barra. “Tienen estándares de vida tan altos, que no sé si se ven en algún otro país”, comentó sobre el funcionamiento suizo. Se impresionaba con la puntualidad del sistema de transporte: “Me impactaba sacar un ticket de tren que partía a las 13:53 y que la máquina comience a moverse exactamente en ese momento. Funciona todo a la perfección, y lo más importante es que tu tiempo vale y mucho. Eso lo valoro y disfruto, las cosas se resuelven rápido y todo es accesible a la sociedad; es una ciudad muy bien conectada, donde se ve mucha bicicleta y monopatín”.

Felipe también se refirió al alto costo de vida: “Es una tierra capitalista, todo se paga y es caro en relación a otros países europeos. El seguro médico, que es obligatorio, cuesta desde 350 francos suizos, por ejemplo. Pero para la economía suiza está bien, ya que los sueldos son muy elevados”. 

Con mejores habilidades en alemán, logró ampliar su círculo social y laboral. Sin embargo, la nostalgia por Argentina nunca se fue: “Tenía mucho la cabeza en Argentina. Algo me decía que tenía que volver, era muy chico, extrañaba a la familia, los amigos”, explicó. “No vi el potencial del país. Luego, cuando uno crece, comienza a analizar y tener en cuenta otros aspectos”.

"Vivir en Suiza te ordena un poco tu vida, tienes plan para todo y check list para todo, te enseña a ponerle título a muchas tareas operativas que quizás realizabas y no sabías cómo se llamaban”, asegura entre risas. “Te enseña a organizarte de tal manera que, en familia, la llamamos la tierra perfecta, quizás en Argentina no puedes planificar tanto, es más el día a día, o más bien a corto plazo".

'El covid me desafió a preguntarme cómo quería vivir en el futuro cercano'

Ya en Buenos Aires, Felipe estudió Comercialización y Dirección de Empresas. Su familia tenía una fábrica de calzado femenino, y él decidió apostar por el mismo rubro. Durante quince años abrió locales, hizo crecer la marca y se convirtió en padre. Sin embargo, el peso del negocio empezó a pasar factura: “Mi trabajo terminó siendo más financiero, que basado en el desarrollo del producto y el negocio en los locales”.

Las ventas comenzaron a disminuir progresivamente. La llegada de la pandemia llevó a Felipe a cuestionarse todo: “El covid me desafió a preguntarme cómo quería vivir en el futuro cercano, deseé volver a empezar, más tranquilo, con más libertad para poder encontrar esos momentos de felicidad”. Se fue a vivir al campo, en Los Cardales, con su tío, quien organizaba eventos y debió cancelar 60 celebraciones por las restricciones sanitarias.

Con el permiso del municipio para abrir espacios gastronómicos al aire libre, Felipe propuso una idea: montar una mesa en el campo y tomarle una foto para promocionarla. Así nació un restaurante que superó los 200 cubiertos los fines de semana. “Ahí cerré toda mi actividad de calzados, fue muy duro, muchos años de trabajo, pero necesitaba más libertad”, confesó.

Con la llegada del invierno, la actividad bajó. Felipe decidió regresar a Suiza, esta vez con un enfoque más estacional: trabajar durante los veranos. “Me dieron ganas de volver a Zúrich con el plan de focalizarme en las temporadas de verano”, explicó. “Lo mío es distinto a lo que le sucede a la mayoría, que viaja con la idea de emigrar ‘para siempre’”.

Se unió a la pizzería San Gennaro en Zúrich y abrió puertas para nuevos proyectos: "Me considero un emprendedor, me gusta estar muy informado y si hay algo que no sé no paro hasta estar bien instruido”, dijo.

'Este es mi último viaje, tendré que crear y volver a empezar en Argentina'

A pesar del crecimiento laboral, las distancias con su hijo se hicieron difíciles. Al principio, con Benjamín muy pequeño, el plan de ir y venir funcionaba. Pero con el paso de los años, la situación se volvió compleja. Una despedida en particular marcó un antes y un después: “La última despedida fue muy triste, él se quedó muy mal. Yo estaba arriba del avión y se me ocurrió bajar, pensaba mucho en mi hijo llorando y mi madre consolándolo. Es ahí donde dije: este es mi último viaje, tendré que crear y volver a empezar en Argentina”.

Con esa decisión, junto a Mercedes Acevedo, amiga y colega, adquirió un fondo de comercio en mal estado y lo transformaron en un espacio gastronómico nuevo. Así nació Velina, un café especializado en pastelería y panadería. “Me decidí el año pasado con un café de especialidades en pastelería y panadería. La verdad que nos fue muy bien, nos hicimos conocidos por las medialunas”, afirmó Felipe.

Su intención es desarrollar un sistema de franquicias. También reflexionó sobre los retos de emprender en el país: “Fueron años complicados para la Argentina, muchos años de hacer mal las cosas, muchos jóvenes con capacidad y talento dispersos por el mundo. Es un desafío emprender, siempre te surge un imprevisto o algo burocrático que te excede”.

Sobre el contexto nacional, expresó: “Venimos arrastrando problemas históricos, el sistema esta muy corrompido y no funciona. En la Argentina no alcanza un plan b como nos enseñan en las universidades, tenés que tener un plan c, plan d y plan e, siempre falla algo, sino es una empresa estatal, es un proveedor; falta mucho compromiso y responsabilidad”. También reconoció que la experiencia suiza le dio herramientas útiles: “Pero aproveché el paso por Suiza, que me dio muchas herramientas que uso hoy en mi emprendimiento”.

A sus 39 años, Felipe conserva la iniciativa y la capacidad de reinventarse que lo acompañaron desde joven. De sus viajes entre Europa y Argentina rescató aprendizajes que aplica hoy en su vida personal y profesional. Sobre Suiza, resumió: “Suiza te ordena la vida, la llamamos la tierra perfecta”.

Latino que fue a EE. UU. en busca del sueño americano y encontró un futuro incierto | El Tiempo

CARINA DURN

La Nación (Argentina) / GDA

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*Este contenido fue reescrito con la asistencia de una inteligencia artificial, basado en información de La Nación, y contó con la revisión de un periodista y un editor.

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