Nicole Kidman ha vuelto a encarnar un papel en un thriller erótico, 25 años después de su participación en 'Ojos bien cerrados' de Stanley Kubrick. Sin embargo, esta vez la actriz ha manejado las tensiones de forma diferente.
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En una reciente entrevista, reveló que durante la grabación de su nueva película, 'Babygirl', experimentó tal nivel de incomodidad durante las escenas de sexo que tuvo que solicitar una pausa en la filmación.
El nuevo proyecto de Kidman narra la vida de 'Romy', una ejecutiva de éxito que, a pesar de estar casada con 'Jacob', interpretado por Antonio Banderas, inicia un romance prohibido con 'Samuel', uno de sus pasantes, a quien da vida Harrison Dickinson. El guion y la dirección de la película estuvieron a cargo de Halina Reijn.
‘No quiero tener más orgasmos’
Kidman, en sus declaraciones al diario 'The Sun', compartió detalles del rodaje, confesando que algunas escenas fueron especialmente difíciles. “Hubo momentos mientras filmábamos en los que pensé: ‘No quiero tener más orgasmos’”, afirmó la actriz de 57 años. “Pensaba: ‘No te acerques a mí. Odio hacer esto. ¡No me importa si nunca más me tocan en mi vida!’”, añadió, evidenciando la tensión que sentía durante las grabaciones.
La estrella de Moulin Rouge explicó que las intensas escenas de intimidad la dejaron emocionalmente agotada. “Estuve tan presente todo el tiempo que fue casi un agotamiento”, confesó. Además, mencionó que a menudo sentía una presión que la sobrepasaba. Kidman también reconoció que existía “una enorme cantidad de intercambio y confianza y luego frustración” con sus compañeros de reparto.
Un trabajo en equipo cuidadoso
A pesar de las dificultades, Kidman destacó que ella, Dickinson y Banderas fueron muy cuidadosos en la manera de abordar la historia. “Harris, Antonio y yo fuimos muy, muy amables entre nosotros y nos ayudamos mutuamente”, expresó la actriz, haciendo énfasis en el apoyo entre los protagonistas durante las escenas más complejas.
Contaron además con la presencia de un coordinador de intimidad en el set. Sin embargo, Kidman explicó que ella y sus compañeros no se sintieron completamente “condicionados” por las indicaciones. “Sigo creyendo firmemente en el carácter sagrado del set o del espacio de los actores, y que nunca, nunca, se debe violar”, comentó. “Porque es nuestro, es la burbuja, y luego está el mundo exterior”, añadió.
La importancia de una directora mujer
Otro factor clave en su experiencia fue la presencia de una directora mujer, algo que le dio a Kidman una sensación de seguridad en el set. “No creo que hubiera podido hacerlo trabajando con un hombre”, admitió. “De hecho, creo que la única forma en que podía hacerlo era con ella, porque las dos nos sentábamos y hablábamos”, explicó, refiriéndose a Halina Reijn, la directora de la película.
Ambas hablaron de manera muy abierta antes del inicio de la filmación, incluso sobre sus “deseos más secretos”. “¡Conversamos sobre tantas cosas! Y todavía lo hacemos. Las fantasías son un tema muy secreto y vulnerable, pero seguro”, afirmó Kidman.
Kidman concluyó señalando que sentirse en manos de Reijn fue lo que le permitió comprometerse completamente con el proyecto. “Sabía que no iba a explotarme… Me sentí parte de todo esto. Era la historia de la que quería ser parte, la que quería contar, y cada parte de mí estaba comprometida con eso”, explicó.
Finalmente, Kidman compartió que al leer el guion por primera vez, lo encontró “muy divertido”, pero también sintió una mezcla de entusiasmo e intriga. Aunque su papel la ponía en situaciones intensas, consultó con su familia antes de aceptar el reto.
La Nación (Argentina) / GDA
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*Este contenido fue reescrito con la asistencia de una inteligencia artificial, basado en información de La Nación, y contó con la revisión de un periodista y un editor.