A menudo, cuando los adultos mayores se caen o tropiezan, los golpes que reciben son preocupantes, pues por su edad suelen estar más débiles en cuanto a la masa ósea y muscular, lo que puede ocasionar que las lesiones sean más graves.
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Según un informe de la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos, al menos el 30 por ciento de los adultos mayores de 65 años sufren una caída al año. De este grupo, aproximadamente el 50 por ciento volverá a sufrir un episodio similar a corto plazo y la frecuencia de estas situaciones irá incrementando con el pasar de los años.
Se hace completamente normal que este tipo de accidentes se hagan más frecuentes a medida que las personas envejecen debido a que pierden poco a poco sus habilidades y esto los hace más propensos a tener tropiezos con facilidad.
Según una nota publicada en ‘Su Médico’, un medio con enfoque en la salud y la medicina, Molly Jarmen, una profesora y doctora de la Universidad de Harvard, encontró que existe una estrecha relación entre estas caídas y una enfermedad que cambia la perspectiva de vida de las personas que la padecen.
Para poder llegar a una conclusión, el proceso que realizó la experta fue recopilar los datos de los reclamos del sistema de salud en Estados Unidos de más de dos millones de adultos mayores que habrían sufrido algún tipo de lesión traumática.
Con esta información observó cómo se encontraba cada una de estas personas un año después y fue así que encontró que la mitad de estos pacientes tuvieron una herida a raíz del golpe y de ellos, un 10,6 por ciento fue diagnosticado con demencia.
Gracias a estos resultados que pudo recopilar de su investigación, Jarmen afirmó que existe una estrecha relación entre las caídas que presentan los individuos de la tercera edad y esta enfermedad neurodegenerativa, ya que el deterioro cognitivo que supone este padecimiento aumenta las posibilidades de sufrir este tipo de accidentes.
Además, la doctora también logró reconocer que cada uno de estos golpes puede llegar a contribuir al aceleramiento del progreso de dicha afección.
De esta manera, la conclusión que entrega Jarmen frente a su investigación es que: “Las caídas podrían actuar como eventos precursores que pueden ayudarnos a identificar a las personas que necesitan más pruebas cognitivas".
ERIKA LUCIA IBAÑEZ GARCIA
REDACCIÓN ALCANCE DIGITAL
EL TIEMPO