La guerra por El Plateado: las tanquetas avanzan en medio del mar de coca

hace 4 horas 13

Catorce tanquetas blindadas permanecen apostadas en la trocha comunica el casco urbano de Argelia con el corregimiento de El Plateado, en el sur del Cauca. Los soldados que, en este momento, adelantan la operación 'Perseo', la más grande acción militar iniciada durante el gobierno del presidente Gustavo Petro, se han atrincherado en ellas durante casi una semana, a la espera de órdenes para volver a avanzar contra un enemigo que, literalmente, ha dejado su marca en todo el territorio: el poder del narcotráfico y la coca, que crece y se negocia libremente, sin importar mucho la llegada de los militares.  

Por esa carretera destapada, a poco más de una hora y cuarto de camino de Argelia, está el caserío que en los últimos siete años, pero especialmente en los más de dos años y medio de la ‘paz total’, se convirtió en una de las principales capitales del narcotráfico en el país y en el reino personal de ‘Iván Mordisco’, jefe de las disidencias de las Farc. A medida en que se avanza hacia El Plateado, el verde oscuro de las montañas se pierde cada vez más en otro más claro, de matas sembradas por el hombre. Están tupidas de cultivos ilícitos.

A pesar de la presencia de los soldados, en esas tierras en las que el clima promedia los 24 grados se ven aparecer campesinos con sombreros de paja y guantes de látex, llevando un talego amarrado en la cintura. Son raspachines que se dirigen hacia las zonas con los verdes menos intensos. Esas matas están listas para la recogida de la hoja.

Las zonas con un verde un poco más fuerte tendrán que esperar unas semanas más. Cada año, y más desde que se acabaron las fumigaciones y desde que los erradicadores forzados no volvieron a aparecer, las cosechas son mejores y más frecuentes. En este momento son cuatro al año y difícilmente habrá alguna persona en toda la región que no reconozca que la vida allí gira alrededor del narcotráfico, de su plata y de su violencia.

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Una tanqueta del Ejército, quemada durante los disturbios ocurridos en la vereda La Hacienda, cuando 29 uniformados fueron secuestrados, el 6 de marzo. Los liberaron dos días después.

Foto:Juan Pablo Rueda, enviado especial de EL TIEMPO

Hay otras zonas de la ladera que se ven oscuras, literalmente peladas. Por ahí han pasado ‘raspachines’ como Manuel, que dice que aunque aprendió a cultivar café, las necesidades de su familia y el orden imperante –el de ‘Mordisco’– lo han llevado a depender de ese negocio de cultivar y vender la hoja de coca. En sus manos, como en las de muchos de los 8.000 habitantes de esa zona, se ven las cicatrices que deja arrancar (‘raspar’) las hojas para llenar bultos que pueden pesar entre 50 y 80 kilos. Después los llevan al hombro durante 15 o 20 minutos hacia un cambuche.

Allí, los depositan para ser pesados y luego, regresar al sembrado a empezar la faena, de nuevo. Esta misma práctica la hacen dos o tres veces al día.

Tanquetas del Ejército, en medio de las montañas del Micay con coca.

Tanquetas del Ejército, en medio de las montañas del Micay con coca.

Foto:Juan Pablo Rueda, enviado especial de EL TIEMPO

“Acá también hubo un tiempo en que se sembró cacao, como una oportunidad para sustitución, pero no pasó nada. Se sembró y el Gobierno no trajo ayuda. Así que arrancamos el cacao para volver con la coca”, dice Manuel, de no más de 25 años. La gente responsabiliza al Estado de que no hay carreteras buenas para sacar las cosechas legales.

Pero quienes hacen más porque esas carreteras nunca se hagan son los hombres de ‘Mordisco’. Ellos volaron hace apenas 10 días el puente que unía El Plateado con El Tambo. Y esta semana masacraron a cinco soldados que hacían parte de la escolta del nuevo puente metálico que reemplazará al dinamitado por los violentos.

