La decisión de Colombia de adherirse a la Ruta de la Seda marcó el inicio de un nuevo capítulo en su relación comercial con China, el cual ha generado múltiples dudas y preocupaciones entre los empresarios nacionales.
La Ruta de la Seda es un programa que creó el Gobierno chino desde 2013 para hacer inversión en infraestructura y generar nuevas rutas de comercio que beneficien al gigante asiático.
Hoy en día, son más de 140 países los que están participando de esta iniciativa, y en América Latina, el primero en adherirse fue Panamá, en el 2017. Luego le siguieron países como Ecuador, Uruguay, Chile, Venezuela y Cuba.
Específicamente, lo que firmaron esta semana Colombia y China fue un plan de cooperación que tendrá una vigencia inicial de dos años, la cual se podrá prorrogar automáticamente por períodos iguales.
A través de esta cooperación se busca articular acciones conjuntas en áreas clave como la economía, la ciencia, la tecnología, el medioambiente, la cultura y la reindustrialización de sectores estratégicos colombianos.
Iniciativa de la Franja y la Ruta Foto:AFP
Pero este plan de cooperación no es un tratado, ni un memorando de entendimiento, ni un documento con obligaciones legales. Tampoco se trata de una adhesión a un acuerdo internacional.
De acuerdo con el gobierno del presidente Gustavo Petro, este plan de cooperación no tiene un carácter vinculante, lo cual generó un aire de tranquilidad entre los empresarios del país.
“Es un acuerdo de intención que no tiene carácter vinculante, es decir, no hay ninguna obligación. Es un acuerdo de buenas intenciones y eso nos deja mucho más tranquilos”, manifestó Javier Díaz, presidente de la Asociación Nacional de Comercio Exterior (Analdex).
Esta nueva alianza con China proyecta un aumento significativo de las exportaciones colombianas, especialmente desde el litoral Pacífico, incluyendo productos como camarón, atún, madera, coco, cacao y café.
Además, el presidente Petro señaló que esta apertura comercial podría transformar profundamente esta región históricamente marginada del país, y como primer paso concreto, se anunció una nueva ruta comercial entre Shanghái y el puerto de Buenaventura.
También sería una “oportunidad histórica” para reducir el déficit comercial que se tiene con China. El año pasado, este fue de 13.500 millones de dólares como resultado de unas importaciones que sumaron 15.936 millones de dólares y unas exportaciones de apenas 2.377 millones de dólares.
Foto:Ministerio de Transporte
Y al revisar los datos que ha revelado el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane) de los primeros meses de 2025, se puede observar que entre enero y marzo se exportaron 504,9 millones de dólares en productos al gigante asiático.
Lo que más le ha vendido Colombia este año ha sido petróleo, con más de 312 millones de dólares. Después aparecen las exportaciones de fundición, hierro y acero por 52,7 millones de dólares.
En cuanto a las importaciones, el panorama es completamente diferente, pues Colombia le ha comprado a China 2.937 millones de dólares en los primeros dos meses del año. Esta cifra es 10 veces las exportaciones que se hicieron en este mismo periodo de tiempo. Lo que más se importa son teléfonos inteligentes, computadores y paneles solares.
Estados Unidos puede entender que, en medio de una disputa comercial, Colombia está tomando partido por China
javier díazPresidente de Analdex
Pero, así como el Gobierno Nacional vislumbra múltiples oportunidades de esta nueva alianza, en los gremios aún persisten varios interrogantes. Por ejemplo, cómo se va a dar la integración logística con China y qué implicaciones tendrá para Colombia.
“Buena parte de los barcos hoy en día son chinos, al igual que una de las navieras más importantes del mundo. Entonces, si China tiene la naviera, transporta la mercancía en sus barcos, la recibe en sus puertos y desarrolla la logística interna, ¿qué papel juegan las empresas colombianas de logística?”, cuestionó al respecto el presidente de Analdex.
Tampoco es claro qué infraestructura le interesa desarrollar a Colombia para llevar sus productos hacia China o al Asia Pacífico. En cambio, desde hace varios años, el gigante asiático viene haciendo inversiones significativas en proyectos de infraestructura en países de África y América Latina.
Foto:Suministrada
Una muestra de ello es el puerto de Chancay, que se inauguró a finales del año pasado en Perú y promete disminuir los costos logísticos porque conecta directamente con Shanghái, evitando el paso por México o California para poder cruzar el océano Pacifico.
También persiste la inquietud sobre si fue el momento más oportuno para profundizar la relación comercial con China, dado el conflicto arancelario que este país mantiene con Estados Unidos, el principal socio comercial de Colombia.
