La vida de Carl-Emil Pettersson, un marinero sueco que naufragó en una isla remota y terminó convirtiéndose en rey, es narrada con asombro desde principios del siglo XX. Su destino lo llevó a las costas del archipiélago de Tabar, en lo que hoy es Papúa Nueva Guinea, donde una serie de acontecimientos lo convirtieron en una figura legendaria.
Un naufragio que marcó el inicio de una nueva vida
Carl-Emil Pettersson nació en octubre de 1875 en Sollentuna, Suecia, como uno de los seis hijos de Carl Wilhelm y Johanna Pettersson. Su vida dio un giro drástico en 1892, cuando, tras el abandono de su padre, tuvo que buscar su camino como marinero a los 17 años. Su trabajo lo llevó en 1898 al Archipiélago Bismarck, en la entonces colonia alemana de Guinea Nueva Alemana, donde trabajó para la New Guinea Company transportando productos agrícolas y mano de obra.
La Navidad de 1904 cambió su vida para siempre. A bordo del barco Herzog Johan Albrecht, Pettersson naufragó en un arrecife de coral cercano a la isla Tabar. Las olas lo llevaron a las costas del archipiélago, donde los locales, conocidos por su fama de caníbales, lo encontraron y lo llevaron ante su líder, el rey Lamry.
Convencido de su valor, el jefe le permitió establecerse y trabajar en la administración de las tierras, lo que marcó el inicio de su nueva vida.
El ascenso de Carl-Emil en la isla Tabar
Con el apoyo del rey Lamry, Pettersson creó una plantación de cocos llamada Teripax, dedicándose a la producción y exportación de copra. Su liderazgo justo y su respeto por las tradiciones locales lo convirtieron en una figura querida entre los habitantes de la isla, quienes lo llamaban “Charley fuerte” por su imponente físico. Su éxito comercial le permitió expandir sus cultivos, ganándose el reconocimiento de la comunidad isleña.
Entre sus admiradores se encontraba Singdo, la hija del rey Lamry, quien se enamoró profundamente de él. Aunque inicialmente enfrentaron dificultades para obtener el permiso de matrimonio, Pettersson regresó a Suecia en busca de apoyo y, tras volver a la isla, logró casarse con Singdo en 1907. Juntos tuvieron nueve hijos, de los cuales solo uno falleció en la infancia.
Cuando el rey Lamry murió, Carl-Emil fue elegido como su sucesor, convirtiéndose en el rey Carlos I de Tabar. Bajo su gobierno, trabajó para traer prosperidad a la isla, consolidando su papel como líder y protector de la comunidad.
La tragedia y los desafíos económicos
Sin embargo, la vida de Pettersson no estuvo exenta de tragedias. En 1922, su esposa Singdo falleció debido a fiebre puerperal, dejando un gran vacío en su vida. En busca de una nueva compañera para cuidar a sus hijos, Carl-Emil volvió a Suecia, donde encontró a Jessie Louisa Simpson, de ascendencia inglesa-sueca. Se casaron en 1923 y regresaron juntos a Tabar, pero enfrentaron dificultades económicas debido al deterioro de las plantaciones y el negocio de copra.
Carl-Emil intentó salvar su situación financiera explorando depósitos de oro en las islas cercanas, una actividad que posteriormente se convirtió en una de las principales fuentes de ingresos de la región.
Sin embargo, las malas inversiones y los problemas de salud llevaron a la familia a abandonar la isla. Jessie Louisa murió en Suecia en 1935, mientras que Carl-Emil se trasladó a Australia, donde vivió sus últimos días. Falleció en Sídney el 12 de mayo de 1937 a causa de un ataque cardíaco.
El legado de un rey convertido en inspiración literaria
La extraordinaria vida de Carl-Emil Pettersson fue ampliamente documentada en periódicos suecos durante las décadas de 1920 y 1930, convirtiéndolo en una figura icónica en su país natal. Su historia incluso inspiró a Astrid Lindgren, autora de la serie infantil 'Pippi Långstrump', para crear al personaje 'Ephraim Långstrump', el padre de 'Pippi'.
Pettersson pasó de ser un náufrago desconocido a gobernar una isla, dejando un legado de resiliencia y adaptación que sigue fascinando a quienes escuchan su historia.
Agustina Parise
La Nación (Argentina) / GDA.
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*Este contenido fue reescrito con la asistencia de una inteligencia artificial, basado en información de La Nación (GDA), y contó con la revisión de la periodista y un editor.