EL TIEMPO llegó a las entrañas de esta zona del cañón del Micay, históricamente golpeada por los grupos armados y el abandono del Estado, en un recorrido de más de 70 horas.

A la par del esfuerzo de policías y militares, que arriesgan su vida y su integridad a cada minuto en una de las zonas más convulsionadas de Colombia, lo que se ve allí es una economía totalmente atravesada por la ilegalidad. Los pobladores cuentan que los disidentes controlan un negocio en el que en un día, si se alcanzan a recoger 20 arrobas de la hoja, pueden recibir en tiempos de cosecha hasta 260.000 pesos en un día.

“Es un trabajo pesado, pero es nuestra manera de sobrevivir. No hay otra forma de ganarse la vida”, comenta el campesino, quien se ha vuelto cada vez más ágil, al momento de arrancar la mata y llenar el talego. Además de ‘raspachines’, para muchos jóvenes como las opciones son trabajar en ‘la molienda’ (los laboratorios donde ‘cocinan’ la pasta de coca) o irse directamente con las disidencias.

Lo que dejó el carro bomba del 28 de enero de este 2025.

Lo que dejó el carro bomba del 28 de enero de este 2025.

Foto:Juan Pablo Rueda, enviado especial de EL TIEMPO

De hecho, la deserción por la actividad ilegal es bastante pronunciada. En la institución educativa Miguel Zapata, una docente, quien no quiso dar su nombre por seguridad, dice que para los jóvenes y niños es casi normal dejar de ir a las clases por ayudar con las cosechas. 

“En 2024 había 1.425 estudiantes y hoy hay 1.212. Estamos en clases, pero solo durante 20 días fueron presenciales. El resto de las jornadas son virtuales”, comenta.  Y se lamenta porque de los pocos que alcanzan a graduarse, muchos deciden dedicarse definitivamente a ‘raspar’. En ese colegio siguen extrañando al pequeño Dilan Camilo Erazo Yela, alegre y juguetón en su curso de quinto de primaria. Era el niño de tan solo 10 años que murió el 23 de julio de 2024, cuando cayó un explosivo en la cancha de El Plateado, dejando heridas a otras 12 personas. En El Plateado todos saben que ese fue un crimen de las disidencias y quiénes son los directos responsables. Pero nadie, ni siquiera los más cercanos a Dilan, se atreve a hablar del caso.

“En 2024 había 1.425 estudiantes y hoy hay 1.212. Estamos en clases, pero solo durante 20 días fueron presenciales.

Docente de la institución educativa Miguel Zapata, donde estudiaba Dilan Erazo, de 10 años y quien murió por un explosivo en una cancha, el 23 de julio de 2024.


La zozobra y el miedo

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Foto:Juan Pablo Rueda, enviado especial de EL TIEMPO

Contenido

Yolanda, atendiendo junto a una caja registradora en una de las tiendas del parque de El Plateado, dice que vivir en el pueblo es estar con el rosario en la mano. La gente se asusta por cualquier ruido de motor y suele mirar hacia el cielo, pendientes de los drones hechizos que los disidentes han vuelto una de sus armas más peligrosas e indiscriminadas.

Además de la disidencia de ‘Mordisco’, en El Plateado ha aparecido otro actor ilegal en disputa: la ‘Segunda Marquetalia’ de alias Iván Márquez. Unos y otros están buscando mantener la hegemonía sobre la coca que se mueve hacia el cañón del Micay y, de allí, hacia el Pacífico y Ecuado. Yolanda hace una confesión casi susurrando: “Acá hay miedo. Cuando hay esos ataques, no hay dónde ocultarnos. Mucha gente se ha ido. Hay miedo de hablar, más cuando hace una semana (los disidentes) dijeron que si no ayudábamos a echar al Ejército se paraba la producción de coca y podrían hacernos otras cosas”.

Como hace el Eln en el Catatumbo, a los habitantes les tienen prohibido hablar con los policías y soldados. Cualquier violación de sus reglas equivale a la pena de muerte o al destierro.

Uno de los transeúntes por las calles, en su mayoría polvorientas, pero que se convierten en barrizales cuando llueve, porque el dinero de bingos y rifas aún  les alcanza para pavimentarlas -solo cinco están con cemento- comenta: “Hay momentos en que sabemos que es mejor no contradecir a los guerrilleros. Ellos están pendientes por acá. A veces hay días en que se abren las tiendas, a veces hay días en que no”.

A pocos metros, en uno de esos locales, lo que más se vende son guantes para el raspado de la mata.

El Plateado está en el centro de un corredor estratégico que se proyecta incluso hasta Cali, por el norte, y que mueve hacia las fronteras y el mar coca y marihuana tipo creepy  del norte del Cauca, y trae de vuelta armas y platas ilegales.

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Preparación de la coca procesada en uno de los laboratorios, en medio de extensos cultivos que han sido 'raspados' o están a punto de cosecha.

Foto:Juan Pablo Rueda, enviado especial de EL TIEMPO

Y aunque muchas familias son dueñas ocupan las parcelas donde siembran la coca, en realidad son empleados de una gran cadena ilegal. En veredas como La Hacienda, la misma en la que hace una semana se produjo el secuestro de una patrulla de la Fuerza Pública a manos de la comunidad, los dueños de fincas tienen jornaleros que arrancan la coca y vendedores que sacan esa producción y también la pasta procesada, porque muchas de ellas tienen ya sus laboratorios artesanales. 

Mapa de las rutas de la coca al Pacífico.

Mapa de las rutas de la coca al Pacífico.

Foto:Infografía de EL TIEMPO

En la compra, tanto la pasta como la cocaína ya refinada, tienen la primera mano los narcos de la ‘Carlos Patiño’, la misma disidencia que es a su vez el actor armado imperante en la zona.

Esos mismos disidentes son los que protegen a sangre y fuego las más de 35 mil hectáreas de coca que sustentan el negocio en el límite entre las montañas y la selva del Pacífico caucano.

“Cuando empezó la era de Petro, el precio de venta era de 22.000 pesos por cada arroba de hoja de coca. Ahora se han tenido ventas de 50.000 por cada una”, dice uno de los finqueros de la zona rural de Argelia, en ese camino de 70 kilómetros sin pavimentar, entre la cabecera municipal y El Plateado.

El caserío de El Plateado, en Argelia, Cauca.

El caserío de El Plateado, en Argelia, Cauca.

Foto:Juan Pablo Rueda, enviado especial de EL TIEMPO

“Nosotros no somos disidentes. Estamos dedicados a sacar a nuestras familias adelante, porque el Estado no lo hace. No hay calles pavimentadas. Hemos tratado y hay algunas, pero es por nuestra gestión. Acá en el parque, por ejemplo, es poca la Policía o el Ejército. A veces nos toca quedarnos callados”, se justifica el hombre. Además de los guantes de látex, la gasolina es otro de los productos más vendidos en El Plateado a pesar de que no se ven tantos vehículos (aunque sí, antes de ‘Perseo’, abundaban las camionetas 4x4 de los compradores de cocaína, muchos de ellos extranjeros). 

“Nosotros no somos disidentes. Estamos dedicados a sacar a nuestras familias adelante, porque el Estado no lo hace. No hay calles pavimentadas. Hemos tratado y hay algunas, pero es por nuestra gestión. Acá en el parque, por ejemplo, es poca la Policía o el Ejército. A veces nos toca quedarnos callados

Uno de los pobladores del corregimiento de El Plateado, en Argelia, Cauca

Para conseguir un kilo de esa pasta se requieren unos 125 kilos de hoja que se ‘cocinan’ en una contaminante mezcla de gasolina, éter, ácido sulfúrico, soda cáustica, cemento y otras sustancias químicas. La contaminación de selvas y ríos no para, pero a ninguna autoridad parece importarle mucho la depredación ambiental derivada del negocio de los narcos.