“En este momento, Estados Unidos puede entender que, en medio de una disputa comercial, Colombia está tomando partido por China, en vez de tomar partido por su socio tradicional. Puede que esa no sea la intención, pero sí puede ser la lectura que se haga”, manifestó Díaz.
Efectivamente, el plan de cooperación que se firmó con China no fue bien recibido por Estados Unidos, pues solo unas horas después del anuncio aseguró que no permitirá que la banca multilateral financie proyectos que sean desarrollados por empresas chinas en Colombia.
En concreto, detalló que vetará “proyectos recientes y próximos desembolsos por parte del BID (Banco Interamericano de Desarrollo) y otras instituciones financieras internacionales para empresas estatales y controladas por el Gobierno chino en Colombia”.
“Es la consecuencia de lo que advertíamos: cuidado con los mensajes equivocados y con las interpretaciones que estos mensajes pueden tener, porque pueden ser interpretados de manera contraria”, dijo Díaz.
Foto:GTs
Entre tanto, María Claudia Lacouture, presidenta de AmCham Colombia, manifestó que no se trata de rechazar nuevas opciones, “sino de asegurarnos de que esas opciones no terminen costándonos empleos, inversión o estabilidad, porque sin eso, no hay soberanía posible, solo dependencia de otro tipo”.
Además, destacó que actualmente no hay compromisos formales con China, mientras que el Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos ha permitido concretar un aumento significativo en exportaciones, inversión y empleo. “La relación con Estados Unidos es una realidad que no debemos descuidar”, agregó.
No se trata de rechazar nuevas opciones, sino de asegurarnos de que esas opciones no terminen costándonos empleos, inversión o estabilidad
María Claudia LacouturePresidenta de AmCham Colombia
Incluso, varios congresistas estadounidenses, tanto republicanos como demócratas, expresaron su preocupación y rechazo ante la decisión del presidente Petro de adherirse a la Ruta de la Seda.
Michael McCaul, presidente del Comité de Relaciones Exteriores de la Cámara de Representantes, advirtió que la alianza de Colombia con China podría poner en riesgo el apoyo financiero que Washington ha brindado tradicionalmente al país. “Si decides unirte a nuestros adversarios, no vamos a entregar dinero de los contribuyentes para ayudarte”, afirmó.
Entre tanto, Debbie Wasserman Schultz calificó la decisión del presidente Petro como una “bofetada” a las democracias y un desafío para la cooperación regional, en medio de un contexto de creciente competencia geopolítica entre Estados Unidos y China.
Gustavo Petro y Xi Jinping, presidentes de Colombia y China Foto:Luis Acosta - Dmitry Astakhov / AFP / Composición EL TIEMPO
Los riesgos para Colombia
China es el mayor productor industrial del mundo y se destaca, por ejemplo, en la fabricación de automóviles, motocicletas, baterías y plásticos. Por eso, el presidente de la Andi, Bruce Mac Master, aseguró que las industrias colombianas pueden correr peligro.
“Si uno tiene que competir con una industria que tiene condiciones diferentes y ese tamaño, muy seguramente va a terminar desapareciendo. Esa es la gran preocupación en el caso colombiano”, manifestó.
En ese sentido, el líder gremial se cuestiona si Colombia será capaz de mantener su industria, empleos y economía, si al país llegan productos masivamente que han sido fabricados en condiciones cuestionadas en muchos países del mundo.
Y aunque el presidente de Anif, José Ignacio López, reconoce que uno de los mayores beneficios de esta decisión es la posibilidad de recibir una mayor inversión por parte del Gobierno chino, pero también advierte que esta iniciativa ha llevado a algunos países a endeudarse en exceso (es el caso de Ecuador). A esto se suma que Colombia podría generar una mayor dependencia hacia la economía china.
Foto:iStock
De hecho, este año Panamá anunció que no renovará su participación en la Ruta de la Seda porque los beneficios no han sido tan claros y hay un riesgo latente de poner en estrés su relación con Estados Unidos.
Además, al Instituto de Ciencia Política Hernán Echavarría Olózaga le preocupa “que se naturalice el avance en proyectos estratégicos con un actor autoritario, sin control institucional ni deliberación pública”.
“La supuesta flexibilidad del instrumento no es una garantía: es una zona gris que, sin vigilancia democrática y sin acceso público a su contenido, impide que la sociedad civil y los poderes públicos ejerzan control, evalúen implicaciones o formulen objeciones frente a disposiciones que pueden ser perjudiciales para el país”, comentó.
Por eso, considera necesario que el Gobierno active los canales institucionales de consulta y deliberación. En particular, la Comisión Asesora de Relaciones Exteriores y las comisiones segundas del Senado y la Cámara de Representantes.