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Los cultivos de coca predominan en la zona rural del corregimiento de El Plateado, en el municipio de Argelia, Cauca.

Foto:Juan Pablo Rueda, enviado especial de EL TIEMPO

'Cosecha’ de laboratorios

En esos laboratorios, la mayoría artesanales hay campesinos que también pueden ganar unos 4 millones de pesos mensuales, siempre y cuando reúnan la cantidad necesaria de las hojas.

Y la cadena continúa. Se ven bultos de coca que los dueños de predios dejan en las entradas de las viviendas, muchas apenas en pie, entre El Plateado y Argelia, sobre una carretera de trocha, para ser recogidos por camionetas 4 por 4, internándose en el cañón del río Micay. Esas camionetas transitan durante todo el día.

Lo que dicen en la región es que tan solo entre Argelia y El Plateado hay 23 laboratorios bien montados que se han fortalecido por años. Y en el corredor de 150 kilómetros desde el municipio de El Tambo, pasando por Huisitó, Honduras, San Juan de Menchengue, San Juan de Micay y la vereda de La Hacienda, hasta El Plateado, hay otros 15 laboratorios. 

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Una de las camionetas 4x4 que recoge la coca en las entradas de parcelas, entre el casco urbano de Argelia y El Plateado.

Foto:Juan Pablo Rueda, enviado especial de EL TIEMPO

Se trata de lo que el Sistema Simci de Naciones Unidas ha definido como ‘enclaves industriales’ del narcotráfico y es esa la zona con más presencia de todos los actores criminales que se mueven por la región.

Argelia tiene 655,6 kilómetros cuadrados y el área rural abarca 654,1. Cuando allí los grupos armados tienen esa coca procesada, la llevan hacia López de Micay por río y utilizan semisumergibles en el Pacífico, en dirección a los puertos de Buenaventura, en el Valle, y de Tumaco, en Nariño. De allí sale hacia Centroamérica, Suramérica y Estados Unidos. Otra parte se va para la frontera con Ecuador, pues ese país lleva ya más de una década convertido en una de las principales plataformas del narcotráfico colombiano por el océano.

Además, la presencia de los carteles mexicanos sigue expandiéndose en esta región y su negocio, fortaleciéndose. El general Federico Mejía, comandante de la Tercera División, le confirmó a EL TIEMPO que desde 2017 han estado alquilando fincas. Trabajan con marihuana y cocaína y emplean los servicios de seguridad y de proveeduría criminal de las disidencias. La plata de esos narcos mexicanos, dicen las autoridades está detrás de la oleada de violencia que sigue persistiendo en el Cauca.

En las entradas de parcelas, sus moradores dejan costales de coca que son recogidos por camionetas 4x4.

En las entradas de parcelas, sus moradores dejan costales de coca que son recogidos por camionetas 4x4.

Foto:Juan Pablo Rueda, enviado especial de EL TIEMPO

Ataques con drones

Justo cuando un grupo de ‘raspachines’, como Manuel y otros más, seguía recogiendo la hoja, soldados que hacían parte de la operación ‘Perseo’ eran atacados con explosivos lanzados por drones, acciones sucedidas en los dos días siguientes del atentado en el municipio de Balboa contra el convoy que dejó cinco militares muertos y 16 más heridos.

Mejía asegura que después de estos hechos, la operación ‘Perseo’ “sigue más firme que nunca”. En ese orden de ruta, el siguiente paso será volver hacia la vereda La Hacienda, que era utilizada además por las disidencias como punto de partida de los drones con granadas explosivas que han costado vidas militares y civiles en El Plateado. El esqueleto quemado de una de las tanquetas militares da cuenta del nivel de riesgo que se vive en esa región.

Con el puente de 22 metros de largo destruido por los violentos, las motos transitan hoy haciendo peripecias para llegar al otro lado, pero no hay paso para otros vehículos. 

Este es el puente que los disidentes destruyeron, el 3 de marzo, entre el caserío de El Plateado y la vereda La Hacienda.

Este es el puente que los disidentes destruyeron, el 3 de marzo, entre el caserío de El Plateado y la vereda de La Hacienda.

Foto:Juan Pablo Rueda, enviado especial de EL TIEMPO

“Sigue la misión de instalar la estructura en el mismo lugar. El puente se construye en 72 horas, pero se requiere avanzar por 65 kilómetros desde el estrecho (el cañón del Micay) hasta el sector de El Plateado; puede haber miles de puntos críticos en una vía encajonada, un terreno destapado. Toca llegar con mucha paciencia”, comenta el alto oficial. “Tuvimos ataques de drones, el miércoles y el jueves. Estamos dentro de las fauces de estas hienas que viven del narcotráfico. Es un negocio multimillonario que les deja grandes recursos a estas estructuras”, afirma el oficial.

A seis meses del arranque de ‘Perseo’, el Estado parece aún lejos de ganar la batalla por el control de El Plateado y, más aún, por la confianza de sus gentes. El hospital militar que se instaló en el pueblo y que fue atacado por las disidencias es también otro símbolo de esa dificultad.

Detrás de esa escalada de violencia está un criminal, ‘Iván Mordisco’, que sigue ordenando muertes en todo el Cauca sin que hasta ahora los organismos del Estado hayan podido cumplir la orden que les dio el presidente Petro hace ya más de un año, de capturarlo o ponerlo fuera de combate. Lo que dicen en El Plateado es que mientras ‘Mordisco’ y sus secuaces sigan en el juego, la tranquilidad y la seguridad que se les prometió a los habitantes del Cauca hace casi 9 años, con la firma del Acuerdo con las Farc, seguirá siendo un canto a la bandera.

Procesamiento de la coca en un laboratorio artesanal.

Procesamiento de la coca en un laboratorio artesanal.

Foto:Juan Pablo Rueda, enviado especial de EL TIEMPO

Los 250 nuevos soldados que llegan al cañón del Micay

El comandante de la Tercera División del Ejército, brigadier general Federico Mejía, señala, a su vez, que entraron 250 soldados en la última semana al Micay y que hay todo un despliegue de mucho más de los 1.250 militares en total. 

El alcalde de Argelia, Osman Guaca, dice: “Tenemos un drama humano,

un tema histórico que siempre ha existido en esta región. Lo que alimenta el conflicto son las economías ilícitas. Si esto no lo transformamos, la desigualdad

y no poder acceder a servicios públicos estarán ahí siempre. Esto no es de ahora”.

El gobernador del Cauca, Octavio Guzmán, ha venido insistiendo

en que “para transformar un territorio es fundamental tener control territorial”, pero también ha reconocido, por ejemplo, que pese a que el 12 octubre de 2024, cuando la operación Perseo entró con seis miembros del gabinete del presidente Petro para retomar el control del Micay, “las economías de la coca y la minería ilegal han estado financiando la violencia”.

En la Defensoría del Pueblo indican que desde la primera alerta temprana, en 2020, otra de las épocas de horror para la población de El Plateado por enfrentamientos entre los disidentes y el Eln, unas 17.000 personas han sido desplazadas desde entonces. La segunda alerta fue en mayo del 2024.

JUAN PABLO RUEDA, ENVIADO ESPECIAL DE EL TIEMPO

CAROLINA BOHÓRQUEZ, CORRESPONSAL DE EL TIEMPO

El polémico hospital militar del gobierno Nacional que fue atacado por disidentes. Está abandonado.

El polémico hospital militar del Gobierno Nacional que fue atacado por disidentes. Está abandonado.

Foto:Juan Pablo Rueda, enviado especial de EL TIEMPO